No le creas nada a mi mente diseñada por los medios
No creas que yo lo crea
Hay cicatrices que se cierran pero se destacan
Déjame verte
Qué milagro Margarita
Sólo mi ojo y tu nuca
Hay demasiadas formas de morir.
Carlos Fuentes
No le creas nada a mi mente diseñada por los medios
No creas que yo lo crea
Hay cicatrices que se cierran pero se destacan
Déjame verte
Qué milagro Margarita
Sólo mi ojo y tu nuca
Hay demasiadas formas de morir.
Carlos Fuentes
A la mierda el conformismo:
Yo no quiero ser recuerdo
Quiero ser tu amor imposible,
Tu dolor no correspondido,
Tu musa más puta,
El nombre que escribas en todas las camas
Que no sean la mía,
Quien maldigas en tus insomnios
Quien ames con esa rabia que solo da el odio.
Yo no quiero
Que me digas que mueres por mí,
Quiero hacerte vivir de amor,
Sobre todo cuando llores,
Que es cuando más viva eres.
Yo no quiero
Que tu mundo se dé la vuelta
Cada vez que yo me marche,
Quiero que darte la espalda
Solo signifique libertad
Para tus instintos más primarios.
Yo no quiero
Quitarte las penas y condenarte,
Quiero ser la única
De la que dependa
Tu tristeza
Porque esa sería
La manera más egoísta y valiente
De cuidar de ti.
Yo no quiero hacerte daño,
Quiero llenar
Tu cuerpo de heridas
Para poder lamerte después,
Y que no te cures
Para que no te escueza.
Yo no quiero
Dejar huella en tu vida,
Quiero ser tu camino,
Quiero que te pierdas,
Que te salgas,
Que te rebeles,
Que vayas a contracorriente,
Que no me elijas,
Pero que siempre regreses a mí para encontrarte.
Yo no quiero prometerte,
Quiero darte
Sin compromisos ni pactos,
Ponerte en la palma de la mano
El deseo que caiga de tu boca
Sin espera,
Ser tu aquí y ahora.
Yo no quiero
Que me eches de menos,
Quiero que me pienses tanto
Que no sepas lo que es tenerme ausente.
Yo no quiero ser tuya
Ni que tú seas mía,
Quiero que pudiendo ser con cualquiera
Nos resulte más fácil ser con nosotras.
Yo no quiero
Quitarte el frío,
Quiero darte motivos para que cuando lo tengas
Pienses en mi cara
Y se te llene el pelo de flores.
Yo no quiero
Viernes por la noche,
Quiero llenarte la semana entera de domingos
Y que pienses que todos los días
Son fiesta
Y están de oferta para ti.
Yo no quiero
Tener que estar a tu lado
Para no faltarte,
Quiero que cuando creas que no tienes nada
Te dejes caer,
Y notes mis manos en tu espalda
Sujetando los precipicios que te acechen,
Y te pongas de pie sobre los míos
Para bailar de puntillas en el cementerio
Y reírnos juntas de la muerte.
Yo no quiero
Que me necesites,
Quiero que cuentes conmigo
Hasta el infinito
Y que el más allá
Una tu casa y la mía.
Yo no quiero
Hacerte feliz,
Quiero darte mis lágrimas
Cuando quieras llorar
Y hacerlo contigo,
Regalarte un espejo
Cuando pidas un motivo para sonreír,
Adelantarme al estallido de tus carcajadas
Cuando la risa invada tu pecho,
Invadirlo yo
Cuando la pena atore tus ojos.
Yo no quiero
Que no me tengas miedo,
Quiero amar a tus monstruos
Para conseguir que ninguno
Lleve mi nombre.
Yo no quiero
Que sueñes conmigo,
Quiero que me soples
Y me cumplas.
Yo no quiero hacerte el amor,
Quiero deshacerte el desamor.
Yo no quiero ser recuerdo,
Mi amor,
Quiero que me mires
Y adivines el futuro.
Elvira Sastre
Percibo lo secreto, lo oculto:
¡Oh vosotros señores!
Así somos, somos mortales,
De cuatro en cuatro nosotros los hombres,
Todos habremos de irnos,
Todos habremos de morir en la tierra…
Nadie en jade,
Nadie en oro se convertirá:
En la tierra quedará guardado
Todos nos iremos
Allá, de igual modo.
Nadie quedará,
Conjuntamente habrá que perecer,
Nosotros iremos así a su casa.
Como una pintura
Nos iremos borrando.
Como una flor,
Nos iremos secando
Aquí sobre la tierra.
Como vestidura de plumaje de ave zacuán,
De la preciosa ave de cuello de hule,
Nos iremos acabando
Nos vamos a su casa.
Se acercó aquí
Hace giros la tristeza
De los que en su interior viven…
Meditadlo, señores,
Águilas y tigres,
Aunque fuerais de jade,
Aunque allá iréis,
Al lugar de los descarnados…
Tendremos que desaparecer
Nadie habrá de quedar.
Nezahualcóyotl
Esta noche, buscando tu boca en otra boca,
casi creyéndolo, porque así de ciego es este río
que me tira en mujer y me sumerge entre sus párpados,
qué tristeza nadar al fin hacia la orilla del sopor
sabiendo que el placer es ese esclavo innoble
que acepta las monedas falsas, las circula sonriendo.
Olvidada pureza, cómo quisiera rescatar
ese dolor de Buenos Aires, esa espera sin pausas ni
esperanza.
Solo en mi casa abierta sobre el puerto
otra vez empezar a quererte,
otra vez encontrarte en el café de la mañana
sin que tanta cosa irrenunciable
hubiera sucedido.
Y no tener que acordarme de este olvido que sube
para nada, para borrar del pizarrón tus muñequitos
y no dejarme más que una ventana sin estrellas.
Julio Cortázar
Bailan las gitanas,
míralas el rey;
la reina, con celos,
mándalas prender.
Por Pascua de Reyes
hicieron al rey
un baile gitano
Belica e Inés.
Turbada Belica,
cayó junto al rey,
y el rey la levanta
de puro cortés;
mas como es Belilla
de tan linda tez,
la reyna, celosa,
mándalas prender.
Miguel de Cervantes
En costa lejana
y en mar de Pasión,
dijimos adioses
sin decir adiós.
Y no fue verdad
la alucinación.
Ni tú la creíste
ni la creo yo,
«y es cierto y no es cierto»
como en la canción.
Que yendo hacia el Sur
diciendo iba yo:
«Vamos hacia el mar
que devora al Sol».
Y yendo hacia el Norte
decía tu voz:
«Vamos a ver juntos
donde se hace el Sol».
Ni por juego digas
o exageración
que nos separaron
tierra y mar, que son
ella, sueño y el
alucinación.
No te digas solo
ni pida tu voz
albergue para uno
al albergador.
Echarás la sombra
que siempre se echó,
morderás la duna
con paso de dos…
Para que ninguno,
ni hombre ni dios,
nos llame partidos
como luna y sol;
para que ni roca
ni viento errador,
ni río con vado
ni árbol sombreador,
aprendan y digan
mentira o error
del Sur y del Norte,
del uno y del dos!
Gabriela Mistral
Rosa divina que en gentil cultura
eres, con tu fragante sutileza,
magisterio purpúreo en la belleza,
enseñanza nevada a la hermosura.
Amago de la humana arquitectura,
ejemplo de la vana gentileza,
en cuyo ser unió naturaleza
la cuna alegre y triste sepultura.
¡Cuán altiva en tu pompa, presumida,
soberbia, el riesgo de morir desdeñas,
y luego desmayada y encogida
de tu caduco ser das mustias señas,
con que con docta muerte y necia vida,
viviendo engañas y muriendo enseñas!
Sor Juana Inés de la Cruz
Estar cansado tiene plumas,
tiene plumas graciosas como un loro,
plumas que desde luego nunca vuelan,
mas balbucean igual que loro.
Estoy cansado de las casas,
prontamente en ruinas sin un gesto;
estoy cansado de las cosas,
con un latir de seda vueltas luego de espaldas.
Estoy cansado de estar vivo,
aunque más cansado sería el estar muerto;
estoy cansado del estar cansado
entre plumas ligeras sagazmente,
plumas del loro aquel tan familiar o triste,
el loro aquel del siempre estar cansado.
Luís Cernuda
Grata la voz del agua
a quien abrumaron negras arenas,
grato a la mano cóncava
el mármol circular de la columna,
gratos los finos laberintos del agua
entre los limoneros,
grata la música del zéjel,
grato el amor y grata la plegaria
dirigida a un Dios que está solo,
grato el jazmín.
Vano el alfanje
ante las largas lanzas de los muchos,
vano ser el mejor.
Grato sentir o presentir, rey doliente,
que tus dulzuras son adioses,
que te será negada la llave,
que la cruz del infiel borrará la luna,
que la tarde que miras es la última.
Jorge Luís Borges
Algo se muere en mi todos los días;
la hora que se aleja me arrebata,
del tiempo en insonora catarata,
salud, amor, ensueños y alegrías.
Al evocar las ilusiones mías, Pienso:
«¡yo, no soy yo!» ¿por qué, insensata,
la misma vida con su soplo mata
mi antiguo ser, tras lentas agonías?
Soy un extraño ante mis propios ojos,
un nuevo soñador, un peregrino
que ayer pisaba flores y hoy… abrojos.
Y en todo instante, es tal mi desconcierto,
que, ante mi muerte próxima, imagino
que muchas veces en la vida… he muerto.
Julio Florez
Musa, si conviniste en ofrecer, a cambio de paga,
tu voz, obediente a la plata, a ti te corresponde hacerla tremolar aquí y allá
en honor de Pitónico,
el padre, o de su hijo Trasideo,
cuya felicidad y fama están flameantes.
Hermosa fue su victoria de antaño con el carro
y en Olimpia conquistaron con sus caballos
el rayo veloz de los célebres juegos;
mientras que en Pito, al bajar a la arena para la carrera ligera,
fueron superiores a la helénica concurrencia
por su rapidez. Que no ambicione yo mas bienes que los divinos,
con aspiraciones adecuadas a la edad,
pues cuando me encuentro con que en una ciudad
los de enmedio poseen flor de prosperidad más duradera,
censuro el destino de las tiranías.
Dedicado estoy a los logros compartidos: fuera los envidiosos.
Mas cuando uno alcanza la cima
y con pacífica conducta escapa
de la funesta desmesura, puede hacer mas bella travesía hasta el límite
de la negra muerte si a su gratísima descendencia
ha proporcionada renombrada gloria, mas poderosa que todas las riquezas.
Tal don es el que distingue al hijo de Ificles,
Yolao, el que himnos dedicamos, y al fuerte Cástor,
y a ti, soberano Polideuces, hijos de dioses,
que un día habitáis en la sede de Terapna
y al otro dentro del Olimpo.
A Aristóclides, vencedor en el pancracio
Si bello de cuerpo y con una conducta que no desdice de su hermosura
el hijo de Aristófanes ha alcanzado la cima de su virilidad,
ya no es fácil seguir surcando el mar inaccesible
más allá de las columnas de Heracles,
héroe dios, dispuso como gloriosos testigos
del límite de la navegación, sometió éste en el mar a descomunales
monstruos de la navegación, sometió éste en el mar a descomunales
monstruos y por propio impulsa exploró de las marismas
las corrientes, por donde llegó hasta el punto final que le condujo de
regreso
y descubrió aquella tierra. Corazón mío, ¿hacia que ajeno
promontorio desvías mi navegación ?
Te pido que lleves la Musa a Eaco y su raza.
Con mis palabras se compadece lo mas sublime de la justicia elogiar al
valeroso....
Del rubio Aquiles, ya de niño, cuando en casa de Fílira
vivía, grandes hazañas eran los juegos: muchas veces
con sus manos lanzaba, veloz como el viento, la jabalina de breve hierro,
en su lucha a leones salvajes la muerte causaba
y a los jabalís aniquilaba;
hasta los pies del Crónida Centauro
llevaba los cuerpos agonizantes,
a los seis años por vez primera y en todo el tiempo postrero...
Píndaro
Quiero ensalzar cantando a los Atridas,
quiero cantar a Cadmo,
mas de mi lira los sonoros nervios
tan sólo amores dicen.
Otra lira pulsar en otro tono
quise, con nuevas cuerdas
y al pretender cantar al fuerte Heracles,
tan sólo amores respondió mi lira.
Héroes, dejad de enardecer mi mente,
porque mi lira, sólo amores canta.
Anacreonte
El más hermoso de los ríos, Ebro,
que desembocas junto a Eno en el mar púrpura,
después de haber rugido por las tierras de Tracia,
rica en caballos.
Muchas doncellas llegan hasta ti
y por sus suaves muslos, con manos delicadas
se embelesan pasando como un bálsamo
tu agua de dioses.
Alceo de Mitilene
Igual parece a los eternos Dioses.
Quien logra verse frente a Ti sentado:
¡Feliz si Goza tu Palabra Suave,
Suave tu risa!
A mí en el pecho el Corazón se oprime.
Sólo en mirarte: ni la voz acierta
De mi garganta a prorrumpir; y rota
Calla la lengua
Fuego Sutil dentro de mi cuerpo todo
Presto discurre: los inciertos ojos
Vagan sin Rumbo, los oídos hacen
Ronco Zumbido
Cúbrome toda de Sudor helado:
Pálida quedo cual marchita hierba
y ya sin Fuerzas, sin Aliento, Inerte
Parezco muerta.
Safo de Lesbos
Salve, ni de mínima nariz muchacha,
ni de bonito pie, ni de negros ojillos,
ni de largos dedos, ni de boca seca,
ni, claro es, de demasiado elegante lengua,
del derrochador formiano la amiga,
¿que tú, la provincia narra, eres bonita?
¿Contigo la Lesbia nuestra se compara?
Oh siglo sin gusto y desagraciado.
Catulo
Para Julia de Burgos por Julia de Burgos
Será presente en ti tu manantial.
Estarás en las ramas del universo entero.
Déjame que te cante como cuando eras mía
en la llovizna fresca del primer aguacero.
Tu mano en semi-luna, en semi-sol y en todo
se refugiaba núbil, sobre la mano mía.
Porque yo te cuidaba, hermanita silvestre
y sabes que lloraba en tus claras mejillas.
Será presente en ti tu manantial sin sombras.
Estarás en las ramas del universo entero.
Pero ¿dónde dejaste tu paz? « En cada herida»
me contestan tus ojos anegados por dentro.
Déjame que te cante como cuando eras mía,
hermanita silvestre, como cuando trepamos
el astro que salía a dormir soledades
entre nuestras pupilas destiladas de amor.
Déjame que te cante como cuando eras mía,
y era paz el silencio de mi profunda ola,
y era paz la distancia de tu nombre y mi nombre
y era paz el sollozo de la muerte que espera.
Será presente en ti tu manantial sin sombras...
Estarás en las ramas del universo mío
y todas las estrellas se bajarán cantando
la canción del espacio refugiada en un río.
Julia de Burgos
Aquí estoy, solo estoy, despedazado.
Ruge el cielo: las nubes se aglomeran,
Y aprietan, y ennegrecen, y desgajan:
Los vapores del mar la roca ciñen:
Sacra angustia y horror mis ojos comen:
A qué, Naturaleza embravecida,
A qué la estéril soledad en torno
¿De quién de ansia de amor rebosa y muere?
¿Dónde, Cristo sin cruz, los ojos pones?
¿Dónde, oh sombra enemiga, dónde el ara
Digna por fin de recibir mi frente?
¿En pro de quién derramaré mi vida?
?Rasgóse el velo; por un tajo ameno
De claro azul, como en sus lienzos abre
Entre mazos de sombra Díaz famoso,
El hombre triste de la roca mira
En lindo campo tropical, galanes
Blancos, y Venus negras, de unas flores
Fétidas y fangosas coronados:
¡Danzando van: a cada giro nuevo
Bajo los muelles pies la tierra cede!
Y cuando en ancho beso los gastados
Labios sin lustre ya, trémulos juntan,
Sáltanles de los labios agoreras
Aves tintas en hiel, aves de muerte.
José Martí
Duerme, duerme, dueño mío,
sin zozobra, sin temor,
aunque no se duerma mi alma,
aunque no descanse yo.
Duerme, duerme y en la noche
seas tú menos rumor
que la hoja de la hierba,
que la seda del vellón.
Duerma en ti la carne mía,
mi zozobra, mi temblor.
En ti ciérrense mis ojos:
¡duerma en ti mi corazón!
Gabriela Mistral
En el silencio estrellado
la Luna daba a la rosa
y el aroma de la noche
le henchía ?sedienta boca?
el paladar del espíritu,
que adurmiendo su congoja
se abría al cielo nocturno
de Dios y su Madre toda...
Toda cabellos tranquilos,
la Luna, tranquila y sola,
acariciaba a la Tierra
con sus cabellos de rosa
silvestre, blanca, escondida...
La Tierra, desde sus rocas,
exhalaba sus entrañas
fundidas de amor, su aroma...
Entre las zarzas, su nido,
era otra luna la rosa,
toda cabellos cuajados
en la cuna, su corola;
las cabelleras mejidas
de la Luna y de la rosa
y en el crisol de la noche
fundidas en una sola...
En el silencio estrellado
la Luna daba a la rosa
mientras la rosa se daba
a la Luna, quieta y sola.
Miguel de Unamuno
La luna se puede tomar a cucharadas
o como una cápsula cada dos horas.
Es buena como hipnótico y sedante
y también alivia
a los que se han intoxicado de filosofía.
Un pedazo de luna en el bolsillo
es mejor amuleto que la pata de conejo:
sirve para encontrar a quien se ama,
para ser rico sin que lo sepa nadie
y para alejar a los médicos y las clínicas.
Se puede dar de postre a los niños
cuando no se han dormido,
y unas gotas de luna en los ojos de los ancianos
ayudan a bien morir.
Pon una hoja tierna de la luna
debajo de tu almohada
y mirarás lo que quieras ver.
Lleva siempre un frasquito del aire de la luna
para cuando te ahogues,
y dale la llave de la luna
a los presos y a los desencantados.
Para los condenados a muerte
y para los condenados a vida
no hay mejor estimulante que la luna
en dosis precisas y controladas.
Jaime Sabines
I was thinking of a son.
The womb is not a clock
nor a bell tolling,
but in the eleventh month of its life
I feel the November
of the body as well as of the calendar.
In two days it will be my birthday
and as always the earth is done with its harvest.
This time I hunt for death,
the night I lean toward,
the night I want.
Well then—
speak of it!
It was in the womb all along.
I was thinking of a son ...
You! The never acquired,
the never seeded or unfastened,
you of the genitals I feared,
the stalk and the puppy’s breath.
Will I give you my eyes or his?
Will you be the David or the Susan?
(Those two names I picked and listened for.)
Can you be the man your fathers are—
the leg muscles from Michelangelo,
hands from Yugoslavia
somewhere the peasant, Slavic and determined,
somewhere the survivor bulging with life—
and could it still be possible,
all this with Susan’s eyes?
All this without you—
two days gone in blood.
I myself will die without baptism,
a third daughter they didn’t bother.
My death will come on my name day.
What’s wrong with the name day?
It’s only an angel of the sun.
Woman,
weaving a web over your own,
a thin and tangled poison.
Scorpio,
bad spider—
die!
My death from the wrists,
two name tags,
blood worn like a corsage
to bloom
one on the left and one on the right—
It’s a warm room,
the place of the blood.
Leave the door open on its hinges!
Two days for your death
and two days until mine.
Love! That red disease—
year after year, David, you would make me wild!
David! Susan! David! David!
full and disheveled, hissing into the night,
never growing old,
waiting always for you on the porch ...
year after year,
my carrot, my cabbage,
I would have possessed you before all women,
calling your name,
calling you mine.