A Zoraida y Carlos
Et d"avoir vu la mer ouvete comme un oeil
Guillerme Apollinaire
Ninguna fotografía sabe esconderme del pasado.
En la vieja arquitectura de estrellas cansadas
brotan los días con sus relojes sin cuerda.
Los sonidos y su modernidad.
Las barcas del desprecio siguen arribando:
anclas sangrientas,
banderas de odio.
Llevamos bajo el brazo un compás,
truenos,
el diluvio de plazas y oficinas
donde las rosas se secan,
las tazas de té meditan
mientras el invierno amenaza
y trae consigo
cuerpos de ballenas muertas,
leños que parecen viejos buques.
La perfección de la noche
pinta la tormenta mar adentro.
El destino es un disfraz,
Escapa al sur como las aves.
Es un asesino que regresa a tierra
sin argumentos para envejecer.
Aquí los cruceros descansan
como casas deshechas por la sal.
Las tiendas se adornan con flautas
y serpientes de madera.
Todos los aromas
acaban con la realidad y sus siglos de oleaje,
como un corazón arponeado por el olvido.
David Cruz
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