que no me encuentre sucia y derrotada,
que me sangren las encías
y los poemas escuálidos
que me sangren las cuencas de los ojos,
y los versos me atornillen el corazón
al lado izquierdo del cuerpo,
que mis dientes mastiquen despacio
todo este silencio,
que el silencio no me sangre
que me sangre la palabra,
que resbale en hilos rojos
por mis brazos y mis piernas,
que resbale la palabra
que la poesía me duela
para no dolerte más,
que me duela y me sangre
para no dolerme,
que forme una parábola
entre tu boca y mi boca
que no venga la poesía a salvarme
que no venga
Qué genialidad de poema.
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