miércoles, 11 de enero de 2012

Los nuevos bárbaros

—Caminamos rápidamente, Azorín, a una gran transformación social. Yo presiento que van a desaparecer muchas cosas que amo profundamente... Fíjate en que esto que llamamos humanitarismo, es como una nueva religión, como un nuevo dogma. El hombre nuevo es el hombre que espera la justicia social, que vive por ella, para ella, sugestionado, convencido. Todo va convergiendo a este deseo; todos lo esperamos, unos vagamente, otros con vehemencia. El arte, la pedagogía, la literatura, todo se encamina a este fin de mejoramiento social, todo está impregnado de esta ansia... Y de este modo va formándose un dogma tan rígido, tan austero como los antiguos dogmas, un dogma que ha de tener supeditadas y a su servicio a todas las manifestaciones del pensamiento... Hoy ya en las universidades populares de Francia, por ejemplo, que son escuelas obreras, no se puede practicar una pedagogía libre, amplia, sin prejuicios, inutilitaria; sino exclusivamente encaminada al fin de utilidad social. Uno de los profesores, al exponer un plan de estudios, dice que los maestros deberán procurar en sus programas demostrar que "todas las ciencias acaban en el socialismo"... ¿Qué será del arte dentro de poco, si tal cosa se piensa de la ciencia? El arte debe servir para la obra humanitaria, debe ser útil... es decir, es un medio, no un fin... Y vamos a ver cómo se inaugura una nueva crítica que atropelle las obras de arte puro, que desconozca los místicos, que se ría de la lírica; y veremos cómo la historia, ese arte tan exquisito y tan moderno, acaba en manos de los nuevos bárbaros...
Azorín
Nota: fragmento de la novela La voluntad.
Nota: nos hemos inventado el título.