Se me caen los versos al andar. Me repiten las palabras, se me repiten. Van goteando en el suelo que poco a poco voy dejando atrás, como regando los pasos que ya he dado, como queriendo nutrir el camino que ya he caminado. Se resbalan los versos por mi boca. Y por mis ojos, llorando palabras que quieren tocar algún alma.
En este paraje de hierba negra, son mis versos depositados como hojas muertas, que pasan de ser árbol a ser otoño. Versos que esperan la noche, la luna, que esperan el sol, no por su luz, pues las hojas que murieron no hacen ya la fotosíntesis.
Y esta soledad me está matando, esta siniestra soledad me roba la vida y el calor, esta absurda y desquerida soledad que viene en noviembre, que busca mi amor, que me busca y me encuentra hablando de versos en un poema en prosa.
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