Oxitocina y Paula,
por lo más reciente.
Gonzalo
R. S.
Oxitocina y Paula,
por lo más reciente,
y esa mujer de la barra
esa forma de sonreír
arqueando la comisura
con un desapego animal,
ese reflejo en los ojos
que la hace interesante como un libro
cerrado,
esa estatura indeterminada
y ese sujetador pequeño
ceñido
críptico
(La esencia del Poder es el Secreto)
que me invita a imaginar tantas
historias;
una mujer casi cuántica
una mujer nebulosa
(una mujer que es todas las mujeres
mientras no viole la regla:
mientras no hable con ella);
esa mujer.
La comparo.
(Es el mejor especimen que hay en este
bar
de Poetas).
Pero no debo no es la mujer de
Schrödinger.
Pero es que esa manera
que tienen los fotones de recorrer su
muslo en un susurro ascendente,
esa forma y yo
—víctima
del romanticismo,
poeta desde mi más tierna pubertad—
no puedo dejar de oler el aire
indescifrable
e intento discernir en mi nariz
qué
es lo que hace que sus hormonas
sean distintas de todas las demás
y le sonrío
con aplomo (no violes la regla,
no lo hagas (no mates a todas aquellas
que No es))
le sonrío pensando en mis cualidades
innegables
y en lo bien
que me sienta el
jersey nuevo,
en el encanto de mi sinceridad
mi conversación
y mi inocencia
y me devuelve
la sonrisa
(ah, qué delicada flor de un oasis)
y le
sigo el reguero de intenciones por el cuello
hasta una oreja
—¡qué
oreja!—
que
me habla de un ADN perfecto,
equilibrado,
con sus tés y sus cés y sus gés y sus
aes
deseando
abrazarse a las mías
y su equis equis en busca de un equis y
que podría ser yo
(tendríamos un hijo moreno,
bello como su madre
fuerte como su padre)
si tan sólo
lograse averigüar su número de
teléfono
(La esencia del Poder es el Secreto)
o su nombre la buscaría
en la Matriz que Todo lo Alberga
y la tendría al alcance de la mano,
nos oleríamos durante tardes
interminables
(yo
su cabello,
ella mis
axilas...)
y la haría perfectamente mía
→
si tan sólo no la
estuviese acechando ese individuo
y la llevaría a París y follaríamos
→
si tan sólo ese tipo que parece
que le está leyendo algo
le pagaría un viaje a Londres y
follaríamos
→
si acaso ese hijo de puta con
pinta de Poeta
no se hubiese adelantado
follaríamos y follaríamos y follaríamos
hasta matar a todos los hijos que
pudimos No tener
y ella sería
mía
...eso
que usted llama Amor no es otra cosa
que el resultado de las perturbacions
cerebrales
causadas por la acumulación de semen
en las vesículas de Graaf...
Gonzalo
T.
B.
sólo acercarme
“Hola, ¿qué tal?”, “Yo Munir, ¿y
tú?”
no he podido evitar...
(y
ni él ni ella perciben los cadáveres
de los que todo acto está preñado)
es un libro de Bolaño lo que le muestra
y ésta es la mía;
soy más alto que él y ésta es la mía;
cobro más
que él y ésta es la mía;
les invito a ambos a ésta y a la
siguiente
—él,
claro, no acepta
(pero
sonríe)—
y saboreo
el modo en que mis feromonas aplastan a las suyas
mientras
me desanudo en frases
que cada vez parecen más naturales:
“Bolaño en realidad de joven...”
(ella es
mía)
“El día del golpe de Pinochet...”
(es mía.
Largo.
(adoro esa palabra
cuando cae de mis labios))
“¿Sí dije que soy poeta?
(¿queréis que recite algo?)”
será
el Soliloquio del africano
y él ya se está retirando;
llego
tarde porque una amiga...
(miente)
y yo desenrollo con placer
mis versos usando esta lengua
que ya casi
es su
lengua
mi Soliloquio
y gozo
observando cómo mi jersey le va calando
mis hormonas le van calando,
el
efecto del último verso la estremece
(qué hermosas las mujeres cuando
tiemblan)
mi sinceridad, mi inocencia, mi
inteligencia le van calando hondo, hondo,
y ya casi es mía
(La
escucho por unos instantes
[intelectualmente
capaz]
[razonablemente
encantadora, sin
llegar a cargante]
[sin
rarezas evidentes]
[sin
defectos físicos evidentes]
Conclusión:
[apta]
)
y finjo un
roce casual con su pelo,
y su oxitocina se esparce por el aire
y se
desliza por el tobogán
de mis sinapsis;
y hago lo
posible por que se me note
la erección
(pero
al descuido,
de modo que yo mismo logro convencerme
de que estoy disimulando)
y ella se inclina levemente
cediendo su
escote a la gravedad y dejando que me asome al
abismo;
…
Y
ahora que ya nos hemos presentado,
ahora que hemos librado una vez más
una batalla milenaria,
“¿tomas otra?”
“y por cierto, ¿cómo te llamabas?”
“¿ah, sí?”
“que casualidad porque
Oxitocina y Paula,
por lo más reciente”.
Munir
¿Hubo suerte? ó ¿quedó todo en un calentón?
ResponderEliminarEs bueno el comentario de Julito, porque mi querido Munir, pareces entrañable y sin duda un poeta desde tu pubertad, pero este poema -permite que observe con imprudencia o valentía- no es anatomía del amor, es anatomía del encuentro -intento de cita-, expuesto con mucha gracia eso sí...
ResponderEliminarMis cariños,
Nená de la Torriente
Querida Nená:
ResponderEliminarTe informo de que no has entendido absolutamente nada. Nada de lo que yo entiendo releyéndolo ahora, al menos. Pero te agradezco mucho tu comentario.
Abrazos,
Munir.
Me ha encantado, tiene mucho arte describiendo.
ResponderEliminar¿Qué será lo que Mr. Munir entiende y Nená no comprende?
ResponderEliminarVale. Pero, ¿hubo suerte o no?...
ResponderEliminarCuánto daño ha hecho la autoficción...
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