¡Oh vientre suave! Taza, pluma, seda.
Cómo encuentro la paz, allí, y la ternura.
Corre mi mano tranquila y segura.
Y la vida es bella. Es bella, Oh Leda!
Será imposible ya, que el pecho pueda
contener dicha más grande y más dulzura.
Existe el cielo y existe la hermosura
y no importa saber que nada queda.
Se acallan mis preguntas y mis dudas.
La noche es simple, el sueño es blando
y no sé lo que irá a pasar mañana.
La Muerte y la Esfinge están mudas.
Ignoro el dónde, el cómo y el cuándo
por ti, nido de amor, dulce manzana.
Octavio Robleto
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