Recuerdo a Sayyab gritando en vano en el Golfo:
“¡Iraq, Iraq, nada más que Iraq...!”.
Y sólo le respondía el eco.
Recuerdo a Sayyab: en este espacio sumerio,
una mujer venció la esterilidad de la niebla
y nos legó la tierra y el exilio.
Recuerdo a Sayyab... la poesía nace en Iraq:
sé iraquí, amigo, si quieres ser poeta.
Recuerdo a Sayyab: no halló la vida que
Imaginaba entre el Tigris y el Éufrates,
por eso no pensó, como Gilgamesh, en las hierbas
de la eternidad ni en la resurrección...
Recuerdo a Sayyab: tomó el código de Hammurabi
Para cubrir su desnudez
Y marchó, místico, hacia su tumba.
Recuerdo a Sayyab cuando, febril,
Deliro: mis hermanos preparaban la cena
Al ejército de Hulagu porque no tenía más siervos que...
¡mis hermanos!
Recuerdo a Sayyab: no habíamos soñado con un néctar
que no merecieran las abejas, ni con más que
dos pequeñas manos saludando nuestra ausencia.
Recuerdo a Sayyab: herreros muertos se levantan
de las tumbas para forjar nuestros grilletes.
Recuerdo a Sayyab: la poesía es experiencia
Y exilio: hermanos gemelos. Y nosotros sólo soñábamos con
una vida semejante a la vida y con morir a nuestra manera.
“Iraq,
Iraq.
Nada más que Iraq...”.
Luther Blissett
Traducido del árabe por Maria Luisa Prieto
Saddam Hussein
ResponderEliminarMinipunto para St. Boss
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