lunes, 4 de noviembre de 2013

Un arco iris gris

Ocultad a vuestro hijos.
El bulldozer de la muerte asoma,
allanando los puentes con la carne fresca
y llenando los tinteros con la sangre.

Achicad a vuestros hijos.
Escondedlos en los frascos.
Enterradlos en los jardines, en las plazas...
mil años después,
un torrente les arrastrará
con los residuos, hacia la luz.


Metamorfoseadlos en palomas blancas,
tal vez se conviertan -muertos ya los brujos-
en hombres sin nombre.

Secad a vuestros niños,
rellenadlos de sal
evitando su putrefacción,
y tendedlos en las cuerdas de los patios.

Dobladlos en los cuadernos cual mariposas
y metedlos, dos noches, debajo de las almohadas.
Se diluirán en vuestros sueños
y ondearán como banderas.

Colocadlos como piedras talladas de un collar
que las madres llevan,
y tras las fronteras
dispersadlos,
para que se mezclen con los cantos y las conchas.

Llevadlos a otra tierra
para que balbuceen con las letras
de los forasteros,
crezcan y se marchiten,
solos sin compañeros.

Llevadlos a otro cielo más despejado
donde no habiten los cazas ni los fantasmas.
Ni sean perturbadas sus lluvias
por el vómito de las incursiones.


Hela aquí acercándose
hambrienta cual el fuego,
¿qué le habéis preparado a su señoría Muerte?
Instalas a vuestros hijos
espantapájaros en los campos,
que se callen para salvarse
si el trigo es saqueado.

Devolved a vuestros hijos a lo incognoscible,
las manillas de los relojes a sus escondites,
las cunas y los juguetes a los vendedores,
recuperad la noche de la fecundación
y dormid, temprano, solos.

Khalid Kaki. 5 mayo 1999

Traducido del árabe por Bahira M.Abdulatif

1 comentario: