sábado, 30 de agosto de 2014

El joven camina

 El joven camina al sol del mediodía con las manos en los bolsillos. Mira alternativamente arriba y abajo, al frente y atrás. En un momento dado su vista se cruza con la de una mujer que lo observa a través de una ventana. La situación sería normal de no ser porque la mujer que lo mira lo hace a través de una suerte de reja disforme en la que los huecos están distribuidos de la forma más peregrina (o: lo observa a través de una cartulina negra recortada aquí y allá por la frágil tijera de un loco). También: la intensidad de la mirada de la mujer es abrasadora, como si le fuese la vida o algo más importante en ver al joven caminar. Debido a la reja o cartulina –piensa el joven– la mujer no es capaz de verme entero sino sólo algunas partes de mí (el ojo izquierdo, la rodilla derecha, parte del torso).

En el fondo, el joven sabe que es el momento de ignorar a la mujer y seguir caminando, pero en vez de eso lo que hace es ensayar algunas posturas para permitir que la mujer de la ventana vea todo su cuerpo de una sola vez. Desde la otra vereda el joven parecería un mimo esquizofrénico, pero para la mujer de la ventana la escena resulta absolutamente normal, ya que jamás ve al joven entero y por lo tanto no puede terminar de saber cabalmente si este está sólo caminando o si está intentando las cabriolas imposibles de un payaso infernal.

Munir

viernes, 29 de agosto de 2014

Un ídolo


¡Bella forma gentil, idolatrada;
no animes de tu cuerpo la escultura
con el fuego de un alma enamorada!
¡Forma ideal, de lo ideal pagano!
pues que la forma es sólo tu hermosura,
y no es divino en ti sino lo humano.
Mi alma que a los sentidos se avasalla,
a ti se rinde con delirio insano;
y este amor desbordado que en mí estalla,
vivirá de sí mismo y tu belleza.
No muestres, pues, de tu alma la bajeza;
yo amaré por los dos. Tú, besa y calla.

Jacinto Benavente



jueves, 28 de agosto de 2014

Rosa hiperbólica


Va la carreta bamboleante
por el camino, sobre una foz,
el can al flanco va jadeante,
dentro una sombra canta sin voz:

-Soñé laureles, no los espero,
y tengo el alma libre de lid.
¡No envidio nada, si no es dinero!
¡Ya no me llama ningún laurel!

Pulsan las penas en la ventana.
Vienen de noche con su oración,
mas aún alegran en la mañana
los gorriones de mi balcón.

Echéme al mundo de un salto loco,
fui peregrino sobre la mar,
y en todas partes pecando un poco,
dejé mi vida como un cantar.

No tuve miedo, fui turbulento,
miré en las simas como en la luz,
di mi palabra con mi alma al viento,
como una espada llevo mi cruz.

Yo marcho solo con mis leones
y la certeza de ser quien soy.
El Diablo escucha mis oraciones.
Canta mi pecho: ¡Mañana es Hoy!

Va la carreta bamboleante
por el camino, sobre una foz,
el can al flanco va jadeante,
dentro una sombra canta sin voz.

miércoles, 27 de agosto de 2014

Los árboles meditan


Los árboles meditan en invierno.
Gracias a ello florecen en primavera,
dan sombra y frutos en verano
y se despojan de lo superfluo en otoño

Texto popular japonés

martes, 26 de agosto de 2014

A veces lloro


A veces cuando estoy solo
Lloro porque me encuentro abandonado
Las lágrimas que derramo son amargas y cálidas
Ellas fluyen con la vida mas no toman forma alguna
Lloro porque mi corazón está roto
Y siento que es difícil poder soportarlo
Si tuviera un oído para reconfortarme
Lloraría entre mis preciados amigos
Pero acaso hay alguien que se detenga tanto
Para ayudar a otro a sobrellevarlo
El mundo gira rápido y prefiere verte pasar
Antes que detenerse y ver que es lo que te hace llorar
Es doloroso y triste
Y a nadie le importa el por qué.

Tupac Shakur

lunes, 25 de agosto de 2014

El papagayo


El papagayo verde y amarillo,
el papagayo verde y azafrán,
me dijo «fea» con su habla gangosa
y con su pico que es de Satanás.

Yo no soy fea, que si fuese fea,
fea es mi madre parecida al sol,
fea la luz en que mira mi madre
y feo el viento en que pone su voz,
y fea el agua en que cae su cuerpo
y feo el mundo y Él que lo crió...

El papagayo verde y amarillo,
el papagayo verde y tornasol,
me dijo «fea» porque no ha comido
y el pan con vino se lo llevo yo,
que ya me voy cansando de mirarlo
siempre colgado y siempre tornasol...

Gabriela Mistral

viernes, 22 de agosto de 2014

A Hércules

Hundido en el sueño de la infancia,
yacía yo como el mineral en su ganga.
te doy gracias, oh noble Hércules,
por haber hecho de aquel niño un hombre.
Puedo en adelante pretender un tono regio,
y de los nubarrones de mi juventud
surgen vigorosos actos, firmes
como los destellos del hijo de Kronos.

Como el águila incita a sus pequeños
desde que una chispa se alumbra en sus ojos
a seguirla en sus audaces vuelos
a través del jubiloso Éter,
así tu me sacas de mi cuna infantil,
de la mesa, de la casa paterna,
arrastrándome al calor de sus luchas,
oh poderoso semidiós.

¿Acaso creías que el estrépito de tu carro de combate
resonaría en vano en mis oídos?
El peso de los trabajos que asumías
exaltaba cada vez más mi alma.
Claro, tu discípulo pagó un precio por seguirte,
tus rayos, astro orgulloso,
hicieron una quemadura en mi corazón,
pero no lo han consumido.

A ti, audaz nadador, te formaron
las altas potencias divinas, y así afrontaste
todo el oleaje de tu destino,
pero a mí, ¿quién me preparó para la victoria?
¿Quién, pues, impulsó al huérfano
sentado entonces en la sala sombría,
a este colmo de grandeza divina
a tomarte como modelo?

¿Qué fuerza se apoderó de mí, arrancándome
al enjambre de mis compañero de juego?
¿Qué fuerzas llevó a las ramas del arbusto
a levantarse hacia el Éter luminoso?
Nunca la mano solícita de un jardinero
tomó a su cargo mi joven vida,
y sólo por mi propio esfuerzo
alcé los ojos y crecí hacia el cielo.

¡Hijo de Zeus! Mira, vengo a ponerme
a tu lado, con rubor.
Puesto que el Olimpo es tu conquista,
ven a compartirla conmigo.
Si, es verdad que nací mortal,
pero mi alma se ha prometido
la inmortalidad.

Friedrich Hölderlin

jueves, 21 de agosto de 2014

Estrella fugaz


Nunca podrán entender
Lo que planeaste hacer
Prefirieron ridiculizarte
Cuando fuiste débil
Amaban observar
El tenue titilar
De la luz de tu estrella
Cómo podrían entender algo tan complicado
Ser amado por tantos, tan íntimamente
Ellos querían ver tu cuerpo sin vida
Para que así no pudieras alterar el curso
De ignorancia que ellos llevaban
Para hacer olvidar a mi gente
Todo lo que han hecho por tanto tiempo
Para sólo olvidar y continuar
Te he amado siempre por lo que eres
Y ahora le lloro a nuestra estrella fugaz.

Tupac Shakur

miércoles, 20 de agosto de 2014

Materia


Convertir la palabra en la materia
donde lo que quisiéramos decir no pueda
penetrar más allá
de lo que la materia nos diría
si a ella, como un vientre,
delicado aplicásemos,
desnudo, blanco vientre,
delicado el oído para oír
el mar, el indistinto
rumor del mar, que más allá de ti,
el no nombrado amor, te engendra siempre.

José Ángel Valente

jueves, 14 de agosto de 2014

Me dicen que allá las playas son negras


Me dicen que allá las playas son negras
De lava encaminada a la mar
Y se extienden al pie de un inmenso pico humeante de nieve
Bajo un segundo sol de canarios salvajes
Cuál es pues ese lejano país
Que parece extraer todo su esplendor de tu vida
Tiembla muy vivo en la punta de tus pestañas
Suave a tu tez como un paño inmaterial
Recién salido del arca entreabierta de las eras
Detrás de ti
Lanzando sus últimos fuegos sombríos entre tus piernas
El suelo del paraíso perdido
Vidrio de tinieblas espejo de amor
Y más abajo hacia tus brazos que se abren
Es prueba por la primavera
DESPUES
La inexistencia del mal
Todo el manzano en flor de la mar

Andre Breton

miércoles, 13 de agosto de 2014

Qué



Nunca mires atrás,
expande tus alas,
nunca mires abajo,
expande tus miras.

Si estas muerto por dentro 
debes aceptar ser un zombie. 

Los fénix están muriendo
de cáncer de piel
Ícaro nunca tuvo 
la menor oportunidad. 

Esto es como tenga que ser,
si cae incinerado
el funeral será tan artificial
como los fuegos deban ser. 

 Ser o no ser, la cuestión es             
"¿Qué?"



Vade Retro


lunes, 11 de agosto de 2014

El vuelo de los hombres

Sobre la piel del cielo, sobre sus precipicios
se remontan los hombres. ¿Quién ha impulsado el vuelo?
Sonoros, derramados en aéreos ejercicios,
              raptan la piel del cielo.

Más que el cálido aceite, sí, más que los motores,
el ímpetu mecánico del aparato alado,
cóleras entusiastas, geológicos rencores,
              iras les han llevado.

Les han llevado al aire, como un aire rotundo
que desde el corazón resoplara un plumaje.
Y ascienden y descienden sobre la piel del mundo
              alados de coraje.

En un avance cósmico de llamas y zumbidos
que aeródromos de pueblos emocionados lanzan,
los soldados del aire, veloces, esculpidos,
              acerados avanzan.

El azul se enardece y adquiere una alegría,
un movimiento, una juventud libre y clara,
lo mismo que si mayo, la claridad del día
              corriera, resonara.

Los estremecimientos del valor y la altura,
los enardecimientos del azul y el vacío:
el cielo retrocede sintiendo la hermosura
              como un escalofrío.

Impulsado, asombrado, perseguido, regresa
al aire al torbellino nativo y absorbente,
mientras evolucionan los héroes en su empresa
              inverosímilmente.

Es el mundo tan breve para un ala atrevida,
para una juventud con la audacia por pluma;
reducido es el cielo, poderosa la vida,
              domada y con espuma.

El vuelo significa la alegría más alta,
la agilidad más viva, la juventud más firme.
En la pasión del vuelo truena la luz, y exalta
              alas con que batirme.

Hombres que son capaces de volar bajo el suelo,
para quienes no hay ámbitos ni grandes ni imposibles,
con la mirada tensa, prorrumpen en el vuelo
              gladiadores, temibles.

Arrebatados, tensos, peligrosos, tajantes,
igual que una colmena de soles extendidos,
de astros motorizados, de cigarras tremantes,
              cruzan con sus bramidos.

Ni un paso de planetas, ni un tránsito de toros
batiéndose, volcándose por un desfiladero,
darán al universo ni acentos más sonoros
              ni resplandor más fiero.

Todos los aviadores tenéis este trabajo:
echar abajo el pájaro fraguador de cadenas,
las ciudades podridas abajo, y más abajo
              las cárceles, las penas.

En vuestra mano está la libertad del ala,
la libertad del mundo, soldados voladores:
y arrancaréis del cielo la codiciosa y mala
              hierba de otros motores.

El aire no os ofrece ni escudos ni barreras:
el esfuerzo ha de ser todo de vuestro impulso.
Y al polvo entregaréis el vuelo de las fieras
              abatido, convulso.

Si ardéis, si eso es posible, poseedores del fuego,
no dejaréis ceniza ni rastro, sino gloria.
Espejos sobrehumanos, iluminaréis luego
              la creación, la historia.

Miguel Hernández

domingo, 10 de agosto de 2014

La muerte del papagayo


¡Murió mi papagayo!
Llorad, aves del cielo,
Al hijo docto y gayo
Del remoto indo suelo.
Con voces plañideras
Dadle, abatida el ala,
Vuelta en luto la gala,
Las honras postrimeras.

Grande fué, mas añeja
La causa es de tu llanto,
¡Oh Filomela! déja
De recordarla tanto.
Tus gemidos convierte
Que escucha el bosque umbrío,
Del papagayo mío
A lamentar la muerte.

Aves, cuantas la esfera
Cruzáis, llorad ahora;

Pero tú la primera,
Tórtola amante, llora:
Él en dulce recreo
Vivió siempre contigo:
No fué mejor amigo
Oreste ni Teseo.

Mas ¿qué contra la muerte
Pudo, mísero, aquella
Fidelidad valerte?
¿Qué el amor de mi bella?
Es inflexible el hado;
Llega el fatal momento,
¡Y caes, ornamento
Del ejército alado!

Con tu rosáceo pico
El múrice afrentaras;
Con tu plumaje rico
Las esmeraldas raras.
Con tu lengua el sonido
Que hubieses escuchado,
Volvíasle imitado
Engañando el oído.

Apenas un momento
Que del habla al cultivo
Negases, al sustento
Lo dabas fugitivo;

Pues era solamente
Alguna nuez tu vianda,
Y adormidera blanda,
Con agita de la fuente.

De la paz bendecida
Dulce amador parlero,
Te arrebató la vida
Tiro de Envidia artero.
¡Y estos así perecen,
Mientras las pendencieras
Codornices en fieras
Batallas envejecen!

¡Y, nuncio de aguacero,
Vive el grajo; el milano,
Que amenazante y fiero
Gira en el éter vano;
El buitre, que de presa
En pos hambriento vaga;
Y la corneja aciaga
Siglos morir ve ilesa!

Que es ley indeficiente
En toda la natura,
Que acabe lo excelente
Mientras lo inútil dura.
Burlón Tersites mira
Rota la hueste aquea;
Y Paris lozanea
Mientras Héctor espira.


Lleváronse los vientos
Los votos de mi amada;
Sus votos, sus lamentos,
De muerte al ver postrada
Al ave peregrina
Que con voz lastimera
Habló por vez postrera
Diciendo: "¡Adiós, Corina!"

En el Elíseo existe
Opaco un bosque: el suelo
De hierba y flores viste
Inmortal arroyuelo.
Ni á pájaros da entrada
O inmundos ó inclementes,
Que es de aves inocentes
Pacífica morada.

Allí en concordia suma,
Fénices vividores,
Cisnes de blanca pluma:
El pavón sus colores
Despliega campeando,
Y la paloma tierna
Sus ósculos alterna
Con el arrullo blando.

Entre ellos recibido
El papagayo ahora,
Empieza agradecido
A hablar de su señora;


Y el vulgo circunstante,
Atónito ó atento,
Oye su claro acento
Al nuestro semejante.

Su cuerpo ya reposa
Inanimado y leve;
Le cubre exigua losa,
Es su epitafio breve:
"Del reino de la Aurora
Vine, asombro á la gente;
Más que ave fuí elocuente
Corina fiel me llora."

Ovidio

sábado, 9 de agosto de 2014

La Novia del Mar

Negro telar de riscos, tierras altas detrás de mí,
Oscuras son las arenas de la distante costa;
Sombríos son los caminos rocosos que me recuerdan
Con tristeza los días perdidos en el Nunca Más.

Suaves, las olas del océano acarician las rocas,
Dulce y familiar es aquel sonido hondo;
Aquí, con su cabeza sobre mi hombro
He caminado con Unda, La Novia del Mar.

Brillante fue la aurora de mi juventud cuando la conocí,
Dulce como la brisa que sopla sobre la hierba.
Rápido fui capturado en las más sólidas cadenas del Amor,
Era feliz estando aquí, y Ella era feliz conmigo.

Nunca le pregunté por dónde había vagado,
Nunca me preguntó por mi pasado:
Felices como niños: no pensamos ni soñamos,
Sólo disfrutamos de la abundancia de la tierra y el océano.

Cuando la luz de la luna tocó su suave melodía,
Alta en el acantilado, sobre las aguas que contemplamos,
Su cabello fue atado con una guirnalda de sauces,
Desplumado en la fuente de un bosque encantado.

Extrañamente, ella miraba aquel vaivén repentino,
Deslumbrada ante la luz, encantada por el sonido:
Entonces las olas de salvaje aspecto la reclamaron,
Severas como el océano y crueles como la noche.

Fríamente ella me dejó, sorprendido y llorando,
De pie, en soledad, entre las legiones que ella bendijo:
Hacia abajo, siempre abajo. A medias cayendo, a medias volando,
La dulce Unda robó los secretos malditos del mar.

La calma creció sobre las aguas, y los azotes tumultuosos
Fueron un monótono balanceo mientras Unda, la Hermosa,
Pasó por las arenas húmedas con afectuoso saludo,
Oculta para mí, ya nunca estuvo allí.

Largos años vagué por las rocas donde ella se desvaneció,
Altas lunas ascendieron y cayeron otra vez.
Gris rompió el alba hasta que la triste noche fue desterrada,
Mi corazón permaneció allí, con su infinito dolor.

He recorrido el amplio mundo en busca de mi amada;
Vagué por el lejano desierto y las distantes aguas.
Hasta que sobre una ola, mientras la tormenta rugía,
Vislumbré un rostro que me embargó de calma y felicidad.

Nunca en mi inquietud he tropezado
Al buscar los pálidos destellos de mi camino.
Ahora me he extraviado donde las olas tiemblan,
De vuelta en el escenario del ayer abandonado.

¡Mira! La luna se alza roja sobre las brumas del mar,
Se eleva en una ominosa grandeza, digna de contemplar;
Extraño es su rostro, como mis torturados ojos que ven
Sobre el inabarcable reflejo de la luz y el azul.

Directo desde la luna, hasta la orilla donde estoy suspirando,
Surge un puente brillante, hecho de anhelos y diamantes.
Frágil puede ser, pero qué sencillo resulta intentarlo:
Vagar desde la tierra hasta el orbe de los sueños olvidados.

¿Qué rostro aparece bajo el luctuoso ojo de la luna?
¿He encontrado por fin a la doncella que huyó?
Sobre el puente delicado mis pasos se acercan,
Su fantasma de ternura acelera mi marcha.

Las corrientes me rodean, y suave me balanceo,
Lejos, sobre el sendero de la luna finalmente la veo.
Impaciente, a medias cayendo, a medias rezando,
Avancé hasta alcanzar aquella visión de la Gracia.

Las aguas murmurantes se cierran sobre mi,
Suave, la visión se acerca con ternura.
Mis hechos han concluido. Mi corazón reposa sin lugar,
A salvo eternamente con mi amada: La Novia del Mar.


Howard Phillip Lovecraft

viernes, 8 de agosto de 2014

Mujer y gata


La sorprendí jugando con su gata,
y contemplar causóme maravilla
la mano blanca con la blanca pata,
de la tarde a la luz que apenas brilla.

¡Como supo esconder la mojigata,
del mitón tras la negra redecilla,
la punta de marfil que juega y mata,
con acerados tintes de cuchilla!

Melindrosa a la par por su compañera
ocultaba también la garra fiera;
y al rodar (abrazadas) por la alfombra,

un sonoro reír cruzó el ambiente
del salón... y brillaron de repente
¡cuatro puntos de fósforo en la sombra!


Paul Verlaine

jueves, 7 de agosto de 2014

Pie para el niño de Vallecas, de Velázquez

Bacía, Yelmo, Halo.
Este es el orden, Sancho.

De aquí no se va nadie.

Mientras esta cabeza rota
del Niño de Vallecas exista,
de aquí no se va nadie. Nadie.
Ni el místico ni el suicida.

Antes hay que deshacer este entuerto,
antes hay que resolver este enigma.
Y hay que resolverlo entre todos,
y hay que resolverlo sin cobardía,
sin huir
con unas alas de percalina
o haciendo un agujero
en la tarima.
De aquí no se va nadie. Nadie.
Ni el místico ni el suicida.

Y es inútil,
inútil toda huida
(ni por abajo
ni por arriba).
Se vuelve siempre. Siempre.
Hasta que un día (¡un buen día!)
el yelmo de Mambrino
—halo ya, no yelmo ni bacía—
se acomode a las sienes de Sancho
y a las tuyas y a las mías
como pintiparado,
como hecho a la medida.
Entonces nos iremos todos
por las bambalinas.
Tú, y yo, y Sancho, y el Niño de Vallecas,
y el místico, y el suicida.

León Felipe

martes, 5 de agosto de 2014

Michael Jordan

1) Puedo aceptar el fracaso, pero no puedo aceptar no tratar.

2) He fallado más de 9000 tiros en mi carrera. He perdido casi 300 juegos. 26 veces han confiado en mi para tomar el tiro que ganaba el juego y lo he fallado. He fracasado una y otra vez en mi vida y eso es por lo que tengo éxito.

3) Nunca pienso en las consecuencias de fallar un gran tiro … cuando se piensa en las consecuencias, se esta pensando en un resultado negativo.

4) Juego para ganar, durante las practicas o en un juego real, y no voy a dejar nada en el camino, de mi o mi entusiasmo para ganar.

5) No estoy sudando durante tres horas todos los días solo para saber que es lo que se siente sudar.

6) Si aceptas las expectativas de los demás, especialmente las negativas, entonces nunca cambiaras el resultado.

7) Algunas personas quieren que algo ocurra, otras sueñan con que pasara, otras hacen que suceda.

8) El talento gana juegos, pero el trabajo en equipo y la inteligencia gana campeonatos.



9) Para tener éxito hay que ser egoísta, o nunca lo lograra. Y cuando llegue a su nivel mas alto, entonces hay que ser desinteresado. Manténgase accesible. Manténgase en contacto. No se aísle.

10) Debes esperar cosas de ti mismo antes de que las puedas hacer.

11) Siempre he creído que si trabajas, los resultados vendrán solos. No hago las cosas a medias, porque sé que si lo hago entonces solo puedo esperar tener resultados a medias

12) Mi actitud es tal que, si me empujas hacia algo que piensas es una debilidad, entonces daré vuelta esa debilidad percibida y la convertiré en una fortaleza.

13) Solo juega. Diviertete. Disfruta el juego.

14) Quien dice que juega al limite, es porque lo tiene.

15) Todo se resume en una sentencia muy sencilla: existen buenas y malas maneras de hacer las cosas. Usted puede practicar el tiro ocho horas diarias, pero si la técnica es errónea, sólo se convertirá en un individuo que es bueno para tirar mal.

16) Paso a paso. No concibo ninguna otra manera para lograr las cosas

17) “He fallado una y otra vez en mi vida, por eso he conseguido el éxito”

lunes, 4 de agosto de 2014

Nachtlied / Canción nocturna

Quellende, schwellende Nacht,

Voll von Lichtern und Sternen:

In den ewigen Fernen,

Sage, was ist da erwacht!

Herz in der Brust wird beengt,

Steigendes, neigendes Leben,

Riesenhaft fühle ich's weben,

Welches das meine verdrängt.


Schlaf, da nahst du dich leis,

Wie dem Kinde die Amme,

Und um die dürftige Flamme

Ziehst du den schützenden Kreis.

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Noche surgente, creciente,

plena de luces y estrellas:

¡en las distancias eternas,

nombra, lo que allí despierte!


Seno el corazón oprime,

vida ascendente, final,

cual titán siento tramar,

la que la mía suprime.


Sueño, vienes sin rumor,

como al niño la nodriza;

ciñes la llama enfermiza

con el cerco protector.


Christian Friedrich Hebbel

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