miércoles, 30 de enero de 2013

Historia Universal de la Literatura

(En un cómodo ser humano)
Un tipo.
El color azul.
El tipo baila.
El mar.
El tipo canta.
Un pájaro.
Otro lo imita.
Un rayo parte una piedra.
No somos piedras.
Otros escuchan.
Otros toman nota.
Crímenes contra la realidad.
Basamento. Capitel.
Otros aplauden.
(Uno que toca la lira)
Una mujer de mármol.
Otros se postran.
Algunos siguen imitando a otros.
Hay quien empieza a creerles.
Crímenes contra la ficción.
Uno es igual a tres.
Clavan a un tipo en dos cadáveres de árbol.
          Pobres árboles.
Para. He dicho que uno es igual a tres.
El tipo dice cosas.
Otros lo escuchan.
Decenas repiten.
Cientos repiten.
Miles repiten.
Cae un imperio. Otro. Otro. Otro.
Me salpica.
Arde una biblioteca.
          Qué calorcito más rico.
Se acaba la leña.
Se apaga la luz.
No veo nada.
Otros copian en sus monasterios.
Una golondrina.
Uno que se aburre.
Empieza a inventarse lo que copia.
El mar es hermoso.
Los rayos dan miedo.
¿Dónde está el mar?
          No lo veo.
Uno que se inventa que tiene fuego dentro.
Nadie parece reparar en la tontería que acaba de decir.
Muchos se lo creen.
Otros no.
A la hoguera. Por listo.
Un poeta menos.
Mejor.
Otros lo imitan.
Una alondra que canta.
No la oigo.
Hay un tipo dando voces en italiano.
          ¿Te quieres callar?
Se muere.
Otro que copia a uno y alguien pierde una mano.
Algo así era.
La hierba sigue creciendo.
          (No sé si había dicho que la hierba crece).
Dos que no se mueren el mismo día pero todo el mundo parece creer que sí.
Acontecimiento.
Detengan las prensas. Acudan todos.
Pero yo estoy mirando cómo crece la hierba.
          Usted se calla.
Pasan cosas. Una cantidad razonable de cosas.
          Por lo menos tres.
De nuevo, imitadores.
Uno vuelve a ser igual a uno.
Hay quien sigue empeñado en hacer un cuadrado con un círculo.
Llevan siglos haciendo eso. Voy a ir y se lo voy a explicar. Vamos a ver...
¡Uy!, ¡la golondrina de antes!
Se posa en un balcón.
Aparece un chino.
Recita algo.
Se lo cargan.
Con pólvora.
Uno que le duele algo.
Pólvora, ¿me oyen?
Ya nadie canta.
A mí me gustaba cuando cantaban.
Una mariposa vive veinticuatro horas.
Yo antes miraba las mariposas.
Veinticuatro horas.
Ya no las miro.
Total, para qué.
Si se van a morir.
¿No?
Veinticuatro horas. 24. ¿Se dan cuenta?
La golondrina le pica en la cara a una chica joven.
Je, je, je.
El del dolor escribe algo sobre el suceso.
Pero no tiene nada que ver con lo que pasó de verdad.
          Crímenes contra la realidad.
Como lo del tipo aquel que le escribió un poema a una que se pinchó quitándose un anillo.
Y luego les juro no se entendía nada.
          Pero nada de nada, ¿eh?
Pues el del dolor igual.
Lo dicho, unos que imitan a otros.
En fin.
Se muere.
Otro menos.
Empiezo a aburrirme.
Yo, yo, yo, yo.
¿Puedo ir a dar una vuelta?
          Quiero ver la nieve.
                    ¿La que rodea el sanatorio?
          Quiero enamorarme.
                    ¿En el parque Luxemburgo?
          Quiero sufrir.
                    ¿Del bazo?
El color Azul.
Yo he visto esto antes.
El mar, ¿se acuerdan?
          El cementerio.
          El tesoro, Dios, la libertad.
Socorro.
Quemo todos mis libros.
Ah, las nubes...
Ésa parece un barco.
Me largo.

. . .

Vuelvo.
Han pasado algunas cosas.
Uno que se ha enamorado.
Otra vez.
Yo, yo, yo, yo.

          te enamoras, él se enamora, nosotros...
Uno que mata a seis millones.
          No está mal.
Otro dice que ya no más poesía.
(Por favor que sea verdad, por favor...)
Otro escribe un poema.
Otro se sienta a leerlo.
Le pregunto que dice.
          Yo, yo, yo, yo.
Qué niña más alegre.
          Francotirador.
Qué ciudad más próspera.
          Bomba atómica.
Qué bosque pletórico de vida.
          Napalm.
          Excavadoras.
                    Con los árboles se hace papel.
                              Con los cadáveres de los árboles.
Los hombres se quiebran como tallos de amapola.
¿Eso ha sido un verso?
Cuidado: poesía.
Uno que escribe un poema.
          Se llama En contra de la tala indiscriminada.
                    Con los cadáveres de los árboles: presten mucha atención.
Todo el mundo mata chinos.
Algunos hacen trabajar a chinos.
Todo el mundo paga a esos algunos.
Al final ya verás como se enfadan.
El mar.
Doscientos cincuenta y seis millones de colores.
Un tipo se corta el pene en público.
Otro se equivoca y lleva un váter a una galería de arte.
Lo apoya para descansar. Un váter pesa lo suyo.
Todos le aplauden.
A otro le queman los libros y se va a dar una vuelta.
¿O ése era yo?
¿O lo he soñado?
Crímenes contra el tiempo.
El tiempo parpadea mirándome a la cara.
Otro verso. Au.
Un tipo me edita. Otro me publica.
¿Puedo ir ya a mirar el mar?
Un austriaco que también quería mirar el mar.
Mucha gente habla a la vez.
No entiendo nada no oigo nada.
Quiero viajar.
Quiero irme de aquí.
Han tapado las puertas han cegado las ventanas.
¿Quién ha sido?
Nadie.
Todos.
Otro se ríe otro llora otro lo va escribiendo todo.
Le pido que me escriba un libro.
Gracias, muchas gracias.
Me dicen que ya pronto voy a salir.
La pared.
El color blanco.
Me siento a leer el libro.
¿Que de qué trata?
Yo, yo, yo, yo.
Es decir:
Un tipo.
El color azul.
El tipo baila.
(Alguien me pasa un pañuelo por la boca).
(Otro viene a recoger mis excrementos).
El mar.
El mar.
El mar...
Munir

5 comentarios:

  1. siiii....vete al mar y nada y metete dentro hasta el fondo y escucha los rumores marinos

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  2. como el niño ese de nosequé novela que se creía un alga y se le olvidaba respirar cuando estaba debajo del agua, augustus pablo creo que se llamaba!

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  3. color azul , mar , pharo sin alphareros ....desierto moviendo entre silenciosos desiertos .

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