A la auténtica Gema Palacios, mi madre
Dices que eres débil porque tus huesos
son de una fragilidad extrema,
y que tus manos se deshilachan
como botones a punto de quebrarse por dentro.
Y es cierto, ya no eres la chica de la melena,
y de los pantalones cortos y del bikini rosa.
Ya no eres esa porque eres esta de aquí:
la que me mira, se sonríe y adivina lo que pienso,
la que se enfada si hago las cosas mal
o si las dejo a medias o se me olvidan, pero
lo que no se me olvida es que hace veinte años
que lo sacrificaste todo por mí
para convertirte en una artista
que cultiva a sus hijas con el mismo amor
con el que toma un pincel entre los dedos,
y retrata el paisaje de sus días,
de sus noches, y de los aguaceros
que le quedan todavía por vivir.
Después de veinte años me separo de ti
y estaremos muy lejos, y te escribiré
largos poemas con perfume a nostalgia.
Y te juro que volveré siendo la misma,
pero más como tú: más valiente, más sabia
más hermosa...
Aunque nunca vaya a tener unas piernas tan largas,
y unos huesos tan firmes como los tuyos, mamá.
Gema Palacios
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