¡Abuelo!, dice mi padre que a cántico le suena,
que lo oye sin terror y sin disgusto
y se llena de amor y sentimiento,
cuando alguien se lo llama a boca llena,
cuando algún nieto le llama con tal nombre
a él le parece que se halla más contento.
¡Abuelo! el nombre cuando lo oye le envanece,
le alegra el corazón y le parece,
que su vida alarga y da consuelo
con la dicha que alegra y fortalece.
Su deseo lo ha visto realizado
al cumplirse por fin aquel anhelo
con el que toda la vida había soñado,
que le da más vigor y hasta parece,
que se siente más joven siendo abuelo.
Fernando Ríos.
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