Del oscuro al claro y doy un paso atrás, me quedo con la vieja hada, aquella mujerzuela, la de las fiestas... Dorothy, Dorothy, no hay nada como el hogar... y pongo un pez de colores en la repisa, la de la pared de carne pútrida, aspiro ese viejo aroma a humedad y locura, como a lengua de gato cruda... y me reinvento silencioso en la casa donde nadie puede descansar, camino rápido por sus pasillos mirando las fotos de personas que me odian por lo que soy, la oscuridad verde me protege de los vampiros desde que era pequeño, pero ahora, sólo me sirve de pretexto para disimular: el más perfecto filtro emocional. Y si ríen las lámparas me da igual, sois simples objetos de la casa oscuridad.
Llego a su imperfecto salón -esquinas torcidas- y saludo a las mil plañideras que hacen su trabajo sin saber que sigo vivo, me ofrecen su vino pero yo... ya sabes, cariño, soy mucho más listo. Me tumbo en el sofá mientras contemplo las ventanas de otros mundos, finjo que duermo y despierto rodeado de un montón de duendes que me laceran la meninge, no tienen manos, tienen garras negras de suciedad... en la casa donde nadie puede descansar, el llanto de aquellas putas me taladra y me fumo un algo y lo dejo flotando para que impregne las paredes... en la casa donde descanso de la oscuridad.
Raúl Sánchez
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