sábado, 16 de noviembre de 2013

Vvv

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herbert

Cómo narrar aquella época
si la vida es rápida y ya
casi derogamos los domingos.
me recuerdo bajando lavapiés
con el lóbulo frontal inflamado
hablando de amador y del lugar
donde se perfuman las flores
recuerdo los pasillos de aquel hospital como si fueran míos
con los brillos metódicos de una muerte
ya cifrada como cld
número de días hábiles
dh
inss

la realidad era un sílaba
un fragmento
encriptado entre las ventanas
de un navegador
perfectamente optimizado
rápido gratis en directo
pude acatar la
adrenalina de un tiroteo en los ángeles
o el último concierto de LouReed
o seguir manipulando los placeres
de la guerrilla
una vez más
y remover la imagen
del cadáver del che
porque ya
no corría peligro de degradación
como perros
en llamas por las avenidas
de la información cada cierto tiempo
seguía ese hálito misterioso
que era el fin del mundo
pero la cultura blanca
era demasiado, cómo decirlo,        de cristal
como para
soportar la realidad
de una experiencia real
salió en aquel año una de las miles de noticias
que conmovieron a la opinión pública
el artista performativo Damon Dexter
se había cortado la lengua,
las manos,
se había sacado los ojos,
todo bajo la perfecta supervisión de médicos profesionales
y
una vez estabilizado su estado
había pedido que se los reimplantasen
su lengua,
sus manos,
sus ojos

«esarriesgadodesenmascararunasimágenesquedisimulanelvacíoquehaytrasellas»
baudrillard
por supuesto aquello fue considerado
como un mero acto de sadismo
por el gran público
incluso hubo gente que
lo relacionó con algún conflicto
armado que se llevaba a cabo en aquel tiempo
a saber gaza somalia etiopía
la obra de Damon Dexter se revalorizó
y él se hizo millonario
duerme ocho horas al día
y se puede decir que es relativamente feliz
firma sus mails con la frase
el relativismo extremo arrastra el peso del cinismo
la duda, el vacío, el fracaso
la cita no va firmada
pues eso
la literatura ya era
el análisis aún imperfecto
de la producción en cadena
y la cleptomanía
y su completa historia cabía
en una caja de cartón
en la que pone libros
cerrada con cinta americana
y la vida era una reducción satisfecha y piadosa
de lo que fuera la vida
contada como sucesión de días
un concepto
yo mientras tanto
pagaba por parecerme
un poco más a los
abanderados de la belleza
(qué poco había entendido)
y los poetas de madrid
eran gente sucia
e inculta y alcohólicos la mayoría
casi taxistas
casi la mayoría perseguía aquel raro londonwayof life
que era la representación del funcionalismo
en estado puro
una ciudad gris
donde los españoles
salían por la noche a menudear con drogas de diseño
y la clase media acomodada interesada
-con el interés del etnógrafo aventurero
del siglo XX-
en latinoamérica y el crimen
hiperurbanizado que era aquella tierra
a saber grupos punk de los noventa
y discurso antiunilinealidad
una cultura en pleno apogeo
no nos engañemos
un sistema de valores
en la última fase antes de que el gobierno del nunca demasiado temido PC chino
-si no lo habían hecho ya-
movilizase sus tropas para proteger
los derechos laborales de sus ciudadanos
en el extranjero
a aquello hoy se le llama descubrimiento
en los libros de texto de las escuelas
del ya no tan lejano oriente



Y cómo no hablar de ella
si fue como una escopeta
y ningún muerto
cada día que yo era gonzalo o alberto o maría
ella era paula o andrea o álvaro
los nombres eran los símbolos fugaces
de todas las mañanas que follar
era el regreso a la infancia
o quedarse dormidos viendo saber    

y ganar

cómo no hablar de ello
de cada vez que caminar
era un lujo sólo permitido a la clase media estudiante
y un viaje a Buenos Aires a Ronda  a Granada
una pastillita de lo real en la forma estereotipada
de un corazón con sabor a madrid y chocolate
un camino de oxitocina y limonada
que abracé con cada una de las formas
abruptas que tiene el respirar de los fumadores.

Y eso.




Damon Dexter se equivocó
por eso aún no se le pintaban pupilas a los maniquíes

Gonzalo Ruiz Suárez

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