El hombre establece su camino
En mitad de su propia resurrección
Y empieza, entonces, a crecer.
A dejar que sus manos, en torno de él,
Crezcan un poco y se olviden.
No sé –no sabemos qué hacer-
En ese mundo lento y puro
Que hemos perdido totalmente.
Sin embargo, tengo el cielo.
Tengo muchas cosas dentro de mi corazón.
Y vuelvo otra vez a verte inmaterial,
Terrestre como las mejores cosas
Diosa mía, hecha de frutos,
De savia, de luces.
Y me quedo ante ti,
nuevamente viejo y perdido,
sin mi voz, sin mi silencio
una vez más atravesando
por los siete pecados capitales.
He visto, compañeros míos, sus ojos.
Eran los mejores ojos del mundo, y los he visto.
No había lágrimas en ellos, pero los he visto.
Su silencio me llenó de paz y pureza.
Desde entonces soy un mejor hombre.
Y desde entonces espero.
José Revueltas
Este tío parece la versión hipster de don Diego de la Vega
ResponderEliminar