esta invalidez mental me aplasta.
Fría, sola y triste miro por la ventana
para ver si alguna paloma mensajera
se ha extraviado y se olvidó el camino,
mi camino.
No atisbo nada.
Putrefacción y dolor se observan,
en la orgía maléfica que el tiempo ha deparado
para esta ciudad que celebra antiguas fiestas
y aún hoy, escucha el silbido de praderas lejanas,
verdes, limpias y amadas.
Lilith Pérez
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