Cómo suena la tormenta,
Lleva su voz agitada
Contra la clara cara del albor.
La pasión de su anhelo
Crecida va y el ruido eterno
Que lo acompaña repercute
Errante y revoltosa.
Y yo la escucho silbar con la lluvia
Y al molesto trueno abatido que
Abre paso al engarzo
Del combate de su sombra
Y su soledad.
Con su puño golpeará gustosa
Sacudiendo el vientre de la tierra
Y atrevida de pánico me llena
Ya que orgullosa es su melena
Roja, despeinada y golosa.
Ivette Mendoza Fajardo
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