sobre la arquitectura de estos huesos
carne y cabellos, por quien fueron presos
los ojos que mirándola detuvo.
Aquí la rosa de la boca estuvo
marchita ya con tan helados besos;
aquí los ojos de esmeralda impresos,
color que tantas almas entretuvo.
Aquí la estimativa que tenía
el principio de todo movimiento;
aquí de las potencias la armonía:
¡Oh hermosura mortal, cometa al viento!
¿Donde tan alta presunción vivía
desprecian los gusanos aposento?
Félix Lope de Vega
Quítome el sombrero...
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