Todo es esencial en el paisaje:
las columnas de humo fingiendo ser
la estela de un cometa; la bóveda
de la tarde con sus nervios de sol,
su guadaña de sombra en el trigal
de piel de cebra; el bosque espeso, inmóvil
miniado de pájaros y de vientos;
la línea de cristal del río que une
en su zig-zag el aire transparente,
los álamos en llamas junto al Burbia,
la altura que ofrece la atalaya;
cada una de esas cifras precisas
y el ojo que mira, y su distancia.
Todo es esencial en el paisaje
y todo es único: la ambigüedad
es la sombra que nutre la mirada.
José Ramón Trujillo
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