martes, 5 de junio de 2012

(Que el silencio oxide los tornillos)

Que el silencio oxide los tornillos de las máquinas dormidas.
Que la mancha de la ausencia dibuje un mapa en la moqueta
                              de las oficinas deshabitadas,
que ninguna mano baile al ritmo de las teclas de un ordenador.
Que los autobuses, los trenes y los aviones no sean más que estatuas
                             de barro en el palacio de la nada.
Que el viento se cuele entre las mesas de las aulas
 / de facultades, escuelas, institutos /
                              y las azote con su frío.
Que las llaves no besen las cerraduras de los comercios.
Que el abrazo de los candados no sea interrumpido, ni roto.
Que el pan se haga piedra, roca, olvido.

Que la única luz que se encienda sea la del filamento de la voz
                              de los que luchan.

Que la dignidad se haga tormenta y moje hacia arriba
                              aunque el agua caiga hacia abajo.

Que los que privatizaron las nubes, ocultándonos el cielo,
sientan la puñalada del miedo que cada día nos clavan en la piel.

Que los que robaron el azul a nuestro futuro tiemblen. Tiemblen y tiemblen.

Que el título de este poema no sea Ojalá.
Gonzalo Benito

1 comentario:

  1. Gracias por compartir este rincón y mostrarme que en los rincones más hermosos también luce el sol

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