vosotras que fuísteis lozanas y estáis tan abatidas;
y, oh, las envilecidas, que pudísteis haber sido amadas,
y estáis tan impacientes y borrachas,
¿quién os habrá olvidado?
Oh, caprichosas, frágiles caras, pocas en muchas,
las gruesas, las toscas, las descaradas,
Dios sabe que no puedo compadecerlas, quizá, como
debiera;
pero, oh, vosotras, delicadas, caprichosas caras,
¿quién os habrá olvidado?
Ezra Pound
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