De ahora en adelante seré yo
quien describa las ciudades.
—Italo Calvino
Cuando des a luz
a los bebés
que llevas dentro de los ojos
—son
peladuras de naranja sobre el adoquinado
dominio
absoluto de los extraterrestres azules—
que
retoñan de la pérfida,
escondida,
la nuestra luneante
caracola
herida
no
roza la placenta equidistante de nuestros sueños
disueltos
en el mate o en la orina espesa
son
los brazos empuñados de
claveles
que
minuto a minuto
tocan
sin
descanso
por nadie.
Porque
nadie le va a quitar su nombre al violinista anónimo
que
sólo toca lo que le susurran los muertos
que
quisieron ser hormigas
garabateando
una canción sin aire,
sin
vientos, sin traje, sin desnudo, sin civilización ni barbarie,
(cabezas
suspendidas
tres
cabezas suspendidas
tres
cabezas amarillas suspendidas)
Gema Palacios
Iride
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