viernes, 11 de abril de 2014

(Tenías que haberte visto)

Tenías que haberte visto
pues era el mismo que lleva tu nombre
aquél que desprovisto de congoja
se abrió una vez al mundo
como aquella flor tardía.

Manos llenas,
ciego el corazón de la certeza.

Porque sin pensar
de pronto fuimos.

Los mismos que yacemos hoy
animalitos pequeños, asustados
en cualquier esquina gris
mientras brota la poesía
en cada uno de los vértices.

Vida que quiero regalarme
que me consta
por fin me pertenece.

Pasos,
quiero vagar descalza
por las grandes avenidas
sin desear darte la mano
para buscar almendros
cuya belleza desbordada
destruye los límites
de los caminos que recorreré.

Paula Ruiz



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