martes, 30 de abril de 2013

80

Si un país es sabiamente gobernado,
sus habitantes están satisfechos.

Disfrutan de la labor de sus manos
y no pierden el tiempo inventando
máquinas que les ahorren el esfuerzo.

Puesto que aman tiernamente sus hogares
no están interesados en viajar.

Quizá haya carruajes o barcos,
aunque no van a parte alguna.

Quizá haya un arsenal de armas,
aunque nadie jamás las usa.

La gente disfruta de su comida,
se complace con su familia,
pasa los días de fiesta en su jardín,
se deleita en los quehaceres de la vecindad.

Y aún cuando el vecino país se halla tan próximo
que oyen cantar a sus gallos, ladrar a sus perros,
están contentos de morir a edad avanzada
sin haberlo visto jamás.

Ol' Muchacho Blissett

suicidio virtual

Me es imposible continuar consumiendo el producto que ustedes ofertan. He decidido que, por el momento, me relacionaré con mi entorno de manera personal y activa, sin rechazar, evidentemente, las bondades de la era tecnológica. Seguiré comunicándome por e-mail con la gente con quien yo decida.

Así bien, espero recibir la noticia de que aún me quedan amigos después del holocausto Facebook.

Madrid, 29 de Abril, 2013

Iride

lunes, 29 de abril de 2013

Tarde en el hospital

Sobre el campo el agua mustia
cae fina, grácil, leve;
con el agua cae angustia:
llueve

Y pues solo en amplia pieza,
yazgo en cama, yazgo enfermo,
para espantar la tristeza,
duermo.

Pero el agua ha lloriqueado
junto a mí, cansada, leve;
despierto sobresaltado:
llueve

Entonces, muerto de angustia
ante el panorama inmenso,
mientras cae el agua mustia,
pienso.
Luther Blissett

sábado, 27 de abril de 2013

Pró lo go a Residencia en la Tierra

Este poema -si se le quiere llamar así- fue encontrado entre los papeles del difunto Pablo Neruda en el decurso  de una ardua investigación enmarcada en el ámbito de la bibliografía material y que tenía como objetivo entender ciertos puntos oscuros de su obra. La publicamos aquí, en este blog, como pensamos que a él le habría gustado.

Ché, buenas tardes, me llamo Pablo,
hace unos meses
YO ni siquiera sabía / que existiera un lugar
llamado Birmania.

Era un muchacho feliz
-o tal vez no tanto
ya que algunas noches
etc.-

Sin embargo
ahora que echo la vista atrás
CHILE sigue molando.

Como tal vez ya escucharon
recién escribí un libro.
Se llama Residencia en la Tierra.
          ¿En qué tierra?,
          se preguntarán.
En este estercolero infecto llamado Byrmanya.

Me aburro. Me aburro mucho.

Supongo
que el nombre de Birmania sonará exótico
                    (que despertará cárdenas evocaciones)
pero no
no hay ni un pinche boliche
ni una sucia discoteca
y los libros, ¿qué creen?
NO SE ENTIENDEN UN CARAJO
y la gente es toda igual, todos amarillos
¡¡puta que los parió!!,
si siquiera se distinguiesen
hombres y mujeres
podría entretenerme
sacando una sillita a la puerta de mi mansión. Pero no.
Todos iguales.
Todos hablando en arameo.

Así que voy a escribir mi propio libro,
uno TAN aburrido que quienes lo lean desesperarán,
y YO lo leeré
una y otra vez
una y otra vez
una y otra vez
bajo este agradable solecito
          a 50 grados centígrados
                    (120% de humedad relativa)
hasta que se me derritan los sesos.

¡Si al menos tuviese alcohol!
¡Si al menos tuviese drogas!
Si al menos la civilizadísima costumbre de la prostitución hubiese alcanzado estas tierras bárbaras...
(Y encima aquí
a la mínima que una titi
te refriega el Kux-kux por la jeta
te engancha bien enganchao <sic>.)

Paganos hijos de puta
a una otra orilla del Atlántico
voy a escribir un libro tan aburrido
que sólo podrá terminarlo octavio paz:
          OS BAIS A KAGAR PUTOS CHARLIES.

Pedro J. de Auschwitz II.
                                                  Menuda entelequia.

Me voy a ver si me hago una paja.
Hugo Grajedas Vlisset III 
y
Camarón de Isla Blisset.
(Para contactar:
vivimos en infierno de Zona Safari)

viernes, 26 de abril de 2013

Camelot


¿Os acordáis cuando Madrid era una ciudad sin adjetivos...

     cuando en Madrid había madrileños
         escondiéndose en la noche eterna de Plaza España
         y había putas y gitanos
         pero no putas de cartón piedra
                  ni gitanos de postal?
¿Os acordáis cuando aún no acechaban esos ojos suspendidos de las vallas
         cuando aún no vivíamos
         desterrados en el gris?
¿Os acordáis de aquellos -oh- cañaverales?

¿Aquel Madrid de dictadura
         donde Armas perdió la guerra.
Aquél que se atrevía a gritarse
         Madrid es Tierno
         cuando Madrid aún no fingía ser Madrid?

¿Aquél que estaba hecho de adoquines y experiencias
         cuando los iraquíes bombardearon la capital?
Hoy -25 de abril de 2013- nos han bombardeado.
Ayer nos han bombardeado.
Mañana nos hemos bombardeado.
¿Os acordáis de aquel loco que hacía equilibrios en la punta de su sombrero
         de aquellos jóvenes aéreos que no lograban gritar Revolución
                  porque se estaban masticando las entrañas
                           -estaban bebiéndose su hiel-?

¿Dónde está ahora Madrid
         -Madrid-?
¿Tal vez bajo esta costra redundante

         bajo este pijama sonámbulo; tal vez

bajo este disfraz invisible

         de puta triste

que llevas puesto

        -puta extraviada-

-oh- Madrid?
Wu Ming Blisset

jueves, 25 de abril de 2013

Big-Bang Theory

Todo es tan óptico
que te lo estás perdiendo.

Yo hablo de aquel sentimiento
tan olvidado, tan antiguo,
tan el primero.

Yo hablo
del jodido Big-bang,
del jodido Big-bang,

del amor empezando a  respirar
del amor empezando a caminar
hacia la vida y no hacia el final,
joder, que el tiempo es circular.

Parece mentira la de mentiras que nos contaron.
Yo vengo a recuperarte mi VERDAD.

Sin pretender convencerte de nada,
pero mi misión es hacerte DUDAR.
Silvia Orión

miércoles, 24 de abril de 2013

DOS TETAS COMO DOS LUNAS

llenas

Hormonas sincronizadas
en horario de oficina

a ambos lados
una recién llegada.


Luther Blissett

martes, 23 de abril de 2013

El animal Confuso


I

El hombre es un alma atrapada
En el cuerpo de un animal confuso
Un animal que grita preguntas a los vientos
E intenta atrapar la luna con su lógica
Para destronarla del cielo

Las vidas de los hombres son suspiros
Pálpitos del eterno corazón
Pero el hombre intenta domarlos
Contando horas, minutos y segundos
Ignorando la naturaleza inmóvil del tiempo
Y lo infinito del universo

El hombre aún así se afana
En complejísimos proyectos
Cada ambiguo individuo
Lleva cerca del pecho
Una lista razonable
De cosas por hacer

¿Qué hemos hecho?
Erigir muros de acero y filosofía
Que aíslan a los unos de los otros
Y alejan a todos por igual de la realidad
Inventar la soledad endémica
Para evitar cualquier contacto espiritual
Nos cegamos con brío
Con la ciencia y la cultura
Las mascaras más exóticas
De nuestro baile de disfraces animal

Lo hicimos todo
Lo posible y lo imposible
Lo moral y lo execrable
Lo traidor y lo impío
Hasta lo más noble y sacrosanto
Con tal solo de cerrar los ojos
Y no ver
Que el mundo no nos pertenece
Que somos simples transeúntes
Cárceles perecederas para ánimas
Animales confusos
Escribiendo nuestros nombres en la arena de la playa
Sin tener en cuenta que las mareas subirán inevitablemente
Borrando hasta la última huella

II

¿Qué se yo?
No he dicho nada
Soy solo un animal confuso
Centinela de mi alma
Pero a veces
Poseído por la luna llena
Mi espíritu libera un gemido hambriento
En esos fantásticos momentos
Soy hermano de lobo
Hijo del chacal
Miembro menor
De la jauría salvaje de los perros
Que se tumban y duermen a mi lado
Los felinos erizan las espaldas
Al verme pasar

Por ahora acato la condena de mi carne
Aguardando el venir del sueño decisivo
Que romperá el hechizo de mi civilización
Entonces rasgaré mis vestiduras
Huiré desnudo por las calles
Hasta encontrar el bosque
Allí abriré mi pecho
Con las uñas de mis manos
Liberaré mi alma
De esta grosera cárcel magra
Y celebrare el rencuentro con la luz
Con un bestial aullido

Luther Blissett

lunes, 22 de abril de 2013

RECUERDO A SAYYAB




Recuerdo a Sayyab gritando en vano en el Golfo:

“¡Iraq, Iraq, nada más que Iraq...!”.

Y sólo le respondía el eco.

Recuerdo a Sayyab: en este espacio sumerio,

una mujer venció la esterilidad de la niebla

y nos legó la tierra y el exilio.

Recuerdo a Sayyab... la poesía nace en Iraq:

sé iraquí, amigo, si quieres ser poeta.

Recuerdo a Sayyab: no halló la vida que

Imaginaba entre el Tigris y el Éufrates,

por eso no pensó, como Gilgamesh, en las hierbas

de la eternidad ni en la resurrección...

Recuerdo a Sayyab: tomó el código de Hammurabi

Para cubrir su desnudez

Y marchó, místico, hacia su tumba.

Recuerdo a Sayyab cuando, febril,

Deliro: mis hermanos preparaban la cena

Al ejército de Hulagu porque no tenía más siervos que...

¡mis hermanos!

Recuerdo a Sayyab: no habíamos soñado con un néctar

que no merecieran las abejas, ni con más que

dos pequeñas manos saludando nuestra ausencia.

Recuerdo a Sayyab: herreros muertos se levantan

de las tumbas para forjar nuestros grilletes.

Recuerdo a Sayyab: la poesía es experiencia

Y exilio: hermanos gemelos. Y nosotros sólo soñábamos con

una vida semejante a la vida y con morir a nuestra manera.

“Iraq,

Iraq.

Nada más que Iraq...”.

Luther Blissett

Traducido del árabe por Maria Luisa Prieto

domingo, 21 de abril de 2013

(Revisaré esos usos...)



Revisaré esos usos mientras caen los cuerpos,
Se apilan para llegar a la puerta del cielo,
Ahí sí, se cumplirá el susodicho absurdo,
"Los últimos serán los primeros",
Que los primeros lo construyeron,
Cimentaron con sus cuerpos desde el infierno,
Poco más que un saco compacto
De recipientes rotos y vacíos,
Vacíos como el tiempo en los ojos,
Pendientes del milagro de las sobras de otros,
Para cantar a gritos la alabanzas del yo,
Y poco más que una amalgama cárnica,
Que se hará bola y rodara como una canica
Hasta encontrar el hueco en el que quedarse
Atrapada y entonces, comenzara a pensar
Y vera que no hay cielo y que hay que volver a empezar.


Luther Blissett





Ilustración por Josef Blissett



sábado, 20 de abril de 2013

(En alguna pared de algún lugar)

Mar azul que rebosa mi alma,
nunca conocí la derrota
porque nunca competí por nada

Luther Blissett

viernes, 19 de abril de 2013

La infanticida Marie Farrar

1
Marie Farrar, nacida en abril,
menor, sin señas particulares, raquítica, huérfana,
hasta el presente no fichada, dice haber
asesinado a un niño de la siguiente manera:

Que ya en el segundo mes intentó
en lo de una mujer que vivía en un sótano
abortarlo con dos inyecciones, que declara
fueron dolorosas. Pero no quiso salir.
Y a ustedes, les ruego, se abstengan de juzgar
Pues toda criatura necesita ayuda de todas las demás.

2
A pesar de ello dice haber pagado en el acto
lo convenido y desde entonces haber usado faja,
también bebió kerosen con pimienta molida;
pero que todo eso no hizo sino provocarle diarrea.
Que su cuerpo se hinchó a ojos vistas y que tuvo
dolores agudos, mientras lavaba los platos, muchas veces.
Ella misma, dice, aún no había dejado de crecer.
Que le rezó a la virgen, con mucha esperanza.
En cuanto a ustedes, les ruego, se abstengan de juzgar,
Pues toda criatura necesita ayuda de todas las demás.

3
Al parecer, las oraciones no dieron resultado.
También, era mucho pedir. Cuando se puso más gruesa
le daban mareos durante la misa. Sentía el cuerpo húmedo
de miedo, cuando se arrodillaba al pie del altar.
Sin embargo, mantuvo en secreto su estado,
hasta que finalmente la sorprendió el parto.
Pudo ocultarlo todo, seguramente porque nadie creía que ella
tan sin gracia, hubiera caído en la tentación.
Y a ustedes, les ruego, se abstengan de juzgar
Puesto toda criatura necesita ayuda de todas las demás.

4
Que ese día, según ella, muy de madrugada
al lavar la escalera sintió que le clavaban
uñas en el vientre. El dolor la estremecía.
Y, sin embargo, logró disimularlo.
Todo el día. Mientras cuelga la ropa
la cabeza le estalla: de repente se da cuenta
que va a parir y siente un gran peso
sobre el corazón. Solo muy tarde sube al cuarto.
Pero a ustedes, les ruego, se abstengan de juzgar
Pues toda criatura necesita ayuda de todas las demás.

5
La llamaron de nuevo cuando ya se había acostado,
había nevado y tuvo que barrer.
Así hasta las once. Aquel fue un largo día.
Solo entrada la noche pudo parir en paz.
Y dio a luz, así declara, a un niño varón,
a un hijo que era igual a otros hijos,
pero ella no era igual que otras madres, eso
quiero aclararlo sin ironía y sin mayor motivo.
En cuanto a ustedes, les ruego, se abstengan de juzgar
Pues toda criatura necesita ayuda de todas las demás.

6
Dejémosla que siga relatando
lo que con ese hijo pasó
(dijo que no pensaba guardarse una palabra)
para que todos lo sepan y se ubiquen.
Dice que a poco de acostarse sintió intenso malestar,
sin saber qué podría ocurrir,
pues estaba sola, y que se forzó a no gritar.
Y yo a ustedes, les ruego, se abstengan de juzgar
Pues toda criatura necesita ayuda de todas las demás.

7
Con sus últimas fuerzas, dice que luego,
como su cuarto estaba helado, se arrastró
hasta el retrete y allí (no recuerda exactamente
en qué momento), sin más vueltas, parió
hacia el amanecer. Dice que entonces se sintió
muy confusa, y luego, ya medio congelada,
porque en el baño de servicio entra la nieve,
apenas tuvo fuerzas para alzar al niño.
En cuanto a ustedes, les ruego, se abstengan de juzgar
Pues toda criatura necesita ayuda de todas las demás.

8
Luego, entre el baño y la pieza -dice que hasta entonces
no había pasado nada-, la criatura
comenzó a gritar, eso la alteró de tal manera,
que la golpeó con ambos puños y con fuerza,
ciegamente, dice, hasta que se calló.
Luego de ello se llevó el cuerpito consigo
a la cama por el resto de la noche
y de mañana lo escondió en el lavadero.
Pero a ustedes, les ruego, se abstengan de juzgar
Pues toda criatura necesita ayuda de todas las demás.

9
Marie Farrar, nacida en abril,
muerta en la prisión de Meissen
madre soltera, sentenciada, quiere
mostrarles los sufrimientos de todas las criaturas.
Ustedes que dan a luz en limpias
camas de maternidad y llaman
"benditos" a sus vientres preñados quieran
no condenar a los débiles perdidos
pues sus pecados fueron duros y su dolor fue grande.
Por eso, les ruego, se abstengan de juzgar
Pues toda criatura necesita ayuda de todas las demás.

Luther Blissett

jueves, 18 de abril de 2013

lo simple/ lo complejo


No se pueden derramar las cosas sencillas
Porque no consienten si no en ser livianas
Se resisten a caer de cualquier recipiente
Y levitan ingrávidas frente a tu mirada

No se deben juntar las cosas sencillas
Pues no toleran bien perder su simpleza
Aborrecen del conjunto como de la peste
Y mucho temen perder su trasparente tibieza

Lo complejo bota sobre tu cogote
Paraliza las corneas enturbiando la vista
Gotea sudor por tus mismas axilas
Es el embudo avieso de tu cordura

No se deben juntar las cosas complejas
Pues tienden a enredarse con ellas mismas
Gustan de apelmazarse en las esquinas
Entre las sombras negras de las pesadillas

Luther Blissett

miércoles, 17 de abril de 2013

Canto negro


¡Yambambó, yambambé!
Repica el congo solongo,
repica el negro bien negro;
congo solongo del Songo
baila yambó sobre un pie.

Mamatomba,
serembe cuserembá.

El negro canta y se ajuma,
el negro se ajuma y canta,
el negro canta y se va.
Acuememe serembó,

yambó,
aé.

Tamba, tamba, tamba, tamba,
tamba del negro que tumba;
tumba del negro, caramba,
caramba, que el negro tumba:
¡yamba, yambó, yambambé!

Luther Blissett

martes, 16 de abril de 2013

Birds in the night




El gobierno francés, ¿o fue el gobierno inglés?, puso una lápida
En esa casa de 8 Great College Street, Camden Town, Londres,
Adonde en una habitación Rimbaud y Verlaine, rara pareja,
Vivieron, bebieron, trabajaron, fornicaron,
Durante algunas breves semanas tormentosas.
Al acto inaugural asistieron sin duda embajador y alcalde,
Todos aquellos que fueran enemigos de Verlaine y Rimbaud cuando vivían.

La casa es triste y pobre, como el barrio,
Con la tristeza sórdida que va con lo que es pobre,
No la tristeza funeral de lo que es rico sin espíritu.
Cuando la tarde cae, como en el tiempo de ellos,
Sobre su acera, húmedo y gris el aire, un organillo
Suena, y los vecinos, de vuelta del trabajo,
Bailan unos, los jóvenes, los otros van a la taberna.

Corta fue la amistad singular de Verlaine el borracho
Y de Rimbaud el golfo, querellándose largamente.
Mas podemos pensar que acaso un buen instante
Hubo para los dos, al menos si recordaba cada uno
Que dejaron atrás la madre inaguantable y la aburrida esposa.
Pero la libertad no es de este mundo, y los libertos,
En ruptura con todo, tuvieron que pagarla a precio alto.

Sí, estuvieron ahí, la lápida lo dice, tras el muro,
Presos de su destino: la amistad imposible, la amargura
De la separación, el escándalo luego; y para éste
El proceso, la cárcel por dos años, gracias a sus costumbres
Que sociedad y ley condenan, hoy al menos; para aquél a solas
Errar desde un rincón a otro de la tierra,
Huyendo a nuestro mundo y su progreso renombrado.

El silencio del uno y la locuacidad banal del otro
Se compensaron. Rimbaud rechazó la mano que oprimía
Su vida; Verlaine la besa, aceptando su castigo.
Uno arrastra en el cinto el oro que ha ganado; el otro
Lo malgasta en ajenjo y mujerzuelas. Pero ambos
En entredicho siempre de las autoridades, de la gente
Que con trabajo ajeno se enriquece y triunfa.

Entonces hasta la negra prostituta tenía derecho de insultarles;
Hoy, como el tiempo ha pasado, como pasa en el mundo,
Vida al margen de todo, sodomía, borrachera, versos escarnecidos,
Ya no importan en ellos, y Francia usa de ambos nombres y ambas obras
Para mayor gloria de Francia y su arte lógico.
Sus actos y sus pasos se investigan, dando al público
Detalles íntimos de sus vidas. Nadie se asusta ahora, ni protesta.

"¿Verlaine? Vaya, amigo mío, un sátiro, un verdadero sátiro.
Cuando de la mujer se trata; bien normal era el hombre,
Igual que usted y que yo. ¿Rimbaud? Católico sincero, como está demostrado."
Y se recitan trozos del “Barco Ebrio” y del soneto a las “Vocales”.
Mas de Verlaine no se recita nada, porque no está de moda
Como el otro, del que se lanzan textos falsos en edición de lujo;
Poetas mozos de todos los países hablan mucho de él en sus provincias.

¿Oyen los muertos lo que los vivos dicen luego de ellos?
Ojalá nada oigan: ha de ser un alivio ese silencio interminable
Para aquellos que vivieron por la palabra y murieron por ella,
Como Rimbaud y Verlaine. Pero el silencio allá no evita
Acá la farsa elogiosa repugnante. Alguna vez deseó uno
Que la humanidad tuviese una sola cabeza, para así cortársela.
Tal vez exageraba: si fuera sólo una cucaracha, y aplastarla.


Luther Blissett

lunes, 15 de abril de 2013

En el principio era el verbo


te número te teléfono aburrido

te direcciono (callo caso y escalero)

y habitacionada ya te lámparo te suelo

te vaso te enfósforo te libro

te visto te destoco te desvisto desoído

te camo te almohado enciendo descobijo

te pelo te cadero me cinturas

nos trasvasamos labio a labio

me embotello en tu adentro

nos rehacemos te desformo me conformo

miltuplicada tú yo mildividido

Luther Blissett

domingo, 14 de abril de 2013

ME VAIS A COMER LA POLLA


JORGE LUIS BORGES es un COMEPOLLAS
JULIO CORTÁZAR es un COMEPOLLAS
ROBERTO BOLAÑO es un COMEPOLLAS
MIGUEL DE CERVANTES, otro COMEPOLLAS
GONZALO TORRENTE BALLESTER, muy COMEPOLLAS
MARIO BENEDETTI es un TRAGAPOLLAS
HORACIO QUIROGA, el otro uruguayo, muy muy TRAGAPOLLAS
NICANOR PARRA es un COMEVERGAS
RAMÓN JOSÉ SENDER, un COMEPOLLAS
CHARLES BAUDELAIRE reflexiona COMIENDO POLLAS
ANTONIO MACHADO es un COMEPOLLAS
a GUSTAVO ADOLFO BÉQUER le entiende todo el mundo: COMEPOLLAS
FEDERICO GARCÍA LORCA es EL COMEPOLLAS
PABLO NERUDA, un verdadero señor en el arte de COMER POLLAS
PAUL AUSTER = yanki COMEPOLLAS
CHUCK PALAHNIUK es un COMEPOLLAS
HARUKI MURAKAMI COME diminutas POLLAS japonesas
CHARLES BUKOWSKI es un COMEPOLLAS de mucho cuidado
RAYMOND CARVER, grandísimo hijo de puta COMEPOLLAS
RICHARD FORD es una puta COMEPOLLAS
ENRIQUE VILA-MATAS es un COMEPOLLAS
CARMEN LAFORET rebaña los restos que quedan en algunas POLLAS
CESÁREA TINAJERO se pone gorda porque COME POLLAS
DAVID FOSTER WALLACE también COME POLLAS
ISABEL ALLENDE cree que puede COMER POLLAS
pero no puede COMER POLLAS
MIGUEL HERNÁNDEZ, otro COMEPOLLAS
VICENTE ALEIXANDRE, ZAMPAPOLLAS
OCTAVIO PAZ es la abeja reina de los COMEPOLLAS
WILLIAM SHAKESPEARE de dos en dos COME POLLAS
JAMES JOYCE, mientras escribe el ULISES, COME POLLAS
a SAMUEL BECKETT comienza a gustarle COMER POLLAS
ERNEST HEMINGWAY es el jefe COMEPOLLAS
PIER PAOLO PASOLINI, valiente COMEPOLLI
como a VADE RETRO le gusta CERNUDA, también es un COMEPOLLAS
VADE RETRO es un COMEPOLLAS
LOS ESCRITORES BÁRBAROS son todos unos COMEPOLLAS
PADILLA (no recuerdo su nombre de COMEPOLLAS),
como buen COMEPOLLAS, se equivocó diferenciando:
no sólo los poetas son todos unos MARICONES
sino que todos los ESCRITORES son unos COMEPOLLAS.
Y ya, me cansé.
Luther Blissett

sábado, 13 de abril de 2013

Al Ángel Caído

¿Qué mano de escultor te habrá forjado
que así dio a tu caída aire de vuelo
y en tu belleza misma ha desmentido
el canon que proclama el alto cielo?
¿Qué mente de creador te habrá pensado
así apesadumbrado y viajero
entre la blanca luz y el negro hado
por todo el infinito acongojado?
Aquél que te pensó pensaba tanto
que abandonar no pudo el pensamiento
de que caer es sólo un sentimiento.
Que se anula volando sobre el tiempo:
abatimiento sobre ningún suelo
cuyo abismo puede dar espanto
espanto de alcanzar el mismo cielo
en el más abyecto de los antros
allí donde caer se torna vuelo.


Luther "Maldito" Blissett 

viernes, 12 de abril de 2013

MATANDO A LA DERROTA

matando a la derrota general/ compañeros
murieron/ dieron la vida para que
nada siguiera como está/ paco dura/
roque arde al final de la memoria

golpean la noche como bestia/ javier
tira del cielo sudamericano
para que venga luz/ haya victoria
la suavidad derrame su calor

entre muchísimos/ o pobres/ vueltos
de rostro/ anchos de corazón/
donde sufrían tanto ser/ la ser/
pensando sus huesitos cuando llueve

Luther Blissett 

jueves, 11 de abril de 2013

Ahora Vamos Envueltos en Consignas Hermosas


Las mañanas cambiaron su signo conocido.
Ahora el agua, su tibieza, su magia soñolienta
es diferente.
Ahora oigo desde que mi piel conoce que es de día,
cantos de tiempos clandestinos
sonando audaces, altos desde la mesa de noche
y me levanto y salgo y veo "compas" atareados
lustrando sus botas o alistándose para el día
bajo el sol.
Ya no hay oscuridad, ni barricadas,
ni abuso del espejo retrovisor
para ver si me siguen.
Ahora mi aire de siempre es mas mi aire
y este olor a tierra mojada y los lago s allá
y las montañas
pareciera que han vuelto a posarse en su lugar,
a enraizarse, a sembrarse de nuevo.
Ya no huele a quemado,
y no es la muerte una conocida presencia
esperando a la vuelta de cualquier esquina.
He recuperado mis flores amarillas
y estos malinches de mayo son mas rojos
y se desparraman de gozo
reventados contra el rojinegro de las banderas.
Ahora vamos envueltos en consignas hermosas,
desafiando pobrezas,
esgrimiendo voluntades contra malos augurios
y esta sonrisa cubre el horizonte,
se grita en valles y lagunas,
lava lagrimas y se protege con nuevos fusiles.
Ya se unió la Historia al paso triunfal de los guerreros
y yo invento palabras con que cantar,
nuevas formas de amar,
vuelvo a ser,
soy otra vez,
por fin otra vez,
soy.

Luther Blissett

miércoles, 10 de abril de 2013

Y sin embargo, amor


Y sin embargo, amor, a través de las lágrimas,
yo sabía que al fin iba a quedarme
desnudo en la ribera de la risa.

Aquí,
hoy,
digo:
siempre recordaré tu desnudez en mis manos,
tu olor a disfrutada madera de sándalo
clavada junto al sol de la mañana;
tu risa de muchacha,
o de arroyo,
o de pájaro;
tus manos largas y amantes
como un lirio traidor a sus antiguos colores;
tu voz,
tus ojos,
lo de abarcable en ti que entre mis pasos
pensaba sostener con las palabras.

Pero ya no habrá tiempo de llorar.

Ha terminado
la hora de la ceniza para mi corazón.

Hace frío sin ti,
pero se vive.

Luther Blissett

martes, 9 de abril de 2013

Versión porno del poema Número 15 de Pablo Neruda


Me gustas cuando besas porque estás como pirada,
con los ojos en blanco y tu cara de ida,
parece que se te hubiera olvidado la pastilla
y parece que un dedo te cerrara la herida.

Como todo el deseo está lleno de mi ansia,
con tu lengua sigilosa, llenas el ansia mía.
Larva incompleta te pareces a mi ansia
y te pareces a la palabra ninfomanía.

Me gusta cuando lames y estás como a tu rollo
y estás como frotándote y emitiendo un murmullo.
Y no me oyes ni de lejos y mi mano no te alcanza:
déjame que me corra con el gemido tuyo.

Déjame que te bese también con estos labios,
rojos como una sangre, frescos como una fuente.
Eres como la noche licuada y oscura,
tu grito es de astro, tan salvaje y ardiente.

Me gusta cuando te corres porque estás como vencida,
pálida y piadosa como si hubieras muerto.
Un roce entonces, un susurro bastan.
Y estoy caliente, caliente porque no sea cierto.

Luther Blissett

lunes, 8 de abril de 2013

Cuando duermo en tu pecho


Cuando duermo en tu pecho, no duermo, 
me desvela tu pelo, tu calor, tu sonido. 
Me distrae como suena tu corazón, 
le vigilo para que no se pare 
y cada segundo me sorprende con una nueva explosión, 
un sonido ensordecedor que llena la anchura de tu pecho. 
Tu pecho, esa llanura sinuosa donde solo el vello se atreve a hacerte compañía 
porque es un sitio agitado, poderoso, enorme,  
que emana un calor como por debajo corriera la misma lava que alimenta la tierra. 
Y ese calor me envuelve y me empapa,  
atrapa mi piel y alerta mi tacto, 
para que lo absorba, para que me quede. 

Cuando duermo en tu pecho, no duermo, 
me desvela tu pelo, tu calor, tu sonido. 
Me distrae como suena tu respiración,  
la vigilo para que no deje de sonar 
y a cada instante me sorprende con una nueva sacudida. 
Una respiración honda, profunda que parece venir de una caverna. 
Una cueva primitiva llena de pinturas rojas y ritos ancestrales 
que dan templanza y fuelle al ritmo que alimenta tu cuerpo. 

Cuando duermo en tu pecho, no duermo, 
me desvela tu pelo, tu calor, tu sonido. 
Me distrae la temperatura de tu piel,  
la vigilo para que no te quedes frío, para que nunca sientas frío.  
Y a cada momento me sorprende una nueva ráfaga de aire templado, cálido, 
que proviene de la montaña de tu cuerpo. 
Un viento limpio, tranquilo que abraza el mío y provoca rocío.  
Un rocío cristalino que se deposita en mi piel cuando amanece. 

Y es entonces cuando me doy cuenta de que amanece. 
Y es entonces cuando miro a la ventana y veo que el sol empieza a romper el cristal. 
Y es entonces cuando tapo mis sentidos para que aparezca el sueño. 
Y es entonces cuando me doy cuenta de que no puedo escapar  
ni a tu pelo, ni a tu calor, ni a tu sonido. 
Y es entonces cuando pienso: cuando duermo en tu pecho, no duermo 

Luther Blissett

domingo, 7 de abril de 2013

(Veo las olas del mar)

Veo las olas del mar
me xxxxx doy vuelta
rompen, llaman mi atención.

Luther Blissett

(Argentina es)

Argentina es
una habitación de invitados
ocupada demasiado tiempo.

Luther Blissett

viernes, 5 de abril de 2013

El rey de Harlem


Con una cuchara
arrancaba los ojos a los cocodrilos
y golpeaba el trasero de los monos.
Con una cuchara.

Fuego de siempre dormía en los pedernales,
y los escarabajos borrachos de anís
olvidaban el musgo de las aldeas.

Aquel viejo cubierto de setas
iba al sitio donde lloraban los negros
mientras crujía la cuchara del rey
y llegaban los tanques de agua podrida.

Las rosas huían por los filos
de las últimas curvas del aire,
y en los montones de azafrán
los niños machacaban pequeñas ardillas
con un rubor de frenesí manchado.

Es preciso cruzar los puentes
y llegar al rubor negro
para que el perfume de pulmón
nos golpee las sienes con su vestido
de caliente piña.

Es preciso matar al rubio vendedor de aguardiente
a todos los amigos de la manzana y de la arena,
y es necesario dar con los puños cerrados
a las pequeñas judías que tiemblan llenas de burbujas,
para que el rey de Harlem cante con su muchedumbre,
para que los cocodrilos duerman en largas filas
bajo el amianto de la luna,
y para que nadie dude de la infinita belleza
de los plumeros, los ralladores, los cobres y las cacerolas de las cocinas.

¡Ay, Harlem! ¡Ay, Harlem! ¡Ay, Harlem!
No hay angustia comparable a tus rojos oprimidos,
a tu sangre estremecida dentro del eclipse oscuro,
a tu violencia granate sordomuda en la penumbra,
a tu gran rey prisionero, con un traje de conserje.

Tenía la noche una hendidura y quietas salamandras de marfil.
Las muchachas americanas
llevaban niños y monedas en el vientre
y los muchachos se desmayaban en la cruz del desperezo.
Ellos son.
Ellos son los que beben el whisky de plata junto a los volcanes
y tragan pedacitos de corazón por las heladas montañas del oso.

Aquella noche el rey de Harlem con una durísima cuchara
arrancaba los ojos a los cocodrilos
y golpeaba el trasero de los monos.
Con una cuchara.
Los negros lloraban confundidos
entre paraguas y soles de oro,
los mulatos estiraban gomas, ansiosos de llegar al torso blanco,
y el viento empañaba espejos
y quebraba las venas de los bailarines.

Negros, Negros, Negros, Negros.

La sangre no tiene puertas en vuestra noche boca arriba.
No hay rubor. Sangre furiosa por debajo de las pieles,
viva en la espina del puñal y en el pecho de los paisajes,
bajo las pinzas y las retamas de la celeste luna de cáncer.

Sangre que busca por mil caminos muertes enharinadas y ceniza de nardo,
cielos yertos, en declive, donde las colonias de planetas
rueden por las playas con los objetos abandonados.

Sangre que mira lenta con el rabo del ojo,
hecha de espartos exprimidos, néctares de subterráneos.
Sangre que oxida el alisio descuidado en una huella
y disuelve a las mariposas en los cristales de la ventana.

Es la sangre que viene, que vendrá
por los tejados y azoteas, por todas partes,
para quemar la clorofila de las mujeres rubias,
para gemir al pie de las camas ante el insomnio de los lavabos
y estrellarse en una aurora de tabaco y bajo amarillo.

Hay que huir,
huir por las esquinas y encerrarse en los últimos pisos,
porque el tuétano del bosque penetrará por las rendijas
para dejar en vuestra carne una leve huella de eclipse
y una falsa tristeza de guante desteñido y rosa química.

*

Es por el silencio sapientísimo
cuando los camareros y los cocineros y los que limpian con la lengua
las heridas de los millonarios
buscan al rey por las calles o en los ángulos del salitre.

Un viento sur de madera, oblicuo en el negro fango,
escupe a las barcas rotas y se clava puntillas en los hombros;
un viento sur que lleva
colmillos, girasoles, alfabetos
y una pila de Volta con avispas ahogadas.

El olvido estaba expresado por tres gotas de tinta sobre el monóculo,
el amor por un solo rostro invisible a flor de piedra.
Médulas y corolas componían sobre las nubes
un desierto de tallos sin una sola rosa.

*

A la izquierda, a la derecha, por el sur y por el norte,
se levanta el muro impasible
para el topo, la aguja del agua.
No busquéis, negros, su grieta
para hallar la máscara infinita.
Buscad el gran sol del centro
hechos una piña zumbadora.

El sol que se desliza por los bosques
seguro de no encontrar una ninfa,
el sol que destruye números y no ha cruzado nunca un sueño,
el tatuado sol que baja por el río
y muge seguido de caimanes.

Negros, Negros, Negros, Negros.

Jamás sierpe, ni cebra, ni mula
palidecieron al morir.
El leñador no sabe cuándo expiran
los clamorosos árboles que corta.
Aguardad bajo la sombra vegetal de vuestro rey
a que cicutas y cardos y ortigas turben postreras azoteas.
Entonces, negros, entonces, entonces,
podréis besar con frenesí las ruedas de las bicicletas,
poner parejas de microscopios en las cuevas de las ardillas
y danzar al fin, sin duda, mientras las flores erizadas
asesinan a nuestro Moisés casi en los juncos del cielo.

¡Ay, Harlem, disfrazada!
¡Ay, Harlem, amenazada por un gentío de trajes sin cabeza!
Me llega tu rumor,
me llega tu rumor atravesando troncos y ascensores,
a través de láminas grises
donde flotan tus automóviles cubiertos de dientes,
a través de los caballos muertos y los crímenes diminutos,
a través de tu gran rey desesperado
cuyas barbas llegan al mar.


Luther Blissett

jueves, 4 de abril de 2013

Divago


Sobre esa turbamulta ménade y coribante,
sobre la escultura en estambres de diamante que fulgiesen
con la juventud invicta
y no el fango que se adhiere
con el rumiante trashumar del tedio,
sobre tanto afán defenestrado.
Pero la mañana terminó y hoy
estoy faltando a mis deberes.
Divago.

Luther Blissett

miércoles, 3 de abril de 2013

(Un sollozo en la garganta quebrada)


Un sollozo en la garganta quebrada

Una quemazón en los ojos por el llanto no vertido

Un sentimiento de soledad anegado.

               
                                           No renunciar a la lucha

                                           No aceptar la comoda negrura

                                           Soñar poder amar algún día

                                           Que no todo quede en odio y amargura.

 Evidenciar la bota pesada del Estado

Agitar la brillante superficie de la charca

Que emerja la fétida podredumbre oculta en sus aguas.


Luther Blissett

    P.D. Preso desde 1982

martes, 2 de abril de 2013

Soliloquio del (in)feliz


La felicidad nunca ha existido.
Planea como sombra de una aurora
inconclusa, quizás como ese aire
en el que las palabras no son sino ellas mismas
(solamente palabras).
Hay huecos en los cráneos cegados
donde se vierte su vacío y calla.
Las palabras no guardan dentro nada,
un vacío incapaz de llenar otro,
como nubes en nubes
o silencio en silencio.
No pueden guardar nada,
menos, si son inmensas,
si deslizan los límites hacia el riel de la luz,
perdidos en un limbo de memoria.
Felicidad es solo una palabra,
tal vez la más inmensa.

La pálida llanura de una tarde,
el flojo golpear de una quimera
no son sino reflejos,
oleosos reflejos de un concepto soñado.
No existe pero muerde,
como todo ideal vomitado en las palmas,
moldeado en los dientes
bajo aquel sedimento que ha ungido a la especie.
No existe, pues se entrega amputada en instantes
imposibles de unir.
Su beso es solo un mito,
tal vez solo son cosas que se dice a los niños
(aunque, por otra parte,
los niños llevan razón en lo simple).
Con todo, siempre quedan los instantes,
agudos, suaves como
inyecciones letales de paz tibia,
acaso el único hilo
que nos unce al raíl de la existencia.
Es mucho más que nada.

De hecho, tal vez lo más sensato sea
mutilar el concepto
y, sin más ambición que ello en sí mismo,
recoger los instantes.
Mutilar el concepto y recoger los instantes.,
abrazar fijamente lo encontrado,
luces gastadas en un vientre ambiguo
que aspiró a lo que muchos llaman Dios
(¿por qué darle ese nombre
cuando quieren decir felicidad?),
reduciéndolo todo, completamente todo a
pleamar de un momento y
bajamar de una vida.

PD: El autor se manifiesta agnóstico ante cada línea de esta página. El autor se declara un niño. El autor solamente anhela lo simple.


Luther Blissett