Amacaballo Fat eligió el Día de los Muertos, último de Octubre, de 1990 para escapar de una novela de ciencia ficción -harto de discutir sobre la muerte del puto gato- y entrar a poseer el cuerpo de A. L. Manson, bebé que, según su madre, era igualito que Franco al nacer, y salvar a Esta Nuestra España de otros treinta añitos de party hard.
Después de leer mucho mucho y escribir en papeles y legajos, que dejó tirados acá y allá, con una letra ininteligible, propia de los niños que están aprendiendo a escribir, se sabe que huyó a las selvas de Burundi. Allí convivió con los Bandar-log, anárquica tribu de monos que huyen de las palabras, se emborrachan con frutas caducadas, odian las partituras y practican el secreto arte marcial del Puño del Mono Borracho, pero solo entre ellos, nunca contra sus enemigos.
Actualmente no se sabe dónde reside, ni qué coño se trae entre manos. La referencia más clara que podemos encontrar está entre las lineas de su biógrafo personal, Mucho Muchacho, que se refiere a él cuando dice: "un hombre de pequeños negocios cuya misión es defender la Tierra de los ataques de seres de otras galaxias y que le jodan a la policía."
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