lunes, 22 de abril de 2013

RECUERDO A SAYYAB




Recuerdo a Sayyab gritando en vano en el Golfo:

“¡Iraq, Iraq, nada más que Iraq...!”.

Y sólo le respondía el eco.

Recuerdo a Sayyab: en este espacio sumerio,

una mujer venció la esterilidad de la niebla

y nos legó la tierra y el exilio.

Recuerdo a Sayyab... la poesía nace en Iraq:

sé iraquí, amigo, si quieres ser poeta.

Recuerdo a Sayyab: no halló la vida que

Imaginaba entre el Tigris y el Éufrates,

por eso no pensó, como Gilgamesh, en las hierbas

de la eternidad ni en la resurrección...

Recuerdo a Sayyab: tomó el código de Hammurabi

Para cubrir su desnudez

Y marchó, místico, hacia su tumba.

Recuerdo a Sayyab cuando, febril,

Deliro: mis hermanos preparaban la cena

Al ejército de Hulagu porque no tenía más siervos que...

¡mis hermanos!

Recuerdo a Sayyab: no habíamos soñado con un néctar

que no merecieran las abejas, ni con más que

dos pequeñas manos saludando nuestra ausencia.

Recuerdo a Sayyab: herreros muertos se levantan

de las tumbas para forjar nuestros grilletes.

Recuerdo a Sayyab: la poesía es experiencia

Y exilio: hermanos gemelos. Y nosotros sólo soñábamos con

una vida semejante a la vida y con morir a nuestra manera.

“Iraq,

Iraq.

Nada más que Iraq...”.

Luther Blissett

Traducido del árabe por Maria Luisa Prieto

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