Aunque lo que me trajo a amar primero
vede no culpa mía,
ya de mi firme amor no me extravía.
Escondió tras la hebras de oro el lazo
con el que Amor me ha atado;
y hecho en sus ojos fue el hielo flechazo
que el pecho me ha pasado,
con el vigor de un lampo inesperado,
tal que de otra porfía,
sólo acordarme de él, mi alma desvía.
Vedada me es después de los cabellos,
triste, la dulce vista,
y el desvïar de mí sus soles bellos,
como es huir, me atrista;
mas, porque el que bien muere honra conquista,
ni en muerte ni agonía
que el nudo suelte Amor jamás querría.
Petrarca, Francesco
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