No quiero saber.
No quiero más que un silencio para mí
y las que fui, un silencio como
la pequeña choza que encuentran
en el bosque los niños perdidos.
Y qué se yo qué ha de ser de mí
si nada rima con nada.
(A.Pizarnik)
sé que tus manos son tus manos aunque jueguen a ser las- de- otro caen sobre mi espalda en vertical poco a poco van cayendo como si nadie les ordenase nada y
al diablo la otredad Y un cuerno Y hasta dos cuernos de cabra montesa
"que sí, que ya sé lo del pálpito ya sé" era otro tiempo y yo era tan niña tan tan niña que
fuimos impulso y verso en una sola cama
no creo que lo recuerdes porque ni siquiera yo pienso a menudo en esa estrechez hasta que te me adentras por los iris
Nomás sos violento
te temo cerca como a la tempestad innombrable como al pájaro de alas picudas como al padre con canas
nos huyes desde que nos separó el océano y no me parece ni mal ni bien no me parece ni boca arriba ni boca abajo ni por la espalda o de frente ni con protección ni sin
tampoco hay un leitmotiv valioso para seguir intentándolo pero y cuándo cuándo cuándo me dejarás morderte el papel emborronado de tinta y bañarlo como quien ha cogido mucho durante más tiempo
del que
me dejaste en herencia un pingüino y novecientos peces al cuello qué quieres
yo sigo alimentándolos todavía
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