jueves, 20 de noviembre de 2014

EL MAGO RIVERSSON


(Dedicada a mi sobrino Ramón Ríos)

Sus manos son alondras que las mueve

al compás de una música nace

y son gotas de lluvia o copos de nieve

al moverlas tan bien como él lo hace.

Trae un bastón sujeto entre las manos.

Lo venda en un papel y prende fuego,

cuando todos pendientes de él estamos

desaparece sin más, igual que un juego.

Si maneja una vela que ha encendido

se desatan sus artes de gran brujo

y sin ver de donde habrán salido 

dos tórtolas nos ganan con su embrujo.

Una caja, las espadas, la mujer,

un enjambre constante de miradas

queriendo descubrir, queriendo ver

como se clavaran allí tantas espadas.

Entra nuestra mujer en esa caja.

Las espadas se clavan una a una.

¿Será para la dama una mortaja?

¿O tan solo será como una cuna?

¡Expectante; la gente ni respira!

¡Están como embrujados por la espera!

El mago; retira las espadas y las tira

clavándose en el suelo de madera.

¡Abre de par en par aquella puerta!

¡El público nervioso está esperando!

¡Hay gente que cree que saldrá muerta!

¡Pero ella sale viva y saludando!

La magia ha conseguido este milagro

poniendo para ello de su parte

la mente magnifica de un mago

y el magnifico embrujo de su arte.

La gente prorrumpe en ovaciones.

El tetro estalla de contento.

Se suelen escuchar exclamaciones

al proclamar que el mago es un portento.

Un número a comentar

es; “El Castillo Encantado”,

en él se le ve llegar

con un gesto controlado.

Al entrar al escenario

cuelga su capa y chistera,

del bastón por el contrario

sale; una tórtola parlera.

Enciende muy, muy despacio

el pabilo de una vela,

ésta recorre un espacio

y enciende otra nueva vela.

Luego se sienta a mirar

el cuadro de una mujer,

como queriendo esperar

que ella se llegue mover.

¡Hace un gesto imperceptible!

¡Hay en su mano un collar!

¡Parece algo imposible!

¡Al cuadro lo va ha lanzar!

¡Lanza el collar hacia el cuadro!

¡Al cuello con suma gracia

se cuelga con gran descaro

como por arte de magia!

De un bolso, por ilusión

sale un precioso vestido,

lo estira sobre un sillón

sin que haya nadie metido.

Cogiendo después un manto

cubre el sillón y el vestido

y aparece por encanto

la mujer en el metido.

Es la mujer que esperaba.

La que pensó que vendría.

Esa con la que soñaba

y en el cuadro se veía.

Es la magia, la ilusión,

el encanto y fantasía,

la insuperable pasión

que aquel mago desprendía.

Hay muchas más actuaciones

que aquí no voy a explicar,

sobran las explicaciones

ya que no os quiero cansar.

Si quieres ver la belleza

de esta hermosa ilusión

acude a ver con presteza

al gran Mago RIVERSSON.



Fernando Rios

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