domingo, 16 de septiembre de 2012

II Cuidad sitiada

El rap encaja en un recorrido en autobús por la ciudad. Observo. Un retén. La policía federal tiene nuevo armamento. Encapuchados avanzan lento y amenazante, apuntando con sus armas desde sus vehículos blindados que me trasportan a Belfast. En mi cabeza, la imagen de los irlandeses repeliendo al ejército inglés. Me relajo, hoy no dejaré que me perturben, hoy busco el sosiego. Me entrego a mis pensamientos. Hoy, un nuevo comienza. Descansando en Juaritos, descifrando el presente, desmenuzando el pasado, decidiendo el futuro.

El hip hop me trae recuerdos, rebotan en mi cabeza. Un rato anduve en las pandillas. Inicié con los Black Eagles en nuestra casa-refugio en el patio del kantón de R. Sin darnos cuenta, éramos la sucursal en México de los Home Boys del East L.A. de Califas y teníamos que saltarle por el barrio. Por elección propia me hice de los Rap Masters. La rolábamos los domingos por la avenida Juárez cantando y bailando, metiéndonos en problemas. Estuve en muchas peleas. El morado se convirtió en un color habitual en mi rostro. Convivía con armas blancas y pistolas baratas que mirábamos mucho y utilizábamos poco.

Reciclo las rolas de mi adolescencia, adquieren un nuevo sentido. Me identifico con la ira que las generó, la opresión, el abandono, el abuso, la violencia, la indolencia. La vida en el ghetto. La supervivencia en el ghetto. Public Enemy me decía Don´t relieve the hype, me recuerda Fight the power, NWA grita Fuck the police, The Rots se confiesan en Criminal; en La Rage, Keny Arkana va rapeando en francés lo que voy observando en español. Los ritmos del barrio. La conciencia colectiva hecha música. La ira del pueblo perpetuando su grito de denuncia, su deseo de existir. Ahora la imagen que tengo es la del Bronx, la del este de Los Ángeles, tan diferentes y tan parecidas a Juaritos. Rodney King conduce por sus calles, es detenido y golpeado en un retén militar.

Juárez es un ghetto. Un multicultural campamento de refugiados. Los expulsados por la crisis del campo y la falta de empleo en el país acampando en la frontera. Convertidos en damnificados de guerra, de Guatemala a guatepeor. La imagen de mi cabeza me sitúa en Palestina, su frontera, sus check points. El hostigamiento policiaco-militar. La petición constante de identificación. Ser extraño en tu propia tierra. Padecer a la policía toda la vida. Que además de violenta y corrupta es la guardiana del orden delictivo que impera. Brazo armado de los empresarios. Durante años nos han acompañado el estado de sitio y el toque de queda virtuales. Las armas han estado siempre presentes para lograrlo. Redadas, cateos, detenciones y enfrentamientos con los policholos son el diario vivir en la ciudad más violenta del mundo.

Más de una hora el trayecto en camión urbano al downtown. Son largas las distancias. Sube y baja gente que te analiza, te mira a los ojos, intenta descifrar tu vida. ¿Eres sicario, dealer, extorsionador, andas movido? ¿Cuál es el rostro del criminal? ¿Cuál es la apariencia del asesino? ¿Tienes un arma entre tu ropa, en la mochila? ¿A dónde te diriges? ¿Ocultas algo? ¿En qué trabajas? ¿De qué vives? Cada persona en el papel de Sherlock Holmes improvisado. Combinando experiencia, sentido común e intuición para intentar adivinar frente a quién está. En la radio José no deja de sorprender, nunca sabes lo que va a tocar.

El equipamiento urbano sin mantenimiento. Las calles deterioradas y solitarias. Boyas, topes y hoyos. Retenes del Ejército Mexicano, policías Federal, Estatal y Municipal, Tránsito y con suerte hasta de sicarios civiles. Naves industriales en desuso resguardadas por personal que las mantiene limpias y en perfectas condiciones. Panteones y funerarias negocios prósperos con huellas de balas y cristales rotos. Los yonkes abarrotados. Recolección de autos y metales para reciclado: hierro de rejas, puertas, ventanas, alcantarillas, medidores de agua y gas; cobre de la instalación eléctrica, tuberías de agua y gas de casas vacías; bronce de placas de monumentos y calles. Casas de empeño y préstamos de dinero como tienditas de la esquina abiertas las venticuatro horas. Se compra oro, teléfonos celulares, cámaras, televisiones y computadoras. Los negocios del saqueo la usura y despojo legal. La economía de la carroña.

Hablan las bardas lo que acallan las balas: Para una lluvia de balas, un arcoiris de paz. Regale abrazos no balazos. Los empresarios son el problema no la solución. Juaritos yo te quiero a pesar del matadero. Ni una más, ni uno menos. Yo no protejo al Chapo, el Chapo me protege a mí, firmado Calderón. Con el pueblo muy chingones, con los narcos maricones. ¡Juaritos a defendernos! Me veo rayando, se excita mi dedo, se acelera el cerebro. Viajo al pasado. Quince estudiantes masacrados. Indignación. La gente en las calles. Marcha del Coraje, del Dolor y Desagravio. Me deslizo con una lata en la mano. La muerte cubre mi rostro. Batallones femeninos en los oídos: ninguna guerra en mi nombre, genocida primer mandatario. Sin miEDO grita una pared. No es bienvenido sr. Presidente. Lloran las bardas lo que hacen las balas. Me adelanto, dos militares reposan con metralla en la mano, me aparezco y pinto ASESINOS FUERA en la puerta de su vehículo. Los soldados brincan, me apuntan cortando cartucho, llega la marcha, gritos y jaloneos, me escabullo, el vocero se deslinda, continúan los gritos, sigo rayando, surfeo la calle, estoy poseído, mi mano manda. Si lo pienso no lo hago, con miedo no me muevo.

Llego al centro, sin edificios y en demolición. Negocios cerrados, zanjas y montones de tierras a media calle. Así imagino yo una zona de guerra. Sólo la Misión y la Ex Aduana tienen más de cien años. Se construye para destruir y volver a construir. En la Plaza de Armas, la gente se toma fotos con Tin Tan que está sentado en la fuente fumando un puro. Un danzante azteca forma un círculo con las personas que observan su ritual. El kiosco, un predicador mantiene el tono frenético  para hablar del fin del mundo, del Apocalipsis en curso. Su voz amplificada por dos bocinas es casi tan irritante como los cantos distorsionados que salen de la catedral intentando opacar su voz. El atrio cerrado –sólo se abre un rato los domingos, por seguridad. La plaza luce vacía, sigue siendo punto de reunión de adultos mayores y palomas, que llegan por miles. Al parecer nadie les ha informado de nada.

Topo con dos conocidos. –¿Nos matan por esta madre, y no nos podemos dar ni un pinche gallo? Dice K desesperado por no poder conectar mota. –Tiene todo el día buscando, anda erizo. Dice D justificando su acelere. –Ya fuimos con varios conectes, a todos los revientan carnal, dos tres semanas y truenan, bueno, se truenan, jajaja. Suelta K la carcajada. -Sólo queda un lugar pero está rodeado de chota. Es misión suicida. Entrar, conectar, salir. I-n-v-i-s-i-b-l-e-s. Los acompaño a la colonia Bellavista.

En el camino, K me platica su teoría basada en Crimen y Castigo de Dostoyevski. Según la cual, puedes meterte en la boca del lobo, navegar entre chotas, pasar retenes y revisiones sin problema siempre y cuando mantengas la calma. –Huelen el miedo, son como perros, con perdón de los perros. Se basan en la apariencia y en la actitud para los checkeos. En la culpa. Yo por eso tranquilo, ando línea, camino con mi morra, ni los volteo a ver. Para mi no existen. No me paran ni soldados ni policías, carnal. Remata apasionado con sus conclusiones.

Llegamos por la Avenida Juárez, hermana gemela de la Avenida Revolución en Tijuana. Antiguo escenario de la vida nocturna y entrada del turismo norteamericano a la frontera más fabulosa y bella del mundo según Juan Gabriel. Las mexican curious, mariachis y tacos en cada esquina son ahora fantasmas en mi mente buscando colorear el abandono. Retén militar junto al puente internacional. Convoys de Policía Municipal y Federal apuntando con sus armas. Yo veo en los policías a los Orcos del Señor de los Anillos, pero es certera la comparación de K, logro visualizarlos como una jauría de perros rabiosos liberados tras días de encierro.

Al doblar en una calle cesa el ruido y el movimiento. Un tipo en bicicleta se nos empareja –¿qué andan buscando? –¿tienes mota carnal? Pregunta K. –No hay hierba. Sólo piedra y chiva. Responde tajante. Nos analiza sin vernos directamente y echa un vistazo alrededor. Seguimos caminando. Pregunta dos, tres, cuatro veces, misma respuesta. -¿Cómo la ves? ¡Pura piedra, pura piedra, pura chiva, pura chiva! ¡Tengan su pinche chiva! ¿Creen que estamos pendejos? Queremos motita, no esa mierda. ¡Natural es, no veneno! ¿Ves cómo los pone? Se los echa en dos tres meses. Se los chupa así. Pura piltrafa humana bato. Quieren que te metas a huevo lo que ellos quieran. Nos matan con esas chingaderas. ¿Dónde queda el derecho que tenemos de meternos lo que nos de la gana? Para eso es nuestra vida, ¿o no? En Wall Street y Hollywood reciben pura calidad sin semilla y fresquecita y nosotros acá buscando guarumo. ¡Está cabrón! ¿o no? Va soltando entre reniegos.

Los dealers haciendo equipo, división del trabajo. De decenas de tienditas que había, el buffet de drogas, ahora es una operación conjunta. A uno le pides, otro cobra, otro entrega. Todo en la calle, en movimiento. De un bar se escapa la nueva versión de Panamericano. Dos hostes en miniflada nos invitan a entrar al ritmo de la canción. Bicicletas, perros, carritos de burritos, parqueros, prostitutas, borrachines y negocios ayudan a montar la escenografía de la película que voy imaginando al caminar. Barrio Chino, Huevo de Serpiente y Sin City se dibujan frente a mí.

Nos piden que esperemos afuera de una peluquería. Hay un bato de lentes oscuros que sentado con un perro de pelea a un lado, una estatua vigilando. Me siento junto a él. Reonozco el lugar. Le digo que estuve ahí de niño con mi padre. Le interesa la plática, responde amable. ¿De dónde vienen? El perro babea, olfatea, impone. D toma una fotote unas aves en un cable eléctrico. El bato sujeta al perro, se sube las lentes –mija, le voy a dar un consejo que le puede salvar el pellejo. Cuando venga a lugares como este nunca traiga cámara, y si la trai clávela, no la saque ¿me entiende? Le dice tranquilizando al pitbull que espera la orden de atacar. Olvidando su cara de vigilante cuenta que los traen jodidos, han matado a muchos. –Tantos muertos no es pa acabar con esto, más bien pa ver quién se queda con la gallina de los huevos de oro ¿me entiendes? Aquí jalas pa ellos vendiendo su merca o te la rifas y vendes lo tuyo. Pero te tienes que arreglar ¿me entiendes? Con la tira y los wachos no hay pedo. No se meten pero estamos rodeados. Garantizamos la venta, entrar y salir de aquí es pedo suyo ¿me entiendes? Estábamos las venticuatro horas, ahora nos quitamos cuando se apaga la vela. Así está el abarrote carnal, tenemos que camellar.

Llegan las latas. Salimos nuevamente a la Avenida Juárez, bullicio. Convoys de Policía Municipal y Federal apuntando con sus armas. Retén militar junto al puente internacional. D no habla. K me enseña una bolsa antes de clavarla. Se me acerca, me dice a los ojos -esta es la marihuana más difícil de conectar y más cara del país. Una lata que no te alcanza para un churro te cuesta treinta o cuarenta varos. Seca, con semillas y palos ¿ves por qué me encabrono?

Me muevo al Río Bravo, la división natural entre México y los Estados Unidos. Los muros pintados por la banda. Un Che Guevara gigante mirando al norte ¡Hasta la victoria siempre! Las víctimas del capital en las maquilas están. Justicia. Make love, fuck war. Migra asesina. ResISSTE. Vista internacional. Filtro internacional. Frontera cerrada. Puentes cámaras de vigilancia, el muro metálico, movimientos de la Border Patrol. El Paso, Texas. Repaso los edificios de mi infancia, hay nuevos. Cristales y espejos sirven de oficinas. Carreteras de alta velocidad, la montaña Franklin, antenas de radio y televisión, El Puente Negro por donde cruza el tren me recuerda a la cumbia de Fuga.

Detrás de mí calles destruidas, casas abandonadas, colonias desoladas. El choque de dos ciudades que son una misma. Siamesas separadas artificialmente. El río divide La Hacienda en residencia y segundo patio. La tragedia de una es la prosperidad de la otra.

El año anterior estuve ahí con un colectivo de videastas. Al ver seco el río cruzamos a explorar, hacer fotos. Ver México desde el otro lado. Cae una agente de la migra gritando y empujándonos para que nos salgamos de su país. Tomo fotos. Se aferra a detenerme y yo que ni madres. Diez Suburban, un chingo de agentes, un helicóptero. Siento coraje por el abuso y la prepotencia. Con el recuerdo de las veces que me persiguieron, las que me hospedaron en sus centros de detención, los cocoreo. Cruzo el río y regreso corriendo, les tiro el dedo, les grito que me la pelan. Desde el puente internacional se suman peatones al coro. Mis compas gritando –regrésate, te van a disparar. Me giro y corro. Escucho el sonido de las balas zumbando en mis oídos. Veo en cámara lenta cómo  levantan la tierra al chocar. Zigzagueo. Siento un impacto en el hombro izquierdo, dolor. Son balas de pintura amarilla.

Un mes después la Border Patrol asesina en ese lugar a S de catorce años. Hicimos un grafitti que sin duda lee la migra. ASESINOS en letras de cinco metros de altura. Jornada Artística Ningún Ser Humano es Ilegal. El barrio, artistas y activistas con la familia de S. La ira no se hace esperar. Saltan las rocas, se destruye la malla, rayadas de madre, gritos de asesinos a los migras. Envían un equipo SWAT con francotiradores para controlarnos. Disparos de advertencia. Más piedras. Rostros cubiertos. El ambiente se calienta. La banda encabronada y alterada. Un recolector de chatarra con su familia les apunta con una escopeta ustedes sigan gritando, yo aquí los tengo en la mira. Llega un convoy de Policías Federales. ¡Ya valimos madres! Operación sandwish. [Chale] La migra por el norte, los Federales por el sur. Lo que sucede nadie lo esperaba. Luego de asegurar el perímetro nos protegen con sus armas del ataque de la migra. -Sigan con su evento chavos, estamos con ustedes. Los migras gritando –no apunten sus armas a los Estados Unidos; queremos hablar con su jefe. Riesgo de conflicto internacional. Negociamos. -Pueden gritarles lo que quieran, nomás no los agredan. La patrulla fronteriza se retira, derrotada; los Federales se quedan, no nos molestan.                                                                                                                              
: el : alas : blisset

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