viernes, 15 de abril de 2022

A Trasideo de Tebas

 Musa, si conviniste en ofrecer, a cambio de paga,

tu voz, obediente a la plata, a ti te corresponde hacerla tremolar aquí y allá

en honor de Pitónico,

el padre, o de su hijo Trasideo,

cuya felicidad y fama están flameantes.

Hermosa fue su victoria de antaño con el carro

y en Olimpia conquistaron con sus caballos

el rayo veloz de los célebres juegos;

mientras que en Pito, al bajar a la arena para la carrera ligera,

fueron superiores a la helénica concurrencia

por su rapidez. Que no ambicione yo mas bienes que los divinos,

con aspiraciones adecuadas a la edad,

pues cuando me encuentro con que en una ciudad

los de enmedio poseen flor de prosperidad más duradera,

censuro el destino de las tiranías.

Dedicado estoy a los logros compartidos: fuera los envidiosos.


Mas cuando uno alcanza la cima

y con pacífica conducta escapa

de la funesta desmesura, puede hacer mas bella travesía hasta el límite

de la negra muerte si a su gratísima descendencia

ha proporcionada renombrada gloria, mas poderosa que todas las riquezas.

Tal don es el que distingue al hijo de Ificles,

Yolao, el que himnos dedicamos, y al fuerte Cástor,

y a ti, soberano Polideuces, hijos de dioses,

que un día habitáis en la sede de Terapna

y al otro dentro del Olimpo.


A Aristóclides, vencedor en el pancracio


Si bello de cuerpo y con una conducta que no desdice de su hermosura

el hijo de Aristófanes ha alcanzado la cima de su virilidad,

ya no es fácil seguir surcando el mar inaccesible

más allá de las columnas de Heracles,

héroe dios, dispuso como gloriosos testigos

del límite de la navegación, sometió éste en el mar a descomunales

monstruos de la navegación, sometió éste en el mar a descomunales

monstruos y por propio impulsa exploró de las marismas

las corrientes, por donde llegó hasta el punto final que le condujo de

regreso

y descubrió aquella tierra. Corazón mío, ¿hacia que ajeno

promontorio desvías mi navegación ?

Te pido que lleves la Musa a Eaco y su raza.

Con mis palabras se compadece lo mas sublime de la justicia elogiar al

valeroso....

Del rubio Aquiles, ya de niño, cuando en casa de Fílira

vivía, grandes hazañas eran los juegos: muchas veces

con sus manos lanzaba, veloz como el viento, la jabalina de breve hierro,

en su lucha a leones salvajes la muerte causaba

y a los jabalís aniquilaba;

hasta los pies del Crónida Centauro

llevaba los cuerpos agonizantes,

a los seis años por vez primera y en todo el tiempo postrero...


Píndaro

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