miércoles, 15 de enero de 2014

XXI

Aurelio, padre de las hambres,
no de éstas sólo, sino de cuantas o fueron
o son o serán en otros años,
encular deseas a mis amores,
y no a escondidas: pues junto estás, juegas a su vera,
prendido a su lado todo intentas.
En vano: pues a ti, que insidias a mí me levantas,
te tocaré yo primero con una mamada.
Y esto, si lo hicieras saciado, yo callaría.
Ahora de esto mismo me duelo: que a hambrear
de ti y a estar sediento el chico aprenderá.
Por lo cual cesa tú, mientras lícito es a tu pudor,
no al final llegues, pero habiendo mamado.

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