Me desperté
con la cabeza dolorida
tenía como un regusto a plátano en la boca.
Hablaba poco. Luego hablé más.
Por aquel entonces yo no sabía qué era un militar.
Comía trigo y hacía mucho el amor
creo que lo pasaba bastante bien
aunque mis recuerdos de esa época
no son demasiado exactos.
Luego hablé más.
Algunos se fueron.
Yo me quedé.
Había mujeres
había comida
sobre todo con aquello del fuego
eso fue una buena idea.
Luego viajé al norte. Otros se quedaron.
Allí construí algunas pirámides
conocí a algunos dioses
y luego seguí mi viaje.
Encontré unos hombres
que me hablaron de su religión;
sonaba convincente.
Aprendí lo que era un soldado
aprendí lo que era el dinero.
Entonces empecé a hacer menos el amor.
Hablaba mucho. Creé alguna mezquita
(me parece que fundé un Imperio).
También hice algo de arte
y me alejé para verlo.
Algunas de las cosas habían quedado bonitas.
Hacía menos el amor
pero no importaba
aún tenía sol
en general todo iba bien.
Pero luego volvieron mis viejos amigos
yo los saludé: los había echado de menos
estaban pálidos, como enfermos,
llevaban ropas feas y dijeron:
estás negro, estás enfermo. Tus ropas son feas.
Hablamos una lengua sofisticada
dijeron
Pero luego volvieron mis viejos amigos
yo los saludé: los había echado de menos
estaban pálidos, como enfermos,
llevaban ropas feas y dijeron:
estás negro, estás enfermo. Tus ropas son feas.
Hablamos una lengua sofisticada
dijeron
bárbaro
dijeron
dijeron
(a mí, que había fundado un Imperio)
pero no los entendí.
Mientras ellos descubrían
modernizaban
yo huía
no lo tomarán todo
pensaba
pero no los entendí.
Mientras ellos descubrían
modernizaban
yo huía
no lo tomarán todo
pensaba
quedará un pedacito de tierra al sol para mí
creía.
creía.
Entonces fui al desierto
se estaba tranquilo
pero en esa arena no hay planta que agarre.
Fui a Rwanda
—la tierra ya había sido debidamente delimitada—
allí me dispararon.
Fui a Argelia
y yo disparé a unos tipos
en unas montañas.
Fui al Congo
aprendí a cazar.
Fui a Marruecos
aprendí la lengua sofisticada
aprendí el comercio
aprendí a decir
esto es mío.
Fui a Egipto
mis pirámides seguían en pie
¡qué sólidas construcciones!
estaba tan orgulloso
que vendí algunas postales.
Luego fui a Somalia
…
…
…
pero de eso prefiero no hablar.
Ahora soy militar
vendo gasolina
vendo diamantes
mis viejos amigos me han dicho
haz el amor cuanto quieras
come cuanto quieras
porque Dios ha muerto
mis pirámides seguían en pie
¡qué sólidas construcciones!
estaba tan orgulloso
que vendí algunas postales.
Luego fui a Somalia
…
…
…
pero de eso prefiero no hablar.
Ahora soy militar
vendo gasolina
vendo diamantes
mis viejos amigos me han dicho
haz el amor cuanto quieras
come cuanto quieras
porque Dios ha muerto
pero no importa. No tengo tiempo.
Porque trabajo en una fábrica de zapatillas
trabajo en una planta de Coca-Cola
¿quién calza estos trapos? ¿quién bebe este veneno?
(¿para quién estoy trabajando?)
a veces hago de pescador en Somalia. Es muy duro.
Ahora ya no busco nada.
Tengo cáncer.
Hago algunas guerras
vendo algunas armas
un poco de droga
(puede aliviar pero no curar).
Calzo zapatillas Nike
bebo Coca-cola
(todo eso es barato)
hago réplicas en plástico de las pirámides
organizo algún que otro mundial
tengo mal color.
A veces viajo al extranjero
he ido a Europa
he ido a América
allí encontré a algunos de mis hermanos
aprendo ingeniería
política
economía
he recibido algún curso
de descolonización.
Todo eso es curioso.
Pero algunas noches de invierno
en mi habitación del campus
mientras leo Las mil y una noches
(en la traducción al inglés
de Sir Richard Burton)
o estudio Los condenados de la tierra
siento melancolía
(sobre todo me pasa
entre golpe de estado
y golpe de estado)
y pienso
que quizá habría sido mejor
quedarme en el desierto
aunque luego me telefonean desde Mali
están haciendo la guerra a los Tuaregs
no les dejan comerciar con la sal
o desde Timimoun
allí una Coca-cola
cuesta siete céntimos de euro
y entonces me pregunto
doctor
me pregunto por qué me pide que le cuente todo esto
me pregunto
doctor
—si he de ser sincero—
Porque trabajo en una fábrica de zapatillas
trabajo en una planta de Coca-Cola
¿quién calza estos trapos? ¿quién bebe este veneno?
(¿para quién estoy trabajando?)
a veces hago de pescador en Somalia. Es muy duro.
Ahora ya no busco nada.
Tengo cáncer.
Hago algunas guerras
vendo algunas armas
un poco de droga
(puede aliviar pero no curar).
Calzo zapatillas Nike
bebo Coca-cola
(todo eso es barato)
hago réplicas en plástico de las pirámides
organizo algún que otro mundial
tengo mal color.
A veces viajo al extranjero
he ido a Europa
he ido a América
allí encontré a algunos de mis hermanos
aprendo ingeniería
política
economía
he recibido algún curso
de descolonización.
Todo eso es curioso.
Pero algunas noches de invierno
en mi habitación del campus
mientras leo Las mil y una noches
(en la traducción al inglés
de Sir Richard Burton)
o estudio Los condenados de la tierra
siento melancolía
(sobre todo me pasa
entre golpe de estado
y golpe de estado)
y pienso
que quizá habría sido mejor
quedarme en el desierto
aunque luego me telefonean desde Mali
están haciendo la guerra a los Tuaregs
no les dejan comerciar con la sal
o desde Timimoun
allí una Coca-cola
cuesta siete céntimos de euro
y entonces me pregunto
doctor
me pregunto por qué me pide que le cuente todo esto
me pregunto
doctor
—si he de ser sincero—
por qué no me matan de una vez
y me dejan descansar tranquilo.
y me dejan descansar tranquilo.
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