sábado, 12 de abril de 2014

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Creímos que todo estaba roto, perdido, manchado,
pero dentro sonreía lo verdadero, esperando.
                                    Juan Ramón Jiménez
Mi abuelo no olvida
los campos donde cantaron los cuchillos sus destrezas más voraces
la tierra donde claman los gritos de millones de mujeres y hombres,
ni toda la sangre esparcida
amontonada en las cunetas o en el monte
Ni el tropel de cuerpos acribillados
ni sus manos
levantadas y rotas
atadas
llenas de azadas y durezas del campo
brotan de la tierra todavía.
No lograron silenciar un país
ni a su mayoría
ni a sus calles, ni a sus plazas,
ni a sus iglesias.
Aquellos que creyeron vencedores o jueces
ganaron doseles ondeantes en las almenas del tiempo.
Pasados cuarenta años de la herencia
su punta de lanza rebota en las murallas de la vida,
ya se ve venir lo verdadero y su sonrisa
su lógica le dice al hombre
la posibilidad de ser hombre todavía.
Olvida tú si quieres
poder que no puedes, ni pudiste
prometo que no seguirás  refugiándote en mi sangre

ni en la de los míos.

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