para que el taxi
arranque
y se la lleve
a través de las calles
de esta ciudad
-quieta y silenciosa
en la madrugada- para siempre.
Unos segundos apenas
que los dos aprovechamos
-no sé con qué fin, no puede haberlo,
solo hemos intercambiado unas palabras-
para mirarnos y decirnos todo
lo que quizás nos hubiésemos dicho
a lo largo
de una vida.
Una vida
entera ahí, en una mirada
que sólo puede durar
unos segundos:
lo que duran a veces
los momentos
que la iluminan de verdad.
Karmelo Iribarren
Es la extraña cualidad del tiempo.
ResponderEliminarJoder, qué bueno.
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