porque lo pagamos los demás.
De lunes a jueves cualquier individuo
tiene, debe (ha de ser así)
que quedarse en casa (con la tele)
(quizás leyendo… Eso me preocupa…)
porque todos los sujetos que conozco
no sujetos a esa norma,
normalmente
(aún en ebrio estado)
piensan por sí mismos.
Cerrémosles el metro, para ahorrárnoslos.
De jueves a domingo pongamos
más facilidades.
Para que sí, que te emborraches.
Que sepas que tu tiempo
libre sin libertad
de horario,
te confina al alcoholismo de los findes,
y al final,
desfallecido
además de a rastras,
disfrutaremos nosotros tu resaca.
La que a una subida del I.V.A.
(hipotética)
(¡oh, y de hipoteca!)
tenga una patética acogida
(pero una más patética respuesta, rebelión).
Aunque a veces (yo) recaiga,
no voy al centro los findes.
Ya me sale caro mi alcoholismo,
(sí, litronas, birras, veintiocho
años tengo de calle y cerveza)
para pagar por privar
en calles sucias, malolientes,
sin un ápice de césped,
una multa tonta, fácil.
(Aunque aquí en mi barrio sea igual).
Yo, madrileño, visito,
(en esta elegía me despido
de ti, Madrid, tu metro me repudia)
bares donde leo poesía,
bares donde escucho poesía
(que es como basura del que piensa,
basura cuyo hedor ahora en verano
es más… ¿Cómo lo diría?... ¿Concentrado?)
que por ser hecha por quien la hace
que suele ser un alguien que trabaja,
de lunes a viernes (o más, no menos)
de ocho a tres (o a ocho, o a ya veremos…)
depende del metro en gran medida.
(Un metro mal medido, según Pablo).
Me despido de vosotros, poetas
de bar, de barra, de pizarra,
me despido, el horario se me aprieta,
y sin metro hasta las dos, Cronos me agarra.
¡Adiós, Sesi de Sanse!
¡Adiós, Díez de Fuenla!
Ya os faltaba Cercanías a las doce,
y ahora sois también
del metro Cenicientas.
Cenicientas de lunes a jueves.
Ahorrémonos gente que piensa.
Julio Achútegui
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