domingo, 3 de febrero de 2013

Cafeterías

Cafeterías que pasan ante mí 
en un travelin' austero,
premioso, que exaspera. 
Todas desiertas. 
Emanan triste soledad. 
Emanan solitaria tristeza. 
Lloro. Y no comprendo la razón. 
Por lo menos, no del todo. 
Aun así lloro como una magdalena. 
Los fantasmas de la ciudad se paran, 
me miran y lanzan sus monedas 
al aire, con gracia -para ellos- 
y algo de mala leche. 
Septiembre me duele, 
enero ya muere y febrero,
febrero despierta amenazador. 
Las niñas -algunas niñitas, 
otras mujeres- huyen 
-esquivas al ver a sus papases- 
de la escuela y yo,
yo me planto a mirarlas. 
A ellos, a los papases, 
parece disgustarles mi presencia 
y mientras tanto Asia trama 
y maquina y conspira. 
Parece que hoy es el día,
el día de la masturbación 
contenida pero masiva. 
A mí, perdonen ustedes, 
este perverso onanismo 
en el que habito me crispa 
y se me clava, en cierto modo, 
como se clavan las espinas de la rosa 
-en este caso, 
una rosa que no descapulla, 
la muy zorra, 
y se mantiene desafiante, 
en un duelo con Cronos, 
pero yo esto no termino 
de tragármelo-. 
Las niñas me miran curiosas 
-no saben qué opinar de mí-.
Lechuzas con ojos como platos 
que se hacen voyeurs, 
detectives salvajes 
de este cura rural
perdido en la ciudad. 
Ya retomo la marcha, 
me venzo y me deshago y  
me confundo entre los fantasmas, 
que expelen soledad 
y abandono y falta… 
falta absoluta de todo, 
de todo aquello 
que debería sobrar. 
Son habitantes anónimos de 
este terrible -y también 
grotesco- presente. 
Ahora, las perdidas palmeras 
se me despiden o quizás sea el viento, 
hoy -en este presente- 
sopla como nunca. Y Yo.
Yo me cago en Dios, 
que ni crea ni destruye. 
que ni crea ni destruye.
Yo me cago en Dios,
sopla como nunca. Y Yo. 
hoy -en este presente- 
se me despiden o quizás sea el viento,
Ahora, las perdidas palmeras
grotesco- presente. 
este terrible -y también 
Son habitantes anónimos de
que debería sobrar. 
de todo aquello
falta absoluta de todo, 
y abandono y falta…
que expelen soledad
me confundo entre los fantasmas, 
me venzo y me deshago y
Ya retomo la marcha, 
perdido en la ciudad. 
de este cura rural
detectives salvajes
que se hacen voyeurs, 
Lechuzas con ojos como platos 
-no saben qué opinar de mí-.
Las niñas me miran curiosas
de tragármelo-.
pero yo esto no termino
en un duelo con Cronos,
y se mantiene desafiante,
la muy zorra,
una rosa que no descapulla,
-en este caso, 
como se clavan las espinas de la rosa
y se me clava, en cierto modo, 
en el que habito me crispa
este perverso onanismo
A mí, perdonen ustedes, 
contenida pero masiva. 
el día de la masturbación
Parece que hoy es el día, 
y maquina y conspira.
y mientras tanto Asia trama 
parece disgustarles mi presencia
A ellos, a los papases, 
yo me planto a mirarlas. 
de la escuela y yo,
-esquivas al ver a sus papases-
otras mujeres- huyen
Las niñas -algunas niñitas,
febrero despierta amenazador.
enero ya muere y febrero,
Septiembre me duele, 
y algo de mala leche. 
al aire, con gracia -para ellos- 
me miran y lanzan sus monedas 
los fantasmas de la ciudad se paran, 
Aun así lloro como una magdalena.
Por lo menos, no del todo. 
Lloro. Y no comprendo la razón.
Emanan solitaria tristeza. 
Emanan triste soledad. 
Todas desiertas. 
premioso, que exaspera. 
en un travelin' austero,
Cafeterías que pasan ante mí. 
Elder

No hay comentarios:

Publicar un comentario