Creímos
que todo estaba roto, perdido, manchado,
pero
dentro sonreía lo verdadero, esperando.
Juan Ramón
Jiménez
Mi
abuelo no olvida
los
campos donde cantaron los cuchillos sus destrezas más voraces
la
tierra donde claman los gritos de millones de mujeres y hombres,
ni
toda la sangre esparcida
amontonada
en las cunetas o en el monte
Ni
el tropel de cuerpos acribillados
ni
sus manos
levantadas
y rotas
atadas
llenas
de azadas y durezas del campo
brotan
de la tierra todavía.
No lograron
silenciar un país
ni
a su mayoría
ni a
sus calles, ni a sus plazas,
ni
a sus iglesias.
Aquellos
que creyeron vencedores o jueces
ganaron
doseles ondeantes en las almenas del tiempo.
Pasados
cuarenta años de la herencia
su punta
de lanza rebota en las murallas de la vida,
ya
se ve venir lo verdadero y su sonrisa
su
lógica le dice al hombre
la
posibilidad de ser hombre todavía.
Olvida tú si quieres
poder que no puedes, ni pudiste
prometo que no seguirás refugiándote en mi sangre
ni en la de los míos.
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