No volveré a menear el cacas en tu bar.
Meneraré el cacas delante del gili de tu puerta.
Meneraré el cacas en el parque con un brick de peleón.
Pero, ¿qué pasa en tu bar?
¿Qué hay en tu bar?
¿Cagáis en doradas patenas?
Pues yo sólo veo un tugurio vulgar,
una cloaca sin gloria ni pena.
Y el desfile de muchachas bonitas
que se emborrachan y vomitan
no deja de ser pintoresco
pero no justifica estos precios dantescos
ni que haya en la puerta un cenutrio simiesco.
Yo sólo vine a tomarme una cerveza,
¿qué coño hace tu pistola en mi cabeza?
¡¿Qué coño hace tu pistola en mi cabeza?!
No volveré a alternar con esa especie de jet-set que va a tu bar.
No volveré a alternar con esa especie de jet-set que va a tu bar.
Ni aunque cambie de dueño y pongan una jaima.
No creo que lo pise, no, porque aún no he superado el trauma.
Pero ¡qué facilidad! ¡qué soltura para hurtar!
¿desciendes de Curro Jiménez?
No recuerdo haber pedido veinte kilos de caviar
sino un tercio ¡un tercio! ¿entiendes?
Si supieran de este desmadre ¿qué dirían tus mil padres?
Pensarían que es una broma
o que abreva en tu bar hasta el papa de Roma
que después de dar misa en tu antro la toma
y paga los chatos a precio de viñedo
sólo porque llevan la grasa de tus dedos.
¡Sólo porque llevan la grasa de tus dedos!
Mamá Ladilla
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