Lilith Pérez
lunes, 30 de abril de 2012
El velatorio
Algo tenía que contarte…. ¡Ah! Ya sé, tenía que seguir contándote lo del otro día. ¿Dónde me quedé? ¡Ah ya! El hombre muerto que lloraba. Me contaron, como ya te dije, que los muertos deben expulsar todo lo que les queda dentro del cuerpo, y eso incluye todo tipo de líquidos, pues el otro día en el velatorio de mi tío Pascual, resulta que comenzó a expulsar lágrimas, sí, sí como te lo cuento. Y su mujer decía que era la primera vez que le veía llorar después de tantos años casados y a buenas horas decía ella. Claro hay que decir que en realidad había llorado muchas veces pero nunca en público, porque mi abuelo dice que le había visto varias veces llorar escondido en su cuarto cuando se juntaban para pasar las vacaciones de semana santa en el pueblo. ¡Ya ves tú! ¡Qué locura! Después de 20 años juntos nunca lo había visto llorar, cuando el pobre era un alma atormentada y dicen las malas lenguas que estaba amargado porque siempre amó a otra mujer. Y dicen que sus últimos días se le fue la cabeza, que decía que él ya no vivía aquí, que vivía en Macondo. ¡Menudo loco! Dice su mujer que no sabía de dónde sacó eso, que él nunca había estado en África. La verdad que me dio pena verle así tumbado, sin decir nada, mientras todos hablan de él. Lo mejor de todo es que nadie sabe de qué ha muerto, porque fue así, de repente, ni enfermo ni nada que estaba.
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