Aquí, el hombre y la tierra
son la misma cosa
Trágicamente hermanos.
El minero hiere la montaña,
lo maltrata, despedaza, roba.
Un día cualquiera,
el más bello de luz y armonía,
Las piedras, las terreras, dejan su calma,
enfurecen, se dislocan,
se hacen duro mar de ríos macizos,
apretados de agonía.
Aprisionan fuertemente al minero,
enterrándole vivo.
Perdido entre estériles y menas,
permanece muchas horas, días,
haciéndole su gajo, su latido.
Muerto luego.
Acaso en el terrible instante,
el hombre cantaba tiernamente,
pensando en cosas gratas.
Amarga, dolorosa estampa
Que añade una figura más
Al numeroso retablo de olvido.
Luther Blissett
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