martes, 2 de octubre de 2012

Café solo, con dos de azúcar

         Me encanta. De verdad que sí, no miento. Ya no sé ni qué sé de la vida, que me encanta, yo así no puedo. Que ya no sé quién era cuando quise saber, que ya no sé ni si soy yo o el que soy en su persona; pero me encanta, y me olvido de todo.

         A mí que no me hablen de elegancia ni abundancia. Que yo ya no quiero más que lo que sé, que no sé. Que no entiendo, no te molestes en deslizarme ideas, que yo sólo sé una, y nadie sabe que lo sé.

         No insistas, ya está, todo es ella, él es todo, no hay más que hablar, punto.

         Cóbrate los dos cafés, por favor.

         Y la puerta se cerró al ritmo en que se cerraba la distancia entre la moneda y la barra, y se olvidó del cambio mientras se olvidaba de la canción que sonaba.

         Se olvidó de las miradas que miraban su baile en el viento. Se olvidó que se enamoraba y que sus palabras ya no expresaban los gritos que ahogaba con el café, y eso ya era un hecho, un sentimiento.

         Ella era, ella es, ella será.
Lluïsa

5 comentarios:

  1. y yo, que te conozco sin conocerte, no puedo mas que sonreir y alegrarme por lo que te has llevado al escribirlo.

    ResponderEliminar
  2. ¿Café solo? Solo no, con dos de azúcar y mucho arte ;)

    Me gusta más la primera parte, la del diálogo sin interlocutor visible; porque me gusta cómo mareas al lector y le obligas a preguntarse 'pero ¿qué pasa?'. Y creo que esa segunda parte le quita su confusión y le lleva a una realidad tangible. En todo caso, y parafraseándote: 'Me encanta. De verdad que sí, no miento'.

    ¡Enhorabuena! :)

    ResponderEliminar