Tengo las lindes hemorrágicas, demográficas...
Abátelas a degüello
Con el simple ronroneo de un latido,
Que da ascuas a los pies.
Y entonces su población se volverá como el cuero,
De un tejido esencial y armonioso…
De madurez que da sangre a los dedos
Y los pone a husmear.
miércoles, 31 de octubre de 2012
martes, 30 de octubre de 2012
(Los niños negritos no comen)
Los niños negritos no comen, no, no comen,
sus madres tienen los ojos sepultados en tumbas vivas
en cauces de ríos de lágrimas secas con barrigas preñadas de muerte.
La esperanza de vida está por debajo de un año,
me cago en mi puta vida entonces.
Se trafica, sí.
Se trafica con armas, con drogas, con hombres, con mujeres, con niños, con vidas,
con ideologías, con Internet, con política, con poder, con sueños,
con meterte el miedo en el cuerpo.
Cada mañana, cada mañana me miro en el espejo y lo que veo no me gusta, y entonces,
en vez de comerme mi propia mierda fresca:
Te jodo a ti, te jodo a ti, te jodo a ti… y te jodo a ti. ¿Por qué?
Porque la culpa, amigos, la culpa siempre es de los demás. ¡Sí!
Y la enfermedad se llama:
Vivamos la vida de los demás por que no tengo cojones ni sangre para vivir la mía.
Tengo goteras en mi casa, goteras en mi curro, goteras en mi corazón.
De las goteras de mi cabeza os hablo otro día porque ahora quiero dormir,
cuando duermo no pienso… no pensar.
Yo solo quiero volver, amigos, yo solo quiero volver a las entrañas de mi madre.
A nadar sumergido flotando en una paz infinita,
en una duermevela blanca de un cuerpo y dos corazones abrazados por un cordón.
Caliente, protegido, acurrucadito, indefenso pero invulnerable.
Yo solo quiero volver al día en el que mi madre me cantó mi primera nana.
Solo quiero eso… bueno también quiero que veáis la cara que os ha quedado porque es la hostia.
¡Buenas noches amigos!
Nota: Fragmento de un monólogo
sus madres tienen los ojos sepultados en tumbas vivas
en cauces de ríos de lágrimas secas con barrigas preñadas de muerte.
La esperanza de vida está por debajo de un año,
me cago en mi puta vida entonces.
Se trafica, sí.
Se trafica con armas, con drogas, con hombres, con mujeres, con niños, con vidas,
con ideologías, con Internet, con política, con poder, con sueños,
con meterte el miedo en el cuerpo.
Cada mañana, cada mañana me miro en el espejo y lo que veo no me gusta, y entonces,
en vez de comerme mi propia mierda fresca:
Te jodo a ti, te jodo a ti, te jodo a ti… y te jodo a ti. ¿Por qué?
Porque la culpa, amigos, la culpa siempre es de los demás. ¡Sí!
Y la enfermedad se llama:
Vivamos la vida de los demás por que no tengo cojones ni sangre para vivir la mía.
Tengo goteras en mi casa, goteras en mi curro, goteras en mi corazón.
De las goteras de mi cabeza os hablo otro día porque ahora quiero dormir,
cuando duermo no pienso… no pensar.
Yo solo quiero volver, amigos, yo solo quiero volver a las entrañas de mi madre.
A nadar sumergido flotando en una paz infinita,
en una duermevela blanca de un cuerpo y dos corazones abrazados por un cordón.
Caliente, protegido, acurrucadito, indefenso pero invulnerable.
Yo solo quiero volver al día en el que mi madre me cantó mi primera nana.
Solo quiero eso… bueno también quiero que veáis la cara que os ha quedado porque es la hostia.
¡Buenas noches amigos!
Nota: Fragmento de un monólogo
Hovik
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lunes, 29 de octubre de 2012
¿Libres?
Se preguntaba a menudo qué significaba ser libre. ¿Significaría que, aunque uno escape de una jaula, se encontrará inevitablemente en otra diferente y mayor?
Haruki Murakami
1Q84
Nace, llora, descubre la guardería y obedece a tus padres.
Crece, empieza el colegio, llora y obedece a los maestros.
Sigue creciendo, la pubertad es un problema. Sé reprimido por todos en la edad del pavo. Si haces cosas, procura que nadie las sepa; si no las haces, procura que piensen que sí. Obedece las normas, no destaques, sé uno más.
Madura, renuncia a tu libertad, estudia hasta que mueras o ponte a trabajar y obedece a tus superiores. No intentes cambiar las normas, no puedes.
Encuentra a una buena mujer o al hombre perfecto. Que no haya mucha diferencia de edad, está mal visto. No aprendas a querer, el amor ya está inventado para que vengas tú ahora a cambiarlo.
Cásate. Compra una casa e hipoteca vuestras vidas. Reprodúcete, joven, no quieras que tus hijos vean en ti a su abuelo.
Estás atado. Intenta educar como has aprendido: mal. No destaques, no tengas tiempo. La televisión piensa por ti. Consume y no asimiles. Paga. Banco, banco, banco. Aprende a nadar cuando tengas el agua al cuello. Tus hijos podrán ser lo que tú no fuiste, pero no les dejarás. Paga y quéjate. Tú decidiste tenerlos.
Envejece. Arrepiéntete de todo lo que no
Es tarde, ya no puedes cambiarlo.
Enferma. Ten esperanzas vanas de que después hay algo. No has tenido tiempo de hacer nada. Piensas que la vida es corta y es necesario que sueñes con otra. Aférrate a las manos de los que te quieren en un cochambroso hospital de paredes blancas.
Muere. Entiérrate hondo, muy hondo, entre gusanos. Obliga a los tuyos a que te recuerden…
… y espera.
domingo, 28 de octubre de 2012
La inrazón del ser
Aquel que me da la mano
le cojo el brazo
le arranco la cara
y le perforo el bazo.
No es mi naturaleza
o si lo es..
sólo creo que es
que me aferro a lo humano.
Sin ánimo de ofender
insulto otra vez
quisiera ser educado
pero es mi instinto de ser.
Sin ánimo de lucro
he vuelto a robar
no soy cleptómano,
pero quiero poseer.
Miento a quien es sincero
y creo a quien miente
Nadie me explicó cómo funciona el mundo,
pero creo que está jodidamente al revés.
Siento que te quiero cuando no estás
y te aborrezco cuando no me dejas en paz,
te odio y te quiero como el primer día,
pero entonces no te conocía.
Quiero respirar por fin
y gritar en silencio,
sentir el viento
sentirme inconforme y contento
llorar sin esperar consuelo
ser yo y nadie más
hasta los confines del universo.
le cojo el brazo
le arranco la cara
y le perforo el bazo.
No es mi naturaleza
o si lo es..
sólo creo que es
que me aferro a lo humano.
Sin ánimo de ofender
insulto otra vez
quisiera ser educado
pero es mi instinto de ser.
Sin ánimo de lucro
he vuelto a robar
no soy cleptómano,
pero quiero poseer.
Miento a quien es sincero
y creo a quien miente
Nadie me explicó cómo funciona el mundo,
pero creo que está jodidamente al revés.
Siento que te quiero cuando no estás
y te aborrezco cuando no me dejas en paz,
te odio y te quiero como el primer día,
pero entonces no te conocía.
Quiero respirar por fin
y gritar en silencio,
sentir el viento
sentirme inconforme y contento
llorar sin esperar consuelo
ser yo y nadie más
hasta los confines del universo.
Migotorno
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sábado, 27 de octubre de 2012
8.1.59
a la orilla de un pozo sobre la fresca yerba
un incauto mancebo dormía casi desnudo y bestido
de pieles de oso ò de borrego junto à dos ò tres puntos
cardinales hechos rana y perdiz de fuera y dentro
de las migas puestas à remojar al borde del hornillo
con sus muletas y sus telas de seda encima y sus cubiertos.
de metal y huevo duro mas deprisa y corriendo hecho ascuas
y à tiro de pollo y raja de sandía colgando a cada cuervo.
nada más y esperando el pandero el ala del pinar
y los flecos de la vela haciendo sus cuentas sobre
la ropa tendida del bosque de piedras recojido
entre las matas de la higuera muerta hechando
sus cuentas debajo del ombligo del almirez ronco
de gritos y zurcidos hechados por debajo
de la puerta escrita à brocha gorda sobre el
trozo de almibar de un cielo puesto de
centinela al borde de la cuna
chispeando migajas y pitos sobre la
casa tirada al mar y mosca del paisaje
frito en la sartén helando sus manos
en el caño del grifo.
un incauto mancebo dormía casi desnudo y bestido
de pieles de oso ò de borrego junto à dos ò tres puntos
cardinales hechos rana y perdiz de fuera y dentro
de las migas puestas à remojar al borde del hornillo
con sus muletas y sus telas de seda encima y sus cubiertos.
de metal y huevo duro mas deprisa y corriendo hecho ascuas
y à tiro de pollo y raja de sandía colgando a cada cuervo.
nada más y esperando el pandero el ala del pinar
y los flecos de la vela haciendo sus cuentas sobre
la ropa tendida del bosque de piedras recojido
entre las matas de la higuera muerta hechando
sus cuentas debajo del ombligo del almirez ronco
de gritos y zurcidos hechados por debajo
de la puerta escrita à brocha gorda sobre el
trozo de almibar de un cielo puesto de
centinela al borde de la cuna
chispeando migajas y pitos sobre la
casa tirada al mar y mosca del paisaje
frito en la sartén helando sus manos
en el caño del grifo.
Pablo Ruiz Picasso
jueves, 25 de octubre de 2012
Vuelo
Me resulta indiferente
que me traten de loca
los que jamás intentaron
aprender a volar.
Que me tachen de furcia
aquellos a los que el deseo
jamás tentó.
Que contabilice mis amantes
una vieja amargada
que jamás amó a su esposo.
Que menosprecien mis lágrimas
esos que jamás se conmovieron.
Y me produce aún más indiferencia
y tal vez una arcada de Desprecio
aquellos que critican
mis alas de murciélago
mientras, ocultos en la penumbra,
desgastaron milenios
diseñando sus propias alas
sin el valor suficiente
para alzar el vuelo.
que me traten de loca
los que jamás intentaron
aprender a volar.
Que me tachen de furcia
aquellos a los que el deseo
jamás tentó.
Que contabilice mis amantes
una vieja amargada
que jamás amó a su esposo.
Que menosprecien mis lágrimas
esos que jamás se conmovieron.
Y me produce aún más indiferencia
y tal vez una arcada de Desprecio
aquellos que critican
mis alas de murciélago
mientras, ocultos en la penumbra,
desgastaron milenios
diseñando sus propias alas
sin el valor suficiente
para alzar el vuelo.
miércoles, 24 de octubre de 2012
Caramba 30
Si puedes ir a la luna en unos cristales
ve con mis palabras a la ribera de la magnitud.
No son los números, ni los metros,
son los gritos los que miden al hombre.
Por eso los animales callan:
el perro, el buey, el mirlo, la rana...
¡Cuántas bestias atónitas
miran los rayos eléctricos de la lengua escarlata!
ve con mis palabras a la ribera de la magnitud.
No son los números, ni los metros,
son los gritos los que miden al hombre.
Por eso los animales callan:
el perro, el buey, el mirlo, la rana...
¡Cuántas bestias atónitas
miran los rayos eléctricos de la lengua escarlata!
José Moreno Villa
martes, 23 de octubre de 2012
Once adivinanzas (I)
Uno
El onanista compulsivo
que asfixió a una paloma.
Dos
Aquel comegrillos
que fue César por unos segundos.
Tres
Makandal camina recto:
una nariz le apunta por la espalda.
Cuatro
Un zoófilo celeste
que le da trabajo al hígado.
Cinco
Piensa en lo que tiene Altazor y falta en Los versos satánicos.
Ponlo en plural (si puedes).
Ahora en inglés (sin olvidar el plural).
Sepáralo.
Ahora ya sabes lo que el bárbaro poeta
de Dickense nombre
busca a través de la noche madrileña.
Seis
Está contra sí mismo
porque lleva al Dictador
escondido en su nombre.
Siete
Un prodigioso detective
(aunque sea medio cerdo).
Ocho
En su pueblo imaginado
armó un inextricable mamotreto
armó un inextricable mamotreto
a partir de la etiqueta de un whiskey.
Nueve
Lo apaleamos tanto
que se hizo pedazos.
Diez
Demódoco
tiene fobia a sus costillas.
Once
Sus libros no se mojan.
Nota: publicar respuestas en comentarios (respuesta > comentarios). El premio es que no hay premio o algo así.
lunes, 22 de octubre de 2012
(Crecí entre libros olvidados)
Crecí entre libros olvidados
cerca del castillo musulmán,
donde amarillentos sabios crujían
contra la tierna soledad de aquellos ojos.
Más tarde descubrí el fuego de la vida
y con ahínco prendí las páginas heridas de mi adolescencia,
esforzándome en balde por el ser humano
derroché aquellos años
como un auténtico suicida.
Los muertos preferidos me habían enseñado
que sus años de carne y hueso
habían resultado desastrosos
¡oh maestros inmortales!
En el temor confuso de vivir
languidecí entre las subrayadas páginas del éter,
caí extrañado en la región ignota
de pájaros acristalados y grillos,
junto al lúcido peligro del hidalgo.
Pasado el tiempo que no pasa
y con el ánimo de los antiguos
me reencontré entero en una nueva senda,
franqueé cárceles amables,
me despedí de los apacibles muros de piedra
que habían cobijado inútilmente
una esperanza de laurel.
Así fue como lo abandoné todo,
estaba escrito en la nutritiva piel del silencio
y en todos los crucigramas reflectantes
de este techo de cristal.
cerca del castillo musulmán,
donde amarillentos sabios crujían
contra la tierna soledad de aquellos ojos.
Más tarde descubrí el fuego de la vida
y con ahínco prendí las páginas heridas de mi adolescencia,
esforzándome en balde por el ser humano
derroché aquellos años
como un auténtico suicida.
Los muertos preferidos me habían enseñado
que sus años de carne y hueso
habían resultado desastrosos
¡oh maestros inmortales!
En el temor confuso de vivir
languidecí entre las subrayadas páginas del éter,
caí extrañado en la región ignota
de pájaros acristalados y grillos,
junto al lúcido peligro del hidalgo.
Pasado el tiempo que no pasa
y con el ánimo de los antiguos
me reencontré entero en una nueva senda,
franqueé cárceles amables,
me despedí de los apacibles muros de piedra
que habían cobijado inútilmente
una esperanza de laurel.
Así fue como lo abandoné todo,
estaba escrito en la nutritiva piel del silencio
y en todos los crucigramas reflectantes
de este techo de cristal.
José Antonio Pamies
domingo, 21 de octubre de 2012
Nada
Era un pobre diablo que siempre venía
cerca de un gran pueblo donde yo vivía;
joven, rubio y flaco, sucio y mal vestido,
siempre cabizbajo... ¡Tal vez un perdido!
Un día de invierno lo encontraron muerto
dentro de un arroyo próximo a mi huerto,
varios cazadores que con sus lebreles
cantando marchaban... Entre sus papeles
no encontraron nada... Los jueces de turno
hicieron preguntas al guardián nocturno:
éste no sabía nada del extinto:
ni el vecino Pérez, ni el vecino Pinto.
Una chica dijo que sería un loco
o algún vagabundo que comía poco,
y un chusco que oía las conversaciones
se tentó de risa... ¡Vaya unos simplones!
Una paletada le echó el panteonero;
luego lió un cigarrillo, se caló el sombrero
y emprendió la vuelta... Tras la paletada,
nadie dijo nada, nadie dijo nada...
cerca de un gran pueblo donde yo vivía;
joven, rubio y flaco, sucio y mal vestido,
siempre cabizbajo... ¡Tal vez un perdido!
Un día de invierno lo encontraron muerto
dentro de un arroyo próximo a mi huerto,
varios cazadores que con sus lebreles
cantando marchaban... Entre sus papeles
no encontraron nada... Los jueces de turno
hicieron preguntas al guardián nocturno:
éste no sabía nada del extinto:
ni el vecino Pérez, ni el vecino Pinto.
Una chica dijo que sería un loco
o algún vagabundo que comía poco,
y un chusco que oía las conversaciones
se tentó de risa... ¡Vaya unos simplones!
Una paletada le echó el panteonero;
luego lió un cigarrillo, se caló el sombrero
y emprendió la vuelta... Tras la paletada,
nadie dijo nada, nadie dijo nada...
Carlos Pezoa Véliz
sábado, 20 de octubre de 2012
(A Álvaro Lorite Manson)
a Álvaro Lorite
a Carmen Linares y Ulises Ayala
NO HAY ANGUSTIA AHISTÓRICA
AQUÍ VIVIR ES CONTENER EL ALIENTO
& DESNUDARSE
Mario Santiago.
No hay angustia ahistórica
No existen hombres aristócratas
No existen aristófanes bomba
No existe el aristogato torpe
No tenemos tiempo libre
No remar en el lago
O remar
Iride, México
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viernes, 19 de octubre de 2012
(que no venga la poesía a salvarme)
que no me encuentre sucia y derrotada,
que me sangren las encías
y los poemas escuálidos
que me sangren las cuencas de los ojos,
y los versos me atornillen el corazón
al lado izquierdo del cuerpo,
que mis dientes mastiquen despacio
todo este silencio,
que el silencio no me sangre
que me sangre la palabra,
que resbale en hilos rojos
por mis brazos y mis piernas,
que resbale la palabra
que la poesía me duela
para no dolerte más,
que me duela y me sangre
para no dolerme,
que forme una parábola
entre tu boca y mi boca
que no venga la poesía a salvarme
que no venga
que me sangren las encías
y los poemas escuálidos
que me sangren las cuencas de los ojos,
y los versos me atornillen el corazón
al lado izquierdo del cuerpo,
que mis dientes mastiquen despacio
todo este silencio,
que el silencio no me sangre
que me sangre la palabra,
que resbale en hilos rojos
por mis brazos y mis piernas,
que resbale la palabra
que la poesía me duela
para no dolerte más,
que me duela y me sangre
para no dolerme,
que forme una parábola
entre tu boca y mi boca
que no venga la poesía a salvarme
que no venga
jueves, 18 de octubre de 2012
El gusano
Demos gracias por nuestra pobreza, dijo el tipo vestido con harapos.
Lo vi con este ojo: vagaba por un pueblo de casas chatas,
hechas de cemento y ladrillos, entre México y Estados Unidos.
Demos gracias por nuestra violencia, dijo, aunque sea estéril
como un fantasma, aunque a nada nos conduzca,
tampoco estos caminos conducen a ninguna parte.
Lo vi con este ojo: gesticulaba sobre un fondo rosado
que se resistía al negro, ah, los atardeceres de la frontera,
leídos y perdidos para siempre.
Los atardeceres que envolvieron al padre de Lisa
a principios de los cincuenta.
Los atardeceres que vieron pasar a Mario Santiago,
arriba y abajo, aterido de frío, en el asiento trasero
del coche de un contrabandista. Los atardeceres
del infinito blanco y del infinito negro.
Lo vi con este ojo: parecía un gusano con sombrero de paja
y mirada de asesino
y viajaba por los pueblos del norte de México
como si anduviera perdido, desalojado de la mente,
desalojado del sueño grande, el de todos,
y sus palabras eran, madre mía, terroríficas.
Parecía un gusano con sombrero de paja,
ropas blancas
y mirada de asesino.
Y viajaba como un trompo
por los pueblos del norte de México
sin atreverse a dar el paso,
sin decidirse
a bajar al D.F.
Lo vi con este ojo
ir y venir
entre vendedores ambulantes y borrachos,
temido,
con el verbo desbocado por calles
de casas de adobe.
Parecía un gusano blanco
con un Bali entre los labios
o un Delicados sin filtro.
Y viajaba de un lado a otro
de los sueños,
tal que un gusano de tierra,
arrastrando su desesperación,
comiéndosela.
Un gusano blanco con sombrero de paja
bajo el sol del norte de México,
en las tierras regadas con sangre y palabras mordaces
de la frontera, la puerta del Cuerpo que vio Sam Peckinpah,
la puerta de la Mente desalojada, el puritito
azote, y el maldito gusano blanco allí estaba,
con su sombrero de paja y su pitillo colgando
del labio inferior, y tenía la misma mirada
de asesino de siempre.
Lo vi y le dije tengo tres bultos en la cabeza
y la ciencia ya no puede hacer nada conmigo.
Lo vi y le dije sáquese de mi huella so mamón,
la poesía es más valiente que nadie,
las tierras regadas con sangre me la pelan, la Mente desalojada
apenas si estremece mis sentidos.
De estas pesadillas sólo conservaré
estas pobres casas,
estas calles barridas por el viento
y no su mirada de asesino.
Parecía un gusano blanco con su sombrero de paja
y su pistola automática debajo de la camisa
y no paraba de hablar solo o con cualquiera
acerca de un poblado que tenía
por lo menos dos mil o tres mil años,
allá por el norte, cerca de la frontera
con los Estados Unidos,
un lugar que todavía existía,
digamos cuarenta casas,
dos cantinas,
una tienda de comestibles,
un pueblo de vigilantes y asesinos
como él mismo,
casas de adobe y patios encementados
donde los ojos no se despegaban
del horizonte
(de ese horizonte color carne
como la espalda de un moribundo).
¿Y qué esperaban que apareciera por allí?, pregunté.
El viento y el polvo, tal vez.
Un sueño mínimo
pero en el que empeñaban
toda su obstinación, toda su voluntad.
Parecía un gusano blanco con sombrero de paja y un Delicados
colgando del labio inferior.
Parecía un chileno de veintidós años entrando en el Café La Habana
y observando a una muchacha rubia
sentada en el fondo,
en la Mente desalojada.
Parecían las caminatas a altas horas de la noche
de Mario Santiago.
En la Mente desalojada.
En los espejos encantados.
En el huracán del D.F.
Los dedos cortados renacían
con velocidad sorprendente.
Dedos cortados,
quebrados,
esparcidos
en el aire del D.F.
Lo vi con este ojo: vagaba por un pueblo de casas chatas,
hechas de cemento y ladrillos, entre México y Estados Unidos.
Demos gracias por nuestra violencia, dijo, aunque sea estéril
como un fantasma, aunque a nada nos conduzca,
tampoco estos caminos conducen a ninguna parte.
Lo vi con este ojo: gesticulaba sobre un fondo rosado
que se resistía al negro, ah, los atardeceres de la frontera,
leídos y perdidos para siempre.
Los atardeceres que envolvieron al padre de Lisa
a principios de los cincuenta.
Los atardeceres que vieron pasar a Mario Santiago,
arriba y abajo, aterido de frío, en el asiento trasero
del coche de un contrabandista. Los atardeceres
del infinito blanco y del infinito negro.
Lo vi con este ojo: parecía un gusano con sombrero de paja
y mirada de asesino
y viajaba por los pueblos del norte de México
como si anduviera perdido, desalojado de la mente,
desalojado del sueño grande, el de todos,
y sus palabras eran, madre mía, terroríficas.
Parecía un gusano con sombrero de paja,
ropas blancas
y mirada de asesino.
Y viajaba como un trompo
por los pueblos del norte de México
sin atreverse a dar el paso,
sin decidirse
a bajar al D.F.
Lo vi con este ojo
ir y venir
entre vendedores ambulantes y borrachos,
temido,
con el verbo desbocado por calles
de casas de adobe.
Parecía un gusano blanco
con un Bali entre los labios
o un Delicados sin filtro.
Y viajaba de un lado a otro
de los sueños,
tal que un gusano de tierra,
arrastrando su desesperación,
comiéndosela.
Un gusano blanco con sombrero de paja
bajo el sol del norte de México,
en las tierras regadas con sangre y palabras mordaces
de la frontera, la puerta del Cuerpo que vio Sam Peckinpah,
la puerta de la Mente desalojada, el puritito
azote, y el maldito gusano blanco allí estaba,
con su sombrero de paja y su pitillo colgando
del labio inferior, y tenía la misma mirada
de asesino de siempre.
Lo vi y le dije tengo tres bultos en la cabeza
y la ciencia ya no puede hacer nada conmigo.
Lo vi y le dije sáquese de mi huella so mamón,
la poesía es más valiente que nadie,
las tierras regadas con sangre me la pelan, la Mente desalojada
apenas si estremece mis sentidos.
De estas pesadillas sólo conservaré
estas pobres casas,
estas calles barridas por el viento
y no su mirada de asesino.
Parecía un gusano blanco con su sombrero de paja
y su pistola automática debajo de la camisa
y no paraba de hablar solo o con cualquiera
acerca de un poblado que tenía
por lo menos dos mil o tres mil años,
allá por el norte, cerca de la frontera
con los Estados Unidos,
un lugar que todavía existía,
digamos cuarenta casas,
dos cantinas,
una tienda de comestibles,
un pueblo de vigilantes y asesinos
como él mismo,
casas de adobe y patios encementados
donde los ojos no se despegaban
del horizonte
(de ese horizonte color carne
como la espalda de un moribundo).
¿Y qué esperaban que apareciera por allí?, pregunté.
El viento y el polvo, tal vez.
Un sueño mínimo
pero en el que empeñaban
toda su obstinación, toda su voluntad.
Parecía un gusano blanco con sombrero de paja y un Delicados
colgando del labio inferior.
Parecía un chileno de veintidós años entrando en el Café La Habana
y observando a una muchacha rubia
sentada en el fondo,
en la Mente desalojada.
Parecían las caminatas a altas horas de la noche
de Mario Santiago.
En la Mente desalojada.
En los espejos encantados.
En el huracán del D.F.
Los dedos cortados renacían
con velocidad sorprendente.
Dedos cortados,
quebrados,
esparcidos
en el aire del D.F.
Roberto Bolaño
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siglo xx
miércoles, 17 de octubre de 2012
(He abortado una mentira)
He abortado una mentira.
Mi vientre,
confuso,
ha drenado litros de sangre.
Expulsado kilos de carne muerta.
Yo, muy pequeña,
con las mejillas
rojas ardiendo.
Los ojos redondos de no comprender.
He parido mi infancia
de muertos prematuros
por obligación.
Sin epidural.
Me he parido.
Estoy viva.
Mi vientre,
confuso,
ha drenado litros de sangre.
Expulsado kilos de carne muerta.
Yo, muy pequeña,
con las mejillas
rojas ardiendo.
Los ojos redondos de no comprender.
He parido mi infancia
de muertos prematuros
por obligación.
Sin epidural.
Me he parido.
Estoy viva.
martes, 16 de octubre de 2012
El titán
Un titán tumbado entre tierra y mar
mira a las estrellas mientras hibernaba,
año por milésima, la cuenta atrás,
decidió descansar para volver a empezar
tras pasos amargos como posos de café,
decidió hibernar, para volver a nacer,
tallado en piedra sus ojos al cielo,
prieto su rostro, sus labios claman consuelo,
la tierra tiembla, el mar se embravece,
un terremoto y un tsunami anuncian que vuelve,
se despereza, levanta su cuerpo y su alma,
observa, visión que deja su alma helada,
comprende que no hay escape, todo es cíclico,
empuja la roca hacia la cima. Bienvenido, Sísifo
mira a las estrellas mientras hibernaba,
año por milésima, la cuenta atrás,
decidió descansar para volver a empezar
tras pasos amargos como posos de café,
decidió hibernar, para volver a nacer,
tallado en piedra sus ojos al cielo,
prieto su rostro, sus labios claman consuelo,
la tierra tiembla, el mar se embravece,
un terremoto y un tsunami anuncian que vuelve,
se despereza, levanta su cuerpo y su alma,
observa, visión que deja su alma helada,
comprende que no hay escape, todo es cíclico,
empuja la roca hacia la cima. Bienvenido, Sísifo
lunes, 15 de octubre de 2012
Ketamina
No se lo perdonarán, ni ellos ni nosotros.
He perdido el miedo a que te vayas
porque siempre vuelves.
Cuando me prendo fuego
sólo tus lágrimas apagan el incendio.
Cuando te abro, se va el hombre
que me espera triste y desasistido.
Y bailo para ti, en ese cielo de tormentas ocres
que da cobijo a puestos malditos y delirantes.
Soy el rey de la selva, danzan los espectros
y la vida sigue siendo una pregunta inalcanzable.
Charly Efe
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siglo xxi
domingo, 14 de octubre de 2012
Morir soñando
Au fait, se disait-il a lui-même, il parait que
mon destin est de mourir en rêvant.
(Stendhal, Le Rouge et le Noir, LXX,
«La tranquillité»)
Morir soñando, sí, mas si se sueña
morir, la muerte es sueño; una ventana
hacia el vacío; no soñar; nirvana;
del tiempo al fin la eternidad se adueña.
Vivir el día de hoy bajo la enseña
del ayer deshaciéndose en mañana;
vivir encadenado a la desgana
¿es acaso vivir? ¿y esto qué enseña?
¿Soñar la muerte no es matar el sueño?
¿Vivir el sueño no es matar la vida?
¿A qué poner en ello tanto empeño?:
¿aprender lo que al punto al fin se olvida
escudriñando el implacable ceño
-cielo desierto- del eterno Dueño?
Miguel de Unamuno
sábado, 13 de octubre de 2012
Visiones del desierto
Me adormezco mirando tu piel.
Una piel infinita, de arena,
que callada se derrama hacia la nada;
ondulante
en un tapiz deshilado y volcánico,
tácito lienzo en que mis labios
desmiembran sus locuras,
se vierten en un plasma de silencio,
cerrado, denso, pleno de existencia.
Porque me entrego a ti sin reservas.
Me declaro fiel a tu paisaje
siendo yo infiel a todo:
al mundo, al ser humano y a la vida misma.
Me basta con vagar por tu desierto,
como un mesías, peregrino del deseo y de la Nada,
saciando mi sed con la arena
que inflama el triunfo del ocaso
-todo el que ha visto el ocaso del desierto
sabe que no hay nada comparable-,
hundiendo mi cuerpo entre las dunas del tuyo,
saboreando la luz que te desborda,
que se esparce intentando ahogarte, anegarte,
como si solo hubiera sido creada para ello.
Luego, con la vista, recorro hasta el infinito
cada rincón de la arenosa estepa de mi letargo
mordiendo dulcemente el umbral de la melancolía.
Melancolía de tus recuerdos,
alzados como hitos inermes
sobre tu mundo.
Silentes monumentos de tu historia.
Porque suplico por verme varado en el camino,
bogando a la deriva, tendido boca abajo
en tu océano calizo.
Sometido a la voluntad de tus vientos,
completamente abierto por la geografía que te da la vida,
delicada y ardiente como la luz que te abrasa.
Boga, marinero, hasta la línea
que raya el horizonte.
Cabecea en el mar brillante
siguiendo el faro de sus labios,
labios que se funden como olas,
olas que se sienten como lanzas.
Duerme… déjame soñar, beber de tu piel.
Piel de arena, piel de sueño,
piel de ondas, piel de playa,
piel vibrante y sumisa,
piel de trigo cortado,
pieles infalibles, con restos
de besos en surcos,
pieles encendidas, sin fronteras,
como puñales candentes de madrugada.
Y, entre medias,
solo ese algo que queda entre ambos.
Una piel infinita, de arena,
que callada se derrama hacia la nada;
ondulante
en un tapiz deshilado y volcánico,
tácito lienzo en que mis labios
desmiembran sus locuras,
se vierten en un plasma de silencio,
cerrado, denso, pleno de existencia.
Porque me entrego a ti sin reservas.
Me declaro fiel a tu paisaje
siendo yo infiel a todo:
al mundo, al ser humano y a la vida misma.
Me basta con vagar por tu desierto,
como un mesías, peregrino del deseo y de la Nada,
saciando mi sed con la arena
que inflama el triunfo del ocaso
-todo el que ha visto el ocaso del desierto
sabe que no hay nada comparable-,
hundiendo mi cuerpo entre las dunas del tuyo,
saboreando la luz que te desborda,
que se esparce intentando ahogarte, anegarte,
como si solo hubiera sido creada para ello.
Luego, con la vista, recorro hasta el infinito
cada rincón de la arenosa estepa de mi letargo
mordiendo dulcemente el umbral de la melancolía.
Melancolía de tus recuerdos,
alzados como hitos inermes
sobre tu mundo.
Silentes monumentos de tu historia.
Porque suplico por verme varado en el camino,
bogando a la deriva, tendido boca abajo
en tu océano calizo.
Sometido a la voluntad de tus vientos,
completamente abierto por la geografía que te da la vida,
delicada y ardiente como la luz que te abrasa.
Boga, marinero, hasta la línea
que raya el horizonte.
Cabecea en el mar brillante
siguiendo el faro de sus labios,
labios que se funden como olas,
olas que se sienten como lanzas.
Duerme… déjame soñar, beber de tu piel.
Piel de arena, piel de sueño,
piel de ondas, piel de playa,
piel vibrante y sumisa,
piel de trigo cortado,
pieles infalibles, con restos
de besos en surcos,
pieles encendidas, sin fronteras,
como puñales candentes de madrugada.
Y, entre medias,
solo ese algo que queda entre ambos.
viernes, 12 de octubre de 2012
A Dionisos, sufriente
Despedazado por el dolor de dios, cabalgas su intensa Creación
locamente, hecha Furia
y vuelves siendo ángel caído.
Tu Intensidad, larga serpiente, crea óleos profundos en tu ser.
Eres héroe, cargas al Ancestro, estás maldito,
Bendito;
pues te eligió Alegre la tierra,
y no posees la calma del dios.
Persevera, hermoso, vasto, maldito.
Bendito…
Mira que Todo en ti se halla,
que eres, cuando se aleja la Locura,
de nuevo, Creación calma.
Te guían gemas luminosas:
matiz de todo acto posible;
y su Preciosa Libertad procuras al mundo.
locamente, hecha Furia
y vuelves siendo ángel caído.
Tu Intensidad, larga serpiente, crea óleos profundos en tu ser.
Eres héroe, cargas al Ancestro, estás maldito,
Bendito;
pues te eligió Alegre la tierra,
y no posees la calma del dios.
Persevera, hermoso, vasto, maldito.
Bendito…
Mira que Todo en ti se halla,
que eres, cuando se aleja la Locura,
de nuevo, Creación calma.
Te guían gemas luminosas:
matiz de todo acto posible;
y su Preciosa Libertad procuras al mundo.
jueves, 11 de octubre de 2012
La última voz
El hombre se establece.
El hombre establece su camino
En mitad de su propia resurrección
Y empieza, entonces, a crecer.
A dejar que sus manos, en torno de él,
Crezcan un poco y se olviden.
No sé –no sabemos qué hacer-
En ese mundo lento y puro
Que hemos perdido totalmente.
Sin embargo, tengo el cielo.
Tengo muchas cosas dentro de mi corazón.
Y vuelvo otra vez a verte inmaterial,
Terrestre como las mejores cosas
Diosa mía, hecha de frutos,
De savia, de luces.
Y me quedo ante ti,
nuevamente viejo y perdido,
sin mi voz, sin mi silencio
una vez más atravesando
por los siete pecados capitales.
He visto, compañeros míos, sus ojos.
Eran los mejores ojos del mundo, y los he visto.
No había lágrimas en ellos, pero los he visto.
Su silencio me llenó de paz y pureza.
Desde entonces soy un mejor hombre.
Y desde entonces espero.
El hombre establece su camino
En mitad de su propia resurrección
Y empieza, entonces, a crecer.
A dejar que sus manos, en torno de él,
Crezcan un poco y se olviden.
No sé –no sabemos qué hacer-
En ese mundo lento y puro
Que hemos perdido totalmente.
Sin embargo, tengo el cielo.
Tengo muchas cosas dentro de mi corazón.
Y vuelvo otra vez a verte inmaterial,
Terrestre como las mejores cosas
Diosa mía, hecha de frutos,
De savia, de luces.
Y me quedo ante ti,
nuevamente viejo y perdido,
sin mi voz, sin mi silencio
una vez más atravesando
por los siete pecados capitales.
He visto, compañeros míos, sus ojos.
Eran los mejores ojos del mundo, y los he visto.
No había lágrimas en ellos, pero los he visto.
Su silencio me llenó de paz y pureza.
Desde entonces soy un mejor hombre.
Y desde entonces espero.
José Revueltas
miércoles, 10 de octubre de 2012
Bombeo del suburbio
Nucas en los ojos y alientos en la propia.
Goteando cada pie,
cansado,
sudado.
Desde fuera debemos ser maravillosos,
uno solo que entraña miles.
Peces, gaviotas, borregos.
Comida de gusanos escacharrados,
sucios, fríos, caldorros,
amasijo de historias.
Derecha, arriba, de frente,
izquierda, abajo,
comida.
Alimentos vomitados cada dos minutos.
Espantapájaros de los ratones,
ratas de alcantarillado.
Sucio torrente
con pulso propio, ajeno y
extraño.
Bombeo del suburbio,
latidos inherentes a Madrid.
Letras rítmicas de versos enterrados.
Desde arriba debemos parecer
maravillosos.
Ay señor Metro,
ay señor Metropolitano,
cuántos putos minutos faltan
para que mates de una vez
por todas
estos malditos versos desganados.
Goteando cada pie,
cansado,
sudado.
Desde fuera debemos ser maravillosos,
uno solo que entraña miles.
Peces, gaviotas, borregos.
Comida de gusanos escacharrados,
sucios, fríos, caldorros,
amasijo de historias.
Derecha, arriba, de frente,
izquierda, abajo,
comida.
Alimentos vomitados cada dos minutos.
Espantapájaros de los ratones,
ratas de alcantarillado.
Sucio torrente
con pulso propio, ajeno y
extraño.
Bombeo del suburbio,
latidos inherentes a Madrid.
Letras rítmicas de versos enterrados.
Desde arriba debemos parecer
maravillosos.
Ay señor Metro,
ay señor Metropolitano,
cuántos putos minutos faltan
para que mates de una vez
por todas
estos malditos versos desganados.
martes, 9 de octubre de 2012
Los Bandar-log
No tienen Ley. Los despreciamos. No tienen un habla propia, sino que usan las palabras robadas que les llegan cuando escuchan, espían y esperan ahí arriba, entre las ramas. Sus costumbres no son las nuestras. No tienen jefes. No tienen memoria. Presumen y hablan sin parar y creen que son un gran pueblo que está a punto de hacer cosas muy importantes en la Selva, pero la caída de una nuez les distrae, haciéndoles reír, y todo queda olvidado.
(...)
Aúllan y berrean canciones absurdas, o invitan a los habitantes de la Selva a subir a sus árboles para luchar con ellos, o provocan batallas enfurecidas entre ellos mismos, sin ningún motivo y dejan los monos muertos donde el pueblo de la Selva pueda verlos. Siempre están a punto de tener un jefe y leyes y costumbres propias, pero nunca lo logran porque la memoria no les dura de un día para otro y lo arreglan todo con un dicho inventado: "Lo que los Bandar-log piensan ahora, la Selva lo pensará más adelante", y esto les consuela muchísimo.
Nota 2: título puesto por nosotros.
(...)
Aúllan y berrean canciones absurdas, o invitan a los habitantes de la Selva a subir a sus árboles para luchar con ellos, o provocan batallas enfurecidas entre ellos mismos, sin ningún motivo y dejan los monos muertos donde el pueblo de la Selva pueda verlos. Siempre están a punto de tener un jefe y leyes y costumbres propias, pero nunca lo logran porque la memoria no les dura de un día para otro y lo arreglan todo con un dicho inventado: "Lo que los Bandar-log piensan ahora, la Selva lo pensará más adelante", y esto les consuela muchísimo.
Rudyard Kipling
Nota: fragmento del libro El libro de la selva.Nota 2: título puesto por nosotros.
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siglo xix
lunes, 8 de octubre de 2012
(Ya llueve otoño)
Ya llueve otoño
y mientras escribo bazofia
el desagüe de la ducha
se lleva el verano.
Los escritores ya hacen barbaridades
y los bárbaros ya escriben
y yo, carpeta en mano,
empiezo cada día una nueva vida.
El de los rizos
-que ya no es el de los rizos-
me dice que escribe un poema
pero yo sólo puedo escribir:
demasiada realidad
para tan poca esperanza.
y mientras escribo bazofia
el desagüe de la ducha
se lleva el verano.
Los escritores ya hacen barbaridades
y los bárbaros ya escriben
y yo, carpeta en mano,
empiezo cada día una nueva vida.
El de los rizos
-que ya no es el de los rizos-
me dice que escribe un poema
pero yo sólo puedo escribir:
demasiada realidad
para tan poca esperanza.
Espe Barón
domingo, 7 de octubre de 2012
Mañana me toca a mí
Hay una exposición
y voy.
Es dura. Guerra. Bombas.
Minas. Muertos. Niños mutilados.
Y la veo. Y la comprendo.
Y me cabreo. Y lloro.
Y me indigno. Y blasfemo.
Y salgo. Y me compro un helado.
Y llego a casa. Y pongo la tele.
Y fumo. Y me conecto a internet.
Y ceno. Y duermo.
Mañana pasa aquí.
Minas. Muertos. Niños mutilados.
No tengo helados. Ni casa.
Ni tele. Ni tabaco.
Ni internet. Ni cena.
Ni duermo.
Otro, en otro lugar,
va a una exposición.
Sus bombas. Sus minas.
Mis muertos. Mis niños mutilados.
Y me ve. Y me comprende.
Y se cabrea. Y llora.
Y blasfema. Y sale.
Y se compra un helado.
Y llega a su casa. Y pone la tele.
Y fuma. Y se conecta a internet.
Y cena. Y duerme.
Pasado mañana...
y voy.
Es dura. Guerra. Bombas.
Minas. Muertos. Niños mutilados.
Y la veo. Y la comprendo.
Y me cabreo. Y lloro.
Y me indigno. Y blasfemo.
Y salgo. Y me compro un helado.
Y llego a casa. Y pongo la tele.
Y fumo. Y me conecto a internet.
Y ceno. Y duermo.
Mañana pasa aquí.
Minas. Muertos. Niños mutilados.
No tengo helados. Ni casa.
Ni tele. Ni tabaco.
Ni internet. Ni cena.
Ni duermo.
Otro, en otro lugar,
va a una exposición.
Sus bombas. Sus minas.
Mis muertos. Mis niños mutilados.
Y me ve. Y me comprende.
Y se cabrea. Y llora.
Y blasfema. Y sale.
Y se compra un helado.
Y llega a su casa. Y pone la tele.
Y fuma. Y se conecta a internet.
Y cena. Y duerme.
Pasado mañana...
sábado, 6 de octubre de 2012
Un domingo en Cracovia
En Varsovia nos levantamos
a las seis de la mañana
para tomar el tren hacia Cracovia.
En la estación alguien dijo
que el autobús de la derecha iba a la ciudad,
el de la izquierda hacia el Holocausto.
Lo mismo daba:
Judíos o no judíos,
nuestra es la muerte.
a las seis de la mañana
para tomar el tren hacia Cracovia.
En la estación alguien dijo
que el autobús de la derecha iba a la ciudad,
el de la izquierda hacia el Holocausto.
Lo mismo daba:
Judíos o no judíos,
nuestra es la muerte.
Homero Aridjis
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un domingo en cracovia
viernes, 5 de octubre de 2012
El parpadeo de una mano
Yan Tsentsai
Franz Kafka
Ricardo Piglia
...
El monje -compuesta la noche-
se la echa sobre los hombros.
Su dorada colcha permanece intacta
la lámpara encendida
hoy el viento no golpea las ramas del otoño
hoy el frío no amordaza a los pájaros de la noche
(que, sin embargo, no cantan)
hoy el agua ha decidido dar tregua a las esquinas;
el monje se deshoja en las páginas de un libro y
antes de que alce la cabeza
las estrellas se desprenden de la noche
que se ha ido
como una gota
a lomos del deshielo.
Tan sólo el amanecer desvela
con su luz
la vieja mesa
el jergón sucio
la lámpara apagada.
Y ahora yo
siento en la cara
el viento húmedo y frío que agita las páginas del libro.
Esta vez me alivia.
¿Cuánto tardará en volver
el terror
una vez más?
Tejo
-mientras lo espero-
un manto de oro
y de silencio.
jueves, 4 de octubre de 2012
En la noche profunda
En la noche fría, absorto en la lectura
Nota: tomado de El último lector, de Ricardo Piglia, donde el poema se presenta como una copia que hace Kafka en una de sus cartas para Felice Bauer.
de mi libro, olvidé la hora de acostarme.
Los perfumes de mi colcha bordada en oro
se han disipado ya y el fuego se ha apagado.
Mi bella amiga, que hasta entonces a duras penas
había dominado su ira, me arrebata la lámpara
y me pregunta: ¿Sabes la hora que es?
Yan Tsentsai
miércoles, 3 de octubre de 2012
69-EST-UTOP
Después de escurrir tus estrias por 1 falo,
No queda más que un recuerdo,
las enormes colinas color apiñonado
donde se oculta el ombligo y es opacado
por aquél puberto grano,
cúmulo de grasa a las fast food, kentucky fired chicken,
Burger y Mc’donalds
Con su feliz y desgraciado payaso pelirrojo
Con ganas de darle un chingadazo a medio hócico
¡Maldito capitalismo!
Me orino en una esquina de tu Washington D.C
y me cago en tu Tío Sam
y organizo una mega orgía en el piso seis-nueve en New York.
Incubadora de grasisímas mujeres
Que arden en tu fógata con fajos de cien dolares.
Granja de enorme y flácidas carnes
Que son sazonadas con chile negro
Que en las llamas se escucha los quejidos de un ser humano,
Subyugado y perturbado
¡Ja! Me da risa que tu cerdisíma sociedad
Es penetrada por gente de color,
Raíces africanas, Malcom X;
¡Oiganmen misters Nixón, Bush y Obama!
Somos la raza de bronce que les dá de comer,
Tu mejor ciencia dijo 1 hindú,
Tus mayores productores, -se oyé lejana la voz del asiático-,
El que te aplaca dijo el ruso junto con el italiano
Y también,
Los mejores inversionistas comenta el judío.
Porqué desde tus hermosos bosques y cañones
se escucha el aullido del cherokee:
-¡INVASOUUUR!-.
¿Y ahora? Sólo miro el rostro de aquella “madurita”
De grandes senos, anchas caderas
Y enormes nalgas.
Su cara de placer y tristeza.
¡Ahora si te tocó perder!
Y enterita te ha de caber;
Como bien se dice y se aplíca en la física:
TODO CAE.
Sólo falta que te muevas
Arrastrandote en el suelo con tus muñones.
¡Llego nuestro momento!
Somos el golpeado, los onderos y sus nietos;
El que lee a Marx y se da un tiro de compas con Bakunin;
El anarquista y el cabeza roja que residen en tus jardínes
Ya que son quiénes embellecen los parques enfermos
Regados con litros de apátia.
El follaje que cubre tus hermosas tierras americanas;
Las esferas índigenas que brillan en su cielo tejido por sueños,
Sosteniendo al cosmos
Y si es necesario, harán temblar al mundo.
Por eso, somos la oscura verga que atraviesa tu útero capitalista,
Haciendo sudar el neo-liberalismo.
No queda más que un recuerdo,
las enormes colinas color apiñonado
donde se oculta el ombligo y es opacado
por aquél puberto grano,
cúmulo de grasa a las fast food, kentucky fired chicken,
Burger y Mc’donalds
Con su feliz y desgraciado payaso pelirrojo
Con ganas de darle un chingadazo a medio hócico
¡Maldito capitalismo!
Me orino en una esquina de tu Washington D.C
y me cago en tu Tío Sam
y organizo una mega orgía en el piso seis-nueve en New York.
Incubadora de grasisímas mujeres
Que arden en tu fógata con fajos de cien dolares.
Granja de enorme y flácidas carnes
Que son sazonadas con chile negro
Que en las llamas se escucha los quejidos de un ser humano,
Subyugado y perturbado
¡Ja! Me da risa que tu cerdisíma sociedad
Es penetrada por gente de color,
Raíces africanas, Malcom X;
¡Oiganmen misters Nixón, Bush y Obama!
Somos la raza de bronce que les dá de comer,
Tu mejor ciencia dijo 1 hindú,
Tus mayores productores, -se oyé lejana la voz del asiático-,
El que te aplaca dijo el ruso junto con el italiano
Y también,
Los mejores inversionistas comenta el judío.
Porqué desde tus hermosos bosques y cañones
se escucha el aullido del cherokee:
-¡INVASOUUUR!-.
¿Y ahora? Sólo miro el rostro de aquella “madurita”
De grandes senos, anchas caderas
Y enormes nalgas.
Su cara de placer y tristeza.
¡Ahora si te tocó perder!
Y enterita te ha de caber;
Como bien se dice y se aplíca en la física:
TODO CAE.
Sólo falta que te muevas
Arrastrandote en el suelo con tus muñones.
¡Llego nuestro momento!
Somos el golpeado, los onderos y sus nietos;
El que lee a Marx y se da un tiro de compas con Bakunin;
El anarquista y el cabeza roja que residen en tus jardínes
Ya que son quiénes embellecen los parques enfermos
Regados con litros de apátia.
El follaje que cubre tus hermosas tierras americanas;
Las esferas índigenas que brillan en su cielo tejido por sueños,
Sosteniendo al cosmos
Y si es necesario, harán temblar al mundo.
Por eso, somos la oscura verga que atraviesa tu útero capitalista,
Haciendo sudar el neo-liberalismo.
El tóxico .I.
martes, 2 de octubre de 2012
Café solo, con dos de azúcar
Me encanta. De verdad que sí, no miento. Ya no sé ni qué sé de la vida, que me encanta, yo así no puedo. Que ya no sé quién era cuando quise saber, que ya no sé ni si soy yo o el que soy en su persona; pero me encanta, y me olvido de todo.
A mí que no me hablen de elegancia ni abundancia. Que yo ya no quiero más que lo que sé, que no sé. Que no entiendo, no te molestes en deslizarme ideas, que yo sólo sé una, y nadie sabe que lo sé.
No insistas, ya está, todo es ella, él es todo, no hay más que hablar, punto.
Cóbrate los dos cafés, por favor.
Y la puerta se cerró al ritmo en que se cerraba la distancia entre la moneda y la barra, y se olvidó del cambio mientras se olvidaba de la canción que sonaba.
Se olvidó de las miradas que miraban su baile en el viento. Se olvidó que se enamoraba y que sus palabras ya no expresaban los gritos que ahogaba con el café, y eso ya era un hecho, un sentimiento.
Ella era, ella es, ella será.
A mí que no me hablen de elegancia ni abundancia. Que yo ya no quiero más que lo que sé, que no sé. Que no entiendo, no te molestes en deslizarme ideas, que yo sólo sé una, y nadie sabe que lo sé.
No insistas, ya está, todo es ella, él es todo, no hay más que hablar, punto.
Cóbrate los dos cafés, por favor.
Y la puerta se cerró al ritmo en que se cerraba la distancia entre la moneda y la barra, y se olvidó del cambio mientras se olvidaba de la canción que sonaba.
Se olvidó de las miradas que miraban su baile en el viento. Se olvidó que se enamoraba y que sus palabras ya no expresaban los gritos que ahogaba con el café, y eso ya era un hecho, un sentimiento.
Ella era, ella es, ella será.
Lluïsa
lunes, 1 de octubre de 2012
XL
Quiero dormir mi memoria
para borrar los testigos
de mis negros desalientos
y mis errados caminos
y desprenderme de todo,
de todo cuanto he vivido.
Y así, total solitario
por dentro y por fuera mío
me acurrucaré una noche
bajo la fronda de un pino
y me dormiré acunando
a mi corazón vacío…
para borrar los testigos
de mis negros desalientos
y mis errados caminos
y desprenderme de todo,
de todo cuanto he vivido.
Y así, total solitario
por dentro y por fuera mío
me acurrucaré una noche
bajo la fronda de un pino
y me dormiré acunando
a mi corazón vacío…
Antonio Chazarra Gallud
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